viernes, 27 de diciembre de 2024

Parmalat: un saqueo promovido por los propios bancos

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Al cerrar la primera fase procesal, los fiscales tienen en claro que los bancos facilitaron y usufructuaron un saqueo sistemático. Su papel se parece al de grandes firmas de Wall Street en la serie de escándalos iniciada con Enron.

“En vez de salvar al grupo Parmalat del descalabro, miles de millones de
euros en títulos acabaron cubriendo diferencias en balances de varios bancos
grandes, dentro y fuera de Italia. Entretanto, los Tanzi, sus cómplices
y ex subordinados desviaban, en provecho propio y con conocimiento de los banqueros,
una parte relativamente menor de los fondos saqueados”.

Así describe las cosas un informe preliminar de veinte fojas, entregado
a los medios este fin de semana por la Policía Financiera italiana. Es
un resumen de la compleja trama de causas en trámite.

“Entramos ahora en la segunda fase de investigaciones y procesamientos,
que empieza con € 1.607 millones en bonos emitidos sobre Nueva York -mayormente
por Bonlat Finance, una sociedad ficticia registrada en Caimán- y luego
eliminados en la contabilidad del grupo”. Así señalan algunos
fiscales.

Las procuradurías de Milán y Parma, también sospechan
complicidad (o “tolerancia no desinteresada”) de los banqueros en
cuanto al falso certificado de depósitos por US$ 3.950 millones en Bank
of America. Por tanto, una masa cercana a € 5.500 millones -más
de un tercio del “agujero” por 14.300 millones- parece haber acabado
en lar arcas de entidades financieras e intermediarios de valores en Estados
Unidos, Suiza, Italia, Luxemburgo, Alemania, Uruguay y Brasil.

Los mecanismos puestos en práctica perseguían un objeto en apariencia
lícito: reducir la exposición de la banca al riesgo sistémico
que planteaba Parmalat. Pero, como había ocurrido en una larga serie
de situaciones extremas -Enron, WorldCom, Global Crossing, Adelphia, Cirio,
etc.-, bancos e intermediarios bursátil no tuvieron en cuenta los intereses
de accionistas, ahorristas, inversores, personal ni fisco perjudicados.

Este cuadro fue definido, durante las actuaciones de febrero, a través
de revelaciones formuladas por Calisto Tanzi -en reserva-, Fausto Tonna -cerebro
de los enjuagues contables- Luca Sala, Shahzad Shabaz, Alberto Ferraris y otros
involucrados. “los jueces aún no pueden abrir la boca, pero les
toca el turno a varios bancos de primera línea, por los menos dos estudios
auditores y algunas firmas de valores internacionales”, señalan
en Parma.

Pero lo que más preocupa en Nueva York y Londres es la intervención
de la fiscalía federal suiza y su inevitable consecuencia: la injerencia
de las autoridades británicas y germanas. Ocurre que la densa red financiera
puesta en juego en Italia depende de matrices en Suiza, Gran Bretaña,
Alemania y EE.UU. En el último caso, la Securities & Exchange Commission
(SEC, Comisión Federal de Valores) ya había tomado cartas en enero.

Hasta fines de febrero, los bancos no italianos amenazados eran America -el
más expuesto- , Deutsche, Crédit Suisse First Boston y Citibank
(Citigroup). Entretanto, la firma de valores más visible era Merrill
Lynch.

Según el informe difundido, entre 1994 y 2001, se sucedieron grande
emisiones de bonos Parmalat. Pero los papeles fueron a manos de bancas y apenas
una ínfima parte llegó a inversores y ahorristas. En otras palabras,
las entidades financieras usaron esos papeles para especular, no para paliar
el creciente endeudamiento del grupo. A cambio, los Tanzi obtuvieron carta blanca
para su propio vaciamiento.

A pesar de eso, hay en poder del público unos € 2.500 millones
en papeles que no valen hoy casi nada. La masa de colocaciones vía Nueva
York (quizás US$ 2.150 millones) fue responsabilidad de Bank of America,
lo cual explica que Fausto Tonna -ex director financiero de Parmalat- tuviese
formularios con membrete de ese banco. En Italia, las instituciones más
comprometidas son Intesa, San Paolo-IMI y Unicrédito.

Por otra parte, la interpelación legislativa a Antonio Fazio, presidente
de Banca d´Italia (central) y director en el Banco Central Europeo, crea un
precedente político “potencialmente más relevante que las
actuaciones de fiscales neoyorquinos y la SEC en los escándalos norteamericanos”.
Así presumen analistas británicos, japoneses y suizos.

En esencia, “comienza a develarse el papel desempeñado por bancas,
intermediarios de valores, gurúes, analistas y medios adictos. No sólo
en casos como Parmalat, Cirio, Ahold o Vivendi Universal sino, también,
en el propio modelo de negocios que llevó a las burbujas de los 90. Tanto
en emisiones bursátiles como en fusiones y adquisiciones”. Eso sostiene
un informe preparado para Pier Ferdinando Casini, presidente de la cámara
de diputados italiana.

“Banqueros, intermediarios y un ejército de analistas se apoyaban
en la vanguardia tecnológica para proclamar el advenimiento de una nueva
economía. Se habían terminado, pues, los ciclos de negocios y
la relación entre precio de un papel y ganancias potenciales de su emisora”.
Tres economistas sistémicos convergen en este diagnóstico: Joseph
Stiglitz, Paul Krugman y Jeffrey Sachs.

