Por César Martín-Gómez (*)
Algunos hablan de una metodología que permite aumentar la velocidad de construcción, mejorando los plazos de ejecución.
Otros, de emplear técnicas innovadoras para la planificación y fabricación del proyecto de arquitectura. Esto es algo que implica sistemas de trabajo que garantizan una construcción más segura, pero también más eficiente en términos económicos.
Además, se añade el parámetro de prefabricación, por el que se elaboran todos o algunos de los componentes fuera del lugar donde será construido el edificio, reduciendo así la mano de obra y optimizando los procesos.
Con la estandarización pueden replicarse productos y soluciones para ser utilizados en diferentes proyectos. Y, relacionado con este concepto, está la modulación, pues en un edificio intervienen diferentes componentes que deben estar interrelacionados en sus dimensiones.
Fabricar edificios
Han aparecido otras fórmulas que llevan al sector de la construcción las prácticas habituales de la industria del automóvil, al plantear que un edificio podría surgir de un diseño básico sobre el que se añade una elección de diversos componentes y elementos de acabado.
Esto implicaría una transición de edificios que se desarrollan ex novo cada vez a un producto industrialmente planificado y diseñado.
Como un automóvil. Tal vez sea este uno de los enfoques más genuinos de la industrialización de la edificación: el desarrollo de edificios a partir de una cartera de componentes mediante la cual se puede alcanzar un diseño individualizado cambiando ciertos parámetros de acuerdo a las preferencias del cliente.
Las discusiones entre profesionales en este punto giran en torno a si las soluciones así alcanzadas tienen valor arquitectónico real o son solamente construcciones realizadas más eficientemente.
Por otra parte, en lo que a la gestión se refiere, a medida que el sector de la construcción se vuelve más industrializado es necesario desarrollar nuevos conocimientos, nuevos modelos comerciales y nuevas relaciones. Las empresas productoras y las empresas contratistas pasan a ser organizaciones basadas en servicios, ya que trasladar una parte importante del trabajo a las fábricas implica la adopción de estructuras de colaboración más complejas con toda la cadena de suministro.
Todo ello lleva a otras preguntas como cuáles serán las profesiones que surjan con estas nuevas metodologías. Por ejemplo ¿el responsable de manejar las grúas en la actualidad será un coordinador de robots en el futuro? ¿Cuáles serán las aplicaciones tangibles de la inteligencia artificial en este proceso?
Maraña burocrática
En contraposición a estas ideas, pongamos los pies en la tierra con un caso real que nos permitirá conocer el contexto actual de los profesionales de la construcción.
En Madrid, unos arquitectos están realizando la rehabilitación de más de 800 viviendas de más de cincuenta años de antigüedad, en una intervención que incluye la colocación de ascensores para dar servicio a una población envejecida. Para ello han desarrollado ad hoc un inteligente sistema prefabricado, industrializado, de modo que se puede terminar un ascensor que da servicio a cuatro plantas en 5 días. Sin embargo, los trámites administrativos para conseguirlo les han supuesto cuatro meses.
Esto llevaría a la principal conclusión de este texto:
Para que los edificios puedan industrializarse de forma similar a los automóviles, la normativa legal y la Administración pública han de estar en lógica sintonía con los desarrollos que permite la tecnología actual, avanzando empresas e instituciones en consonancia.
(*) Catedrático en instalaciones y sistemas energéticos en arquitectura y urbanismo, Universidad de Navarra.