Lo que está ocurriendo en estos días con la industria automotriz es una nueva ola de colaboración. Honda, que hasta ahora seguía prefiriendo la tecnología propietaria y la ingeniería desarrollada en sus fábricas, aceptó unirse a la unidad de General Motors que trabaja para el desarrollo de vehículos autónomos (VA). Ambas firmas ya están trabajando juntas en baterías avanzadas para vehículos eléctricos(VE).
Ford y Volkswagen, que en el pasado destinaban cada una miles de millones de dólares para diseño de VE y VA, están negociando un acuerdo conjunto para compartir costos. También parece que BMW, Volkswagen y Daimler están en conversaciones para aunar esfuerzos de investigación y desarrollo de vehículos autónomos.
Por su parte, Fiat Chrysler está colaborando con Waymo, la filial de Google para vehículos autónomos, en su programa de VA.
Aunque todo este repentino torbellino de actividad no era exactamente lo que se esperaba, debería ser bienvenido, dicen Evan Hirsh, Rich Parkin y Reid Wilk en una investigación para Strategy& sobre el futuro de la industria automotriz.
A lo largo de los últimos diez años muchos fabricantes implementaron estrategias de innovación convencidos de que el cambio revolucionario en la industria automotriz era inminente. Se calcula que cuando ese cambio se produzca será el giro más drástico desde que Henry Ford institucionalizó la línea de ensamblaje.
Los fabricantes de equipos invirtieron muchos miles de millones de dólares en diseñar vehículos para la movilidad conectada, autónoma, compartida y eléctrica, (o CASE, por sus siglas en inglés).
Los autos conectados ya circulan por todas partes, los eléctricos están ganando popularidad, pero los autónomos y los compartidos todavía son una promesa para el futuro. Pero aunque se demoren, esos cambios serán inevitables y muchos pronósticos suponen que la adopción será rápida y general.
Para no quedar a la zaga de todo esto, muchas automotrices se tiraron a la pileta de cabeza esperando conseguir la ventaja de ser las primeras en llegar y convertirse en líderes en esos segmentos.
Hasta ahora, sin embargo, tanto fabricantes como proveedores solo han tenido decepciones, aun cuando sus expectativas fueran conservadoras.
No hay duda de que la movilidad CASE va a terminar por reconfigurar totalmente la industria automotriz. Pero lo que necesitan casi todas las automotrices en este momento es una mirada certera sobre sus propias perspectivas y capacidades además de un plan para sortear las presiones de los próximos años. No deben abandonar sus estrategias de largo plazo pero sí moderarlas con realismo de corto plazo. Entonces, cuando llegue el momento, estarán equipadas para los modelos de negocios radicalmente nuevos que van a necesitar.