“En vez de salvar al grupo Parmalat del descalabro, miles de millones de
euros en títulos acabaron cubriendo diferencias en balances de varios bancos
grandes, dentro y fuera de Italia. Entretanto, los Tanzi, sus cómplices
y ex subordinados desviaban, en provecho propio y con conocimiento de los banqueros,
una parte relativamente menor de los fondos saqueados”.

Así describe las cosas un informe preliminar de veinte fojas, entregado
a los medios este fin de semana por la Policía Financiera italiana. Es
un resumen de la compleja trama de causas en trámite.

“Entramos ahora en la segunda fase de investigaciones y procesamientos,
que empieza con € 1.607 millones en bonos emitidos sobre Nueva York -mayormente
por Bonlat Finance, una sociedad ficticia registrada en Caimán- y luego
eliminados en la contabilidad del grupo”. Así señalan algunos
fiscales.

Las procuradurías de Milán y Parma, también sospechan
complicidad (o “tolerancia no desinteresada”) de los banqueros en
cuanto al falso certificado de depósitos por US$ 3.950 millones en Bank
of America. Por tanto, una masa cercana a € 5.500 millones -más
de un tercio del “agujero” por 14.300 millones- parece haber acabado
en lar arcas de entidades financieras e intermediarios de valores en Estados
Unidos, Suiza, Italia, Luxemburgo, Alemania, Uruguay y Brasil.

Los mecanismos puestos en práctica perseguían un objeto en apariencia
lícito: reducir la exposición de la banca al riesgo sistémico
que planteaba Parmalat. Pero, como había ocurrido en una larga serie
de situaciones extremas -Enron, WorldCom, Global Crossing, Adelphia, Cirio,
etc.-, bancos e intermediarios bursátil no tuvieron en cuenta los intereses
de accionistas, ahorristas, inversores, personal ni fisco perjudicados.

Este cuadro fue definido, durante las actuaciones de febrero, a través
de revelaciones formuladas por Calisto Tanzi -en reserva-, Fausto Tonna -cerebro
de los enjuagues contables- Luca Sala, Shahzad Shabaz, Alberto Ferraris y otros
involucrados. “los jueces aún no pueden abrir la boca, pero les
toca el turno a varios bancos de primera línea, por los menos dos estudios
auditores y algunas firmas de valores internacionales”, señalan
en Parma.

Pero lo que más preocupa en Nueva York y Londres es la intervención
de la fiscalía federal suiza y su inevitable consecuencia: la injerencia
de las autoridades británicas y germanas. Ocurre que la densa red financiera
puesta en juego en Italia depende de matrices en Suiza, Gran Bretaña,
Alemania y EE.UU. En el último caso, la Securities & Exchange Commission
(SEC, Comisión Federal de Valores) ya había tomado cartas en enero.

Hasta fines de febrero, los bancos no italianos amenazados eran America -el
más expuesto- , Deutsche, Crédit Suisse First Boston y Citibank
(Citigroup). Entretanto, la firma de valores más visible era Merrill
Lynch.

Según el informe difundido, entre 1994 y 2001, se sucedieron grande
emisiones de bonos Parmalat. Pero los papeles fueron a manos de bancas y apenas
una ínfima parte llegó a inversores y ahorristas. En otras palabras,
las entidades financieras usaron esos papeles para especular, no para paliar
el creciente endeudamiento del grupo. A cambio, los Tanzi obtuvieron carta blanca
para su propio vaciamiento.

A pesar de eso, hay en poder del público unos € 2.500 millones
en papeles que no valen hoy casi nada. La masa de colocaciones vía Nueva
York (quizás US$ 2.150 millones) fue responsabilidad de Bank of America,
lo cual explica que Fausto Tonna -ex director financiero de Parmalat- tuviese
formularios con membrete de ese banco. En Italia, las instituciones más
comprometidas son Intesa, San Paolo-IMI y Unicrédito.

Por otra parte, la interpelación legislativa a Antonio Fazio, presidente
de Banca d´Italia (central) y director en el Banco Central Europeo, crea un
precedente político “potencialmente más relevante que las
actuaciones de fiscales neoyorquinos y la SEC en los escándalos norteamericanos”.
Así presumen analistas británicos, japoneses y suizos.

En esencia, “comienza a develarse el papel desempeñado por bancas,
intermediarios de valores, gurúes, analistas y medios adictos. No sólo
en casos como Parmalat, Cirio, Ahold o Vivendi Universal sino, también,
en el propio modelo de negocios que llevó a las burbujas de los 90. Tanto
en emisiones bursátiles como en fusiones y adquisiciones”. Eso sostiene
un informe preparado para Pier Ferdinando Casini, presidente de la cámara
de diputados italiana.

“Banqueros, intermediarios y un ejército de analistas se apoyaban
en la vanguardia tecnológica para proclamar el advenimiento de una nueva
economía. Se habían terminado, pues, los ciclos de negocios y
la relación entre precio de un papel y ganancias potenciales de su emisora”.
Tres economistas sistémicos convergen en este diagnóstico: Joseph
Stiglitz, Paul Krugman y Jeffrey Sachs.

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