Largas colas esperando el despacho aduanero provocan incalculables demoras a los exportadores europeos. Follman Chemie, una compañía familiar alemana de productos químicos, acaba de eliminar su proyecto de expandir sus actividades en la fábrica que tiene en Gran Bretaña. La compañía proyectaba invertir 2,5 millones de libras esterlinas para fabricar más productos adhesivos en la planta que compró hace tres años en Andover, al sur de Inglaterra para aumentar sus exportaciones a sus clientes en la Unión Europea. Pero el CEO, Henrik Follman, dice que el plan tropieza con dificultades adicionales para embarcar los productos hacia ambos lados del Canal de la Mancha . “El Brexit resultó una pesadilla, aumenta los costos y el tiempo”, dice.
Si bien Follman ha tenido muchas más dificultades que otras compañías, su experiencia de mayores costos y demoras con los embarques entre Gran Bretaña y Europa es común a muchas empresas que chocan con más burocracia y más problemas creados por los nuevos controles aduaneros.
Si bien Gran Bretaña y la UE llegaron a un acuerdo comercial de último momento para eludir aranceles en la mayoría de lsos productos cuando comenzara la vigencia del Brexit el 1 de enero, el comercio entre ambas partes se ve dificultado por costos de embarque, demoras de transporte, requisitos de certificados sanitarios y una cantidad de complejas exigencias aduaneras en la frontera.
Gran Bretaña se fue debilitando cada vez más como socio comercial para el resto de la UE desde el referéndum de 2016. Su participación en las exportaciones del bloque cayó de más de 17% antes de la votación a 14% el año pasado.