Desde siempre, la capital británica ha sido sede de un enorme y complejo mercado inmobiliario. Sobresalir en él demanda mucha habilidad, tiempo y esfuerzo. Por eso la sorpresa que ha dado un recién llegado, WeWork, que se ha convertido en el mayor ocupante de espacio para oficinas corporativas en la zona central de Londres.
¿Cómo lo logró? Su modelo de negocios incluye alquilar vastos espacios de edificios, y ofrecerlos luego parcelados, por corto tiempo incluso, de modo tan flexible que sirve a pequeñas empresas, start ups y también a grandes corporaciones. Claro que eso no es todo: el modelo de negocios incluye otros atractivos que seducen a quienes se instalan en sus oficinas, especialmente los millenials y jóvenes ejecutivos.
Sus competidores son lapidarios: “operan simplemente como uno más en el negocio inmobiliario”. Pero injustos. Si así fuera sería imposible explicar el boom de esta muy joven empresa.
WeWork tiene 207 centros de oficinas en 65 grandes ciudades en todo el planeta, que alquilan espacios equivalentes a un millón de metros cuadrados (en Buenos Aires, Torre Bellini, Edificio WeWork, Esmeralda 950, desde donde opera Mercado. En breve habrá otro edificio en Vicente López).
No es una idea nueva. Hubo precursores en este campo (Regus, por ejemplo). La diferencia es que hoy, WeWork es una de las 10 start ups más valiosas del mundo, valuada en US$ 20 mil millones. La empresa fue fundada hace 8 años. Su presidente es Adam Neumann, quien se identifica como el gestor de una firma tecnológica, que se empeña en que la gente se junte. Otra vez: sus adversarios lo cuestionan y lo definen como el líder de un ingenioso emprendimiento en el campo inmobiliario.
Neumann, nacido en Israel, llegó a EE.UU en 2001, apenas cumplidos los 20 años. Estudió en el Baruch College, y tuvo un emprendimiento de ropa infantil que abandonó luego de unos años.
Forbes –que hace el ranking de millonarios- le asigna una fortuna personal de US$ 2.600 millones.
Una vida, más que un trabajo
Neumann ha inspirado mucho de lo que distingue a WeWork. La idea, sostiene, es que la gente tenga una vida, y no sólo un trabajo. Por eso el proyecto tiene, desde el inicio, vastos espacios comunes, donde se realizan reuniones abiertas, conferencias, shows y simple conversación que ayuda a armar una red de conocimientos y contactos. Es como si, de alguna manera, todos los inquilinos de un edificio fueran socios en diversos proyectos. Reuniones donde el café, y hasta la cerveza, es aportada por WeWork.
Estos son los elementos que en esencia, definen el modelo de negocios de la firma, y que seguramente explican su éxito. Algo que incide en el nivel de crítica de quienes resultan perjudicados por este éxito.
Los cuestionadores insisten en que si se produce un retroceso o una burbuja en el área de alquileres de oficinas, WeWork quedará expuesta exponencialmente por su estrategia de rentar espacio por periodos breves.
No todos opinan lo mismo. En agosto pasado, el grupo tecnológico japonés SoftBank decidió invertir US$ 4.400 millones en WeWork.
Neumann tiene ahora otro proyecto: WeLive, un edificio para vivir pero con grandes espacios de uso común y oportunidades de compartir con gente, usualmente de la misma edad e intereses.
Por su parte WeWork, además de rentar edificios para subalquilarlos, ha comenzado a construir sus propios edificios, y a comprar pequeñas empresas de tecnología que desarrollan aplicaciones (como por ejemplo, para organizar y promover encuentros) que son parte vital del proyecto central.
El año pasado, WeWork hizo ruido en Nueva York. Compró el edificio donde está la histórica tienda Lord & Taylor, en plena Quinta Avenida. WeWork ha formado una joint venture con Rhone Capital para convertir el edificio en sus oficinas centrales cuando termine la temporada navideña de 2018. Lord & Taylor alquilará los pisos bajos para instalar una tienda que tendrá menos de la cuarta parte de su actual superficie.