El acuerdo implica pagar US$ 5.1500 millones y asumir deudas por 4.300 millones. Su efecto: una empresa de electricidad y gas con 9.600.000 usuarios: tres millones en diez estados norteamericanos y el resto fuera del país, sobretodo en Gran Bretaña.
Obviamente, la noticia “política” es que el megafinancista –presidente y virtual amo de Berkshire Hathaway- vuelve a su viejo estilo. O sea, aquisiciones más o menos espectaculares. Sus siete años de ausencia se debieron (como decía él mimso) a “falta de oportunidades atractivas”. Observadores menos líricos estiman que, además, esta compra es una forma de recobrar un prestigio personal algo maltrecho por los nexos entre BH y los negocios turbios de American International (AIG) Insurance. Su amigo Maurice Greeneberg fue defenestrado hace poco en el grupo. Mientras Buffette miraba para otro lado.
Pero las cosas quizá no sean tan fáciles. LA operación puede afrontar probleas en virtud de una ley federal de 1935 (ligada a la creación de la Tennessee Valley Authority), que veda fusiones entre compañías de servicios en áreas diferentes. Fiel a sus hábitos, Buffett intentará presiones para que un congreso dominado por republicanos y “lobbies” acelere la eliminación de cláusulas restrictivas a holdings. De hecho, la cámara baja votó una modificación y el senado –una cámara proclive a hacer favores- estudia algo así desde el jueves 19.
En un gesto “pour la gallérie”, el magnate prometió invertir hasta US$ 10.000 millones en el sector. La compra ha sido aprobada por los directorios de ambas compañías (el de MAEH se limita a firmar en la línea de puntos), pero falta el OK de los accionistas británicos e instancias regulatorias en Estados Unidos y Gran Bretaña.
El acuerdo implica pagar US$ 5.1500 millones y asumir deudas por 4.300 millones. Su efecto: una empresa de electricidad y gas con 9.600.000 usuarios: tres millones en diez estados norteamericanos y el resto fuera del país, sobretodo en Gran Bretaña.
Obviamente, la noticia “política” es que el megafinancista –presidente y virtual amo de Berkshire Hathaway- vuelve a su viejo estilo. O sea, aquisiciones más o menos espectaculares. Sus siete años de ausencia se debieron (como decía él mimso) a “falta de oportunidades atractivas”. Observadores menos líricos estiman que, además, esta compra es una forma de recobrar un prestigio personal algo maltrecho por los nexos entre BH y los negocios turbios de American International (AIG) Insurance. Su amigo Maurice Greeneberg fue defenestrado hace poco en el grupo. Mientras Buffette miraba para otro lado.
Pero las cosas quizá no sean tan fáciles. LA operación puede afrontar probleas en virtud de una ley federal de 1935 (ligada a la creación de la Tennessee Valley Authority), que veda fusiones entre compañías de servicios en áreas diferentes. Fiel a sus hábitos, Buffett intentará presiones para que un congreso dominado por republicanos y “lobbies” acelere la eliminación de cláusulas restrictivas a holdings. De hecho, la cámara baja votó una modificación y el senado –una cámara proclive a hacer favores- estudia algo así desde el jueves 19.
En un gesto “pour la gallérie”, el magnate prometió invertir hasta US$ 10.000 millones en el sector. La compra ha sido aprobada por los directorios de ambas compañías (el de MAEH se limita a firmar en la línea de puntos), pero falta el OK de los accionistas británicos e instancias regulatorias en Estados Unidos y Gran Bretaña.