¿Cómo fue que dejamos de exportar petróleo y gas en la Argentina?

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Las fluctuaciones de los precios internacionales, por qué Argentina dejó de ser un neto exportador para convertirse en importador de petróleo y gas, y cómo impulsar un proceso de inversiones constantes que permita recuperar el autoabastecimiento, son algunos de los temas más destacados del estudio que repasa lo sucedido en el sector en los últimos 10 años.

El informe especial “Petróleo y Gas. Balance de la década 2005-2015, perspectivas y desafíos” realizado por KPMG explica cuál ha sido el comportamiento y desempeño general de la industria del petróleo y gas en los últimos diez años como así también sus perspectivas inmediatas. Entre las principales preocupaciones del sector figuran el necesario aumento de la producción, las fuentes de financiamiento, la inversión, los precios y el desarrollo de los recursos no convencionales.

 

“Un shock de inversiones productivas para revertir el cuadro de estancamiento del sector es el consenso que hay entre los actores de la industria y, por ello, las medidas que se tomen desde el gobierno, en especial aquellas orientadas a alcanzar un acuerdo de precios que permitan mejorar la rentabilidad del sector, lo cual impactará sobre las inversiones del mismo, serán determinantes para recuperar la confianza perdida y la previsibilidad en un negocio cuyos resultados se ven siempre en el mediano y largo plazo”, afirma el estudio.

 

Luego agrega que “la explotación de recursos no convencionales aparece como una solución a los problemas de abastecimiento energético de un país que pasó, en el lapso de dos décadas, del autoabastecimiento logrado en los ‘90 a la dependencia actual de las importaciones energéticas. No obstante, las inversiones y costos que deben afrontarse para su extracción son significativamente mayores a las necesarias para la producción de convencionales, por lo que resulta prioritario articular políticas que busquen mejorar el clima de negocios, fomentar las inversiones y contrarrestar los efectos negativos de la reciente caída en los niveles actuales y esperados de los precios internacionales.”

          

 

De exportador a importador

 

El trabajo señala que desde 2011 Argentina pasó de ser de un país exportador a un importador neto (principalmente de gas). Si bien los primeros signos de disminución productiva en los últimos veinte años pueden ubicarse a fines de los 90, la baja en el desempeño del sector quedó recién en evidencia en 2004 cuando el Gobierno se vio obligado a elaborar el denominado Plan Energético Nacional. Para entonces, el desfasaje que generaban las políticas aplicadas a la oferta, con precios no rentables y un ambiente incierto que retraía inversiones, y a la demanda, a partir de tarifas subsidiadas que promovieron el consumo, llevaron al país a aminorar el ritmo de inversiones, la producción de hidrocarburos y sus niveles exportados.

Esta situación condujo a que ese mismo año 2011, el país comenzara a importar gas y energía eléctrica de países de la región como Bolivia, Uruguay, Paraguay y Brasil, y extra-regionales como Qatar o Trinidad y Tobago. El resultado directo, como se mencionó anteriormente, fue el deterioro progresivo de la balanza comercial del sector, un fuerte impacto en las cuentas fiscales y la retracción de gran parte del colchón de divisas que se alimentaba de las exportaciones de soja y otros granos, las que luego del 2013 se han visto severamente afectadas por la significativa disminución de los montos en dólares exportados debido a la reciente caída de los precios externos.

También se afirma en el texto que la producción local de hidrocarburos ha ido menguando en los últimos diez años siendo la de gas la más afectada. Mientras la producción de petróleo pasó de 800.000 barriles al día en 2005 a un estimado de 700.000 para fines de 2015 (es decir, una caída cercana al 12%), la producción de gas natural se ha desplomado en 26% pasando de 51.000 millones de M3 producidos en 2005 a un estimado de 38.000 millones de M3 para fines del 2015. Amén de las variaciones experimentadas por los precios a lo largo del mismo período, el valor de la producción medida en dólares ha mostrado un comportamiento similar al de las cantidades.

En lo que respecta al consumo doméstico es a partir de 2011, en el caso del gas, y de 2012, en el del petróleo, que Argentina comienza a observar un déficit en la oferta. Y el ejemplo del gas es el más emblemático. En 2011 el consumo doméstico de gas natural superó a su producción en alrededor de 600 millones de M3, cifra que iría incrementándose en 2012, 2013 y 2014 hasta llegar a 2015 a un déficit productivo que rondaría los 8.000[1] millones de M3. Llevando estos guarismos a valores monetarios se aprecia que, a diferencia del petróleo donde los valores de producción y consumo han seguido un patrón similar, el consumo de gas expresado en dólares ha venido superando desde 2012 de manera creciente a la producción hasta llegar a 2015 a registrar un déficit que podría encontrarse entre los U$S 2.000 y los U$S 3.000 millones (ello a su vez, fomentado por la imprevisión en materia energética y la importación de energía a un alto costo, por ejemplo de gas licuado)

La caída de los precios internacionales en conjunto con las políticas internas conforman dos de los principales factores que ayudarían a explicar el retroceso observado en la oferta local de hidrocarburos como así también la aparición de una luz amarilla para la mayor parte de los proyectos de explotación. Uno de los más importantes en suelo argentino, Vaca Muerta, destinado a la producción de no convencionales (shale), se ha topado con este inconveniente, principalmente porque el acuerdo YPF-Chevron, el convenio más importante dentro de la industria y que implicaría una inversión que alcanzaría los U$S 15.000 millones para producir gas y petróleo no convencional, efectuó sus flujos de caja y proyecciones estimando un precio promedio de U$S 80 a U$S 100 el barril de petróleo. Teniendo en cuenta que el precio medio del barril ha descendido desde U$S 96 en 2014 a menos de U$S 40 en diciembre del 2015 (promediando los U$S 30 en enero de 2016), si bien el precio en Argentina ronda los U$S 67 y U$S 55 (según éste sea liviano o pesado), resulta lógico que tanto este como otros proyectos (Los Molles, Golfo de San Jorge, entre otros) queden hoy demorados en su desarrollo, lo que complica en el futuro inmediato el crecimiento de la industria e impacta negativamente en las perspectivas de autoabastecimiento y en la esperada morigeración en la compra externa de energía.

 

 

Desafíos del sector

 

El Informe Especial de P&G de KPMGdescribe los principales desafíos de la industria a partir de la información reunida en el sector. Las definiciones más destacadas son:

 

  • Aumentar la producción de P&G promoviendo y aumentando las inversiones tanto locales como internacionales en un marco de un mejor clima de negocios y certidumbre con relación a las reglas de juego del mercado.
  • Reformulación de incentivos fiscales y una disminución del tiempo de recupero de la inversión en un clima de seguridad jurídica nacional, provincial y municipal.
  • Avanzar en el proceso de complementación energética regional.
  • Las fuentes de financiamiento deben ser múltiples e incluyen propias empresarias, la posible venta de activos, la llegada de nuevos inversores corporativos, préstamos sindicados de bancos, créditos multilaterales y/o emisión de deuda.
  • Mantener los planes de desarrollo e inversiones tanto en los recursos renovables como en los no renovables. 
  • Mejorando el clima de negocios en el país, estabilizándose la macroeconomía y cambiando la tendencia bajista de los precios internacionales, se cree que se acelerarán las decisiones de inversiones en el sector.
  • Con relación a los recursos no convencionales el principal competidor internacional de Argentina es Estados Unidos y por ello los costos de producción locales deberían ser competitivos para atraer las inversiones disponibles en el mundo que por ahora se dirigen al país del norte.
  • En cuanto al precio del petróleo, no convergerá con los internacionales en el corto plazo, proceso que no debe ser brusco sino un acople que permita estabilizar las principales variables económicas de la industria, lo que facilitaría las inversiones necesarias en el sector.

 

Por último, en el análisis final se dice que en el actual contexto de necesidades pero al mismo tiempo de oportunidades, es positivo que el país inicie el proceso de reordenamiento de las cuentas macroeconómicas y de la estructura del sector energético con el objetivo de mejorar en el mediano plazo su desempeño y reducir la dependencia de importaciones que siguen erosionando las reservas del BCRA. Argentina mantiene un gran potencial energético aún sin desarrollar y, sin dudas, las empresas nacionales e internacionales que operan aquí estarían dispuestas a asumir los riesgos necesarios para aprovechar todas las oportunidades. También resulta imperativo diversificar aún más la matriz energética dando mayor participación y desarrollo a las energías renovables, generar un ambiente de negocios previsible, corregir las fallas de mercado y, como ya se lo ha propuesto el actual gobierno, reorientar la estructura de subsidios a las tarifas sobre el consumo de energía.

 

Luego de la nacionalización de YPF en 2012, vale la pena rescatar de políticas que vienen implementándose y que buscan fomentar la inversión y la producción de hidrocarburos en un contexto menos propicio, es importante destacar que la naturaleza de su concepción no es otra más que la promoción de la producción doméstica de hidrocarburos.  Las medidas económicas y financieras adoptadas hasta el momento por el nuevo gobierno argentino son positivas para el sector y se espera que sean acompañadas por políticas de incentivo a la producción de acuerdo a la realidad planteada en este informe. Estas decisiones serán, sin duda, un importante estímulo para asegurar un proceso de inversiones de mediano y largo plazo tanto locales  como internacionales que coadyuvarán a la recuperación y el desarrollo de la industria del P&G de cara al futuro.-

Fuente: Elaboración propia en base a datos de U.S. Energy Information Administration (EIA) y Business Monitor International (BMI), 2015.

 

 

 

 

 

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