Pampa gaúcha: Brasil exporta más carne que la pampa húmeda

Brasil desplazó a la Argentina como exportadora de carnes y se lanzó a anexar establecimientos argentinos y uruguayos para consolidar su liderazgo. Dejó más de US$ 300 millones en el país a cambio de las acciones adquiridas del sector cárneo.

El grupo brasileño JBS-Friboi abrió la brecha al quedarse en primera
instancia hace dos años con Swift Armour y ahora se convirtió en
el líder mundial en producción y exportación de carne bovina:
posee seis plantas en Argentina y maneja por encima de 1.300 toneladas de la cuota
Hilton.

Pero el pase rutilante del año fue el de Quickfood a Marfrig por US$
266 millones, ya que además del genérico paty se adueñó
de la cuota Hilton que tiene la empresa que perteneciera a los Bameule.
Mientras, el propio gobierno de Néstor Kirchner ha cerrado prácticamente
las exportaciones de carne por fijarle el precio interno de venta.

Así como la visión estratégica brasileña dictaba
como prioridad el posicionamiento energético hace siete años,
ahora se orienta hacia alimentos, como la carne y los del complejo sojero.

En cuatro años, el sector manufacturero anunció inversiones dentro
de Argentina por US$ 3.533,7 millones, según abeceb.com contra 2.350
millones del primario, que comprende extracción de petróleo y
gas junto con minería. El orden de preferencias lo encabeza la fabricación
de cemento, a través de Loma Negra, que de Amalia Fortabat fue a parar
al grupo Camargo Correa. Así, los brasileños pasaron a ser importadores