Hay gente que se aburre de las cosas que hace y ahora se descubre que, si en algunos casos es un defecto, en otros es una cualidad que sería bueno aprovechar. También hay gente que no programa nada, que por el contrario desarrolla su plan a medida que va avanzando y le salen bien las cosas.
Si bien esto último no es una estrategia para recomendar, lo cierto es que algunas cosas no se harían si antes se las pensara demasiado. La realidad permanentemente cambiante obliga a modificar hasta el más cuidadosamente preparado proyecto de negocios.
Por eso es que los emprendedores deben ser maestros en adaptarse a las circunstancias. No pueden ser ni rígidos de pensamiento ni de conducta. Si suponen que todo va a salir tal como lo planearon, se van a llevar una sorpresa desagradable. Por eso, confiar demasiado en un plan preparado al detalle puede asegurar una carrera exitosa pero convencional. No va a conducir a esos avances impresionantes que llegan a los grandes titulares de los diarios.
Hay un nuevo libro que acaba de ser publicado por el emprendedor Chris Lewis cuya traducción es “Demasiado rápido para pensar” que desarrolla el tema de esta cultura que vivimos hoy de estar permanentemente conectados. Su planteo es el relajamiento, el juego y la ensoñación son cosas que alimentan el pensamiento original y las ideas brillantes.
Desde este punto de vista, el aburrimiento no es un enemigo porque permite, entre otras cosas, que fluyan jugos creativos y porque el ensueño, la fantasía, el soñar despierto son liberadores del pensamiento.
Lewis cita en su libro al doctor Luke Johnson, quien cree que, a diferencia de los animales, nosotros sabemos que somos mortales y podemos aprovechar el conocimiento acumulado, pero eso es algo que también nos puede impedir el descubrimiento y la invención. Llevamos vidas demasiado regimentadas, especialmente dentro de instituciones grandes.
Entonces, las compañías necesitan tanto de personalidades metódicas y sistematizadas como de locos brillantes. Y los locos brillantes suelen aburrirse con lo que les dan para hacer.
Aclaremos, hay un aburrimiento que es peligroso. Ese que sienten los que han llegado a la mediana edad y se ven a sí mismos atascados en un sendero,repitiendo siempre lo mismo todos los días y hasta aburridos con sus propios hobbies.
Pero hay otro. El que lleva a pensar en otras cosas y termina, si se lo permiten, en fenomenales avances tecnológicos. Bertrand Russell, gran matemático pero también filósofo decía que “una cierta capacidad para aguantar el aburrimiento es fundamental para una vida feliz, porque demasiado entusiasmo cansa”.
Por eso, el aburrimiento es un componente necesario para una vida plena y activa.