El funcionamiento de las llamadas tiendas de moda low cost -bajo costo, en inglés- es bastante sencillo. Zara, Mango, Primark o H&M muestran sus productos en tiendas outlet a precios bajísimos y no podemos resistir la urgencia de comprara. Hay oportunidades imperdibles en temporadas anteriores, también tienen las nuevas colecciones y las rebajas van del 30% al 60%. Comprar es el gran entretenimiento de Occidente. Internet y una tienda en cada esquina hacen que comprar barato sea fácil, sencillo, rápido, y pasar una tarde de compras uno de nuestros entretenimiento favoritos. No importa tanto lo que compras sino el hecho de comprar en sí. Por ejemplo, ¿cuántas cosas tienes en tu armario aún con la etiqueta puesta? ¿cuántas veces has comprado una falda y cuando has llegado a casa te has dado cuenta de que tienes una muy parecida? ¿cuántas prendas regalas o envías al trastero sin haberlas casi usado? Las consecuencias son que las tiendas de segunda mano y los vertederos acumulan más ropa de la que pueden gestionar. Ropa prácticamente nueva. No podemos parar de comprar y siempre queremos tener algo que nuevo que estrenar pronto. Pero la pregunta es, ¿por qué siempre terminamos comprando en estos lugares? Las tiendas low cost saben algo sobre nosotros que probablemente ni nosotros mismos sabíamos. Se aprovechan de como funciona nuestro cerebro. La cable está en el cableado
En términos neurológicos, comprar es un proceso bastante complejo. Mucho más complejo que lo que entienden los microeconomistas, que sostienen que los únicos factores que importan en la compra es el precio y la preferencia de los consumidores. En 2007 un grupo de investigadores del MIT de Stanford descubrieron como funciona nuestro cerebro cuando compramos usando aparatos de scanneo cerebral. En primera instancia, los investigadores encontraron que el centro de placer del cerebro, el núcleo accumbes, se ilumina cuando se nos pone frente a un objeto que deseamos. Mientras más queremos el objeto más se ilumina. Pero luego los investigadores balanceaban el efecto mostrando el precio de producto. Ahora encontraron que el área que se activa es el cortex prefrontal, dedicado al proceso de toma de decisiones, que reacciona dolorosamente al costo del producto. Decidir si comprar o no pone al cerebro en un estado de competencia entre la razón y la emoción. El placer de comprar viene de adquirir los productos pero el dolor de saber que tenemos que gastar dinero. ¿Pero qué pasaría si logramos desactivar el área de toma de decisiones? Sería más fácil comprar. Ese exactamente es el secreto de las tiendas low cost: al poner precios tan bajos fuerzan al cerebro a creer que la transacción es conveniente y que debemos entregarnos al placer de la compra. Los expertos llaman a esto “transacción utilitaria” porque busca aumentar el placer. Ese es el secreto detrás de las tiendas low cost, un ingenioso hackeo de nuestro cerebro.
También conocidos como outlet, son los principales polos de ropa, zapatos y accesorios a buen precio. Funcionan muy bien porque tienen un secreto en su funcionamiento: están hechas para aprovecharse de cómo funciona el cerebro. El funcionamiento de las llamadas tiendas de moda low cost -bajo costo, en inglés- es bastante sencillo. Zara, Mango, Primark o H&M muestran sus productos en tiendas outlet a precios bajísimos y no podemos resistir la urgencia de comprara. Hay oportunidades imperdibles en temporadas anteriores, también tienen las nuevas colecciones y las rebajas van del 30% al 60%. Comprar es el gran entretenimiento de Occidente. Internet y una tienda en cada esquina hacen que comprar barato sea fácil, sencillo, rápido, y pasar una tarde de compras uno de nuestros entretenimiento favoritos. No importa tanto lo que compras sino el hecho de comprar en sí. Por ejemplo, ¿cuántas cosas tienes en tu armario aún con la etiqueta puesta? ¿cuántas veces has comprado una falda y cuando has llegado a casa te has dado cuenta de que tienes una muy parecida? ¿cuántas prendas regalas o envías al trastero sin haberlas casi usado? Las consecuencias son que las tiendas de segunda mano y los vertederos acumulan más ropa de la que pueden gestionar. Ropa prácticamente nueva. No podemos parar de comprar y siempre queremos tener algo que nuevo que estrenar pronto. Pero la pregunta es, ¿por qué siempre terminamos comprando en estos lugares? Las tiendas low cost saben algo sobre nosotros que probablemente ni nosotros mismos sabíamos. Se aprovechan de como funciona nuestro cerebro.
La cable está en el cableado
En términos neurológicos, comprar es un proceso bastante complejo. Mucho más complejo que lo que entienden los microeconomistas, que sostienen que los únicos factores que importan en la compra es el precio y la preferencia de los consumidores. En 2007 un grupo de investigadores del MIT de Stanford descubrieron como funciona nuestro cerebro cuando compramos usando aparatos de scanneo cerebral. En primera instancia, los investigadores encontraron que el centro de placer del cerebro, el núcleo accumbes, se ilumina cuando se nos pone frente a un objeto que deseamos. Mientras más queremos el objeto más se ilumina. Pero luego los investigadores balanceaban el efecto mostrando el precio de producto. Ahora encontraron que el área que se activa es el cortex prefrontal, dedicado al proceso de toma de decisiones, que reacciona dolorosamente al costo del producto. Decidir si comprar o no pone al cerebro en un estado de competencia entre la razón y la emoción. El placer de comprar viene de adquirir los productos pero el dolor de saber que tenemos que gastar dinero. ¿Pero qué pasaría si logramos desactivar el área de toma de decisiones? Sería más fácil comprar. Ese exactamente es el secreto de las tiendas low cost: al poner precios tan bajos fuerzan al cerebro a creer que la transacción es conveniente y que debemos entregarnos al placer de la compra. Los expertos llaman a esto “transacción utilitaria” porque busca aumentar el placer. Ese es el secreto detrás de las tiendas low cost, un ingenioso hackeo de nuestro cerebro.