La propuesta por US$ 2.200 millones involucra Bain Capital (un fondo de capital extrabursátil) y Huawei Technologies. Pero sucede que 3Com fabrica, entre otras cosas, software antihackers para uso militar y la eventual compradora tiene fuertes nexos con las fuerzas armadas chinas.
Una comisión especial, experta en inversiones externas (Cfius), ha estado examinando los riesgos del trato. Allegados al grupo revelaron que 3Com había ofrecido desprenderse de la división antihackers (TippingPoint), sin lograr convencer al gobierno federal.
A Washington le preocupa que la compañía china altere componentes electrónicos y software de uso miliar, disminuyendo su efectividad bajo las cotas actuales. Pese al fracaso de las tratativas, no está claro si esas trabas forman parte de políticas más amplias contra determinado tipos de inversiones externas en sensibles áreas tecnológicas de avanzada.
Probablemente, el gobierno esté inquieto por el auge, en 2007, de fusiones y adquisiciones que implicaban capitales extranjeros. Según la consultoría Thomson Financial, se negociaron el año pasado casi dos mis acuerdos por más de US$ 400.000 millones. Pero Cfius revisó sólo 147 por razones de seguridad y apenas ocho casos llevaron a anular negociaciones.
El comité está integrado por representantes de doce reparticiones. Lo encabeza el departamento de hacienda. El año pasado adopto cánones más estrictos, tras el escándalo político desatado –en 2006- cuando el emirato de Dubái estuvo a punto de tomar una firma británica operadora de seis terminales portuarios claves en las costas oriental y sudoriental de Estados Unidos. Poco antes, el congreso había prohibido la venta de la gasífera UnoCal a la china Cnooc.
Pero no sería difícil que la Cfius u otras instancias pongan a mira en la ola de compras parciales encaradas por fondo soberanos de Levante, Asia oriental y sudoriental. En este caso, porque afectan a importantes instituciones financieras norteamericanas como Citigroup, Merrill Lynch, Carlyle Group (vinculado al Pentágono), etc.
La propuesta por US$ 2.200 millones involucra Bain Capital (un fondo de capital extrabursátil) y Huawei Technologies. Pero sucede que 3Com fabrica, entre otras cosas, software antihackers para uso militar y la eventual compradora tiene fuertes nexos con las fuerzas armadas chinas.
Una comisión especial, experta en inversiones externas (Cfius), ha estado examinando los riesgos del trato. Allegados al grupo revelaron que 3Com había ofrecido desprenderse de la división antihackers (TippingPoint), sin lograr convencer al gobierno federal.
A Washington le preocupa que la compañía china altere componentes electrónicos y software de uso miliar, disminuyendo su efectividad bajo las cotas actuales. Pese al fracaso de las tratativas, no está claro si esas trabas forman parte de políticas más amplias contra determinado tipos de inversiones externas en sensibles áreas tecnológicas de avanzada.
Probablemente, el gobierno esté inquieto por el auge, en 2007, de fusiones y adquisiciones que implicaban capitales extranjeros. Según la consultoría Thomson Financial, se negociaron el año pasado casi dos mis acuerdos por más de US$ 400.000 millones. Pero Cfius revisó sólo 147 por razones de seguridad y apenas ocho casos llevaron a anular negociaciones.
El comité está integrado por representantes de doce reparticiones. Lo encabeza el departamento de hacienda. El año pasado adopto cánones más estrictos, tras el escándalo político desatado –en 2006- cuando el emirato de Dubái estuvo a punto de tomar una firma británica operadora de seis terminales portuarios claves en las costas oriental y sudoriental de Estados Unidos. Poco antes, el congreso había prohibido la venta de la gasífera UnoCal a la china Cnooc.
Pero no sería difícil que la Cfius u otras instancias pongan a mira en la ola de compras parciales encaradas por fondo soberanos de Levante, Asia oriental y sudoriental. En este caso, porque afectan a importantes instituciones financieras norteamericanas como Citigroup, Merrill Lynch, Carlyle Group (vinculado al Pentágono), etc.