“En vez de salvar al grupo Parmalat del descalabro, miles de millones de
euros en títulos acabaron cubriendo diferencias en balances de varios bancos
grandes, dentro y fuera de Italia. Entretanto, los Tanzi, sus cómplices
y ex subordinados desviaban, en provecho propio y con conocimiento de los banqueros,
una parte relativamente menor de los fondos saqueados”.
Así describe las cosas un informe preliminar de veinte fojas, entregado
a los medios este fin de semana por la Policía Financiera italiana. Es
un resumen de la compleja trama de causas en trámite.
“Entramos ahora en la segunda fase de investigaciones y procesamientos,
que empieza con € 1.607 millones en bonos emitidos sobre Nueva York -mayormente
por Bonlat Finance, una sociedad ficticia registrada en Caimán- y luego
eliminados en la contabilidad del grupo”. Así señalan algunos
fiscales.
Las procuradurías de Milán y Parma, también sospechan
complicidad (o “tolerancia no desinteresada”) de los banqueros en
cuanto al falso certificado de depósitos por US$ 3.950 millones en Bank
of America. Por tanto, una masa cercana a € 5.500 millones -más
de un tercio del “agujero” por 14.300 millones- parece haber acabado
en lar arcas de entidades financieras e intermediarios de valores en Estados
Unidos, Suiza, Italia, Luxemburgo, Alemania, Uruguay y Brasil.
Los mecanismos puestos en práctica perseguían un objeto en apariencia
lícito: reducir la exposición de la banca al riesgo sistémico
que planteaba Parmalat. Pero, como había ocurrido en una larga serie
de situaciones extremas -Enron, WorldCom, Global Crossing, Adelphia, Cirio,
etc.-, bancos e intermediarios bursátil no tuvieron en cuenta los intereses
de accionistas, ahorristas, inversores, personal ni fisco perjudicados.
Este cuadro fue definido, durante las actuaciones de febrero, a través
de revelaciones formuladas por Calisto Tanzi -en reserva-, Fausto Tonna -cerebro
de los enjuagues contables- Luca Sala, Shahzad Shabaz, Alberto Ferraris y otros
involucrados. “los jueces aún no pueden abrir la boca, pero les
toca el turno a varios bancos de primera línea, por los menos dos estudios
auditores y algunas firmas de valores internacionales”, señalan
en Parma.
Pero lo que más preocupa en Nueva York y Londres es la intervención
de la fiscalía federal suiza y su inevitable consecuencia: la injerencia
de las autoridades británicas y germanas. Ocurre que la densa red financiera
puesta en juego en Italia depende de matrices en Suiza, Gran Bretaña,
Alemania y EE.UU. En el último caso, la Securities & Exchange Commission
(SEC, Comisión Federal de Valores) ya había tomado cartas en enero.
Hasta fines de febrero, los bancos no italianos amenazados eran America -el
más expuesto- , Deutsche, Crédit Suisse First Boston y Citibank
(Citigroup). Entretanto, la firma de valores más visible era Merrill
Lynch.
Según el informe difundido, entre 1994 y 2001, se sucedieron grande
emisiones de bonos Parmalat. Pero los papeles fueron a manos de bancas y apenas
una ínfima parte llegó a inversores y ahorristas. En otras palabras,
las entidades financieras usaron esos papeles para especular, no para paliar
el creciente endeudamiento del grupo. A cambio, los Tanzi obtuvieron carta blanca
para su propio vaciamiento.
A pesar de eso, hay en poder del público unos € 2.500 millones
en papeles que no valen hoy casi nada. La masa de colocaciones vía Nueva
York (quizás US$ 2.150 millones) fue responsabilidad de Bank of America,
lo cual explica que Fausto Tonna -ex director financiero de Parmalat- tuviese
formularios con membrete de ese banco. En Italia, las instituciones más
comprometidas son Intesa, San Paolo-IMI y Unicrédito.
Por otra parte, la interpelación legislativa a Antonio Fazio, presidente
de Banca d´Italia (central) y director en el Banco Central Europeo, crea un
precedente político “potencialmente más relevante que las
actuaciones de fiscales neoyorquinos y la SEC en los escándalos norteamericanos”.
Así presumen analistas británicos, japoneses y suizos.
En esencia, “comienza a develarse el papel desempeñado por bancas,
intermediarios de valores, gurúes, analistas y medios adictos. No sólo
en casos como Parmalat, Cirio, Ahold o Vivendi Universal sino, también,
en el propio modelo de negocios que llevó a las burbujas de los 90. Tanto
en emisiones bursátiles como en fusiones y adquisiciones”. Eso sostiene
un informe preparado para Pier Ferdinando Casini, presidente de la cámara
de diputados italiana.
“Banqueros, intermediarios y un ejército de analistas se apoyaban
en la vanguardia tecnológica para proclamar el advenimiento de una nueva
economía. Se habían terminado, pues, los ciclos de negocios y
la relación entre precio de un papel y ganancias potenciales de su emisora”.
Tres economistas sistémicos convergen en este diagnóstico: Joseph
Stiglitz, Paul Krugman y Jeffrey Sachs.
“En vez de salvar al grupo Parmalat del descalabro, miles de millones de
euros en títulos acabaron cubriendo diferencias en balances de varios bancos
grandes, dentro y fuera de Italia. Entretanto, los Tanzi, sus cómplices
y ex subordinados desviaban, en provecho propio y con conocimiento de los banqueros,
una parte relativamente menor de los fondos saqueados”.
Así describe las cosas un informe preliminar de veinte fojas, entregado
a los medios este fin de semana por la Policía Financiera italiana. Es
un resumen de la compleja trama de causas en trámite.
“Entramos ahora en la segunda fase de investigaciones y procesamientos,
que empieza con € 1.607 millones en bonos emitidos sobre Nueva York -mayormente
por Bonlat Finance, una sociedad ficticia registrada en Caimán- y luego
eliminados en la contabilidad del grupo”. Así señalan algunos
fiscales.
Las procuradurías de Milán y Parma, también sospechan
complicidad (o “tolerancia no desinteresada”) de los banqueros en
cuanto al falso certificado de depósitos por US$ 3.950 millones en Bank
of America. Por tanto, una masa cercana a € 5.500 millones -más
de un tercio del “agujero” por 14.300 millones- parece haber acabado
en lar arcas de entidades financieras e intermediarios de valores en Estados
Unidos, Suiza, Italia, Luxemburgo, Alemania, Uruguay y Brasil.
Los mecanismos puestos en práctica perseguían un objeto en apariencia
lícito: reducir la exposición de la banca al riesgo sistémico
que planteaba Parmalat. Pero, como había ocurrido en una larga serie
de situaciones extremas -Enron, WorldCom, Global Crossing, Adelphia, Cirio,
etc.-, bancos e intermediarios bursátil no tuvieron en cuenta los intereses
de accionistas, ahorristas, inversores, personal ni fisco perjudicados.
Este cuadro fue definido, durante las actuaciones de febrero, a través
de revelaciones formuladas por Calisto Tanzi -en reserva-, Fausto Tonna -cerebro
de los enjuagues contables- Luca Sala, Shahzad Shabaz, Alberto Ferraris y otros
involucrados. “los jueces aún no pueden abrir la boca, pero les
toca el turno a varios bancos de primera línea, por los menos dos estudios
auditores y algunas firmas de valores internacionales”, señalan
en Parma.
Pero lo que más preocupa en Nueva York y Londres es la intervención
de la fiscalía federal suiza y su inevitable consecuencia: la injerencia
de las autoridades británicas y germanas. Ocurre que la densa red financiera
puesta en juego en Italia depende de matrices en Suiza, Gran Bretaña,
Alemania y EE.UU. En el último caso, la Securities & Exchange Commission
(SEC, Comisión Federal de Valores) ya había tomado cartas en enero.
Hasta fines de febrero, los bancos no italianos amenazados eran America -el
más expuesto- , Deutsche, Crédit Suisse First Boston y Citibank
(Citigroup). Entretanto, la firma de valores más visible era Merrill
Lynch.
Según el informe difundido, entre 1994 y 2001, se sucedieron grande
emisiones de bonos Parmalat. Pero los papeles fueron a manos de bancas y apenas
una ínfima parte llegó a inversores y ahorristas. En otras palabras,
las entidades financieras usaron esos papeles para especular, no para paliar
el creciente endeudamiento del grupo. A cambio, los Tanzi obtuvieron carta blanca
para su propio vaciamiento.
A pesar de eso, hay en poder del público unos € 2.500 millones
en papeles que no valen hoy casi nada. La masa de colocaciones vía Nueva
York (quizás US$ 2.150 millones) fue responsabilidad de Bank of America,
lo cual explica que Fausto Tonna -ex director financiero de Parmalat- tuviese
formularios con membrete de ese banco. En Italia, las instituciones más
comprometidas son Intesa, San Paolo-IMI y Unicrédito.
Por otra parte, la interpelación legislativa a Antonio Fazio, presidente
de Banca d´Italia (central) y director en el Banco Central Europeo, crea un
precedente político “potencialmente más relevante que las
actuaciones de fiscales neoyorquinos y la SEC en los escándalos norteamericanos”.
Así presumen analistas británicos, japoneses y suizos.
En esencia, “comienza a develarse el papel desempeñado por bancas,
intermediarios de valores, gurúes, analistas y medios adictos. No sólo
en casos como Parmalat, Cirio, Ahold o Vivendi Universal sino, también,
en el propio modelo de negocios que llevó a las burbujas de los 90. Tanto
en emisiones bursátiles como en fusiones y adquisiciones”. Eso sostiene
un informe preparado para Pier Ferdinando Casini, presidente de la cámara
de diputados italiana.
“Banqueros, intermediarios y un ejército de analistas se apoyaban
en la vanguardia tecnológica para proclamar el advenimiento de una nueva
economía. Se habían terminado, pues, los ciclos de negocios y
la relación entre precio de un papel y ganancias potenciales de su emisora”.
Tres economistas sistémicos convergen en este diagnóstico: Joseph
Stiglitz, Paul Krugman y Jeffrey Sachs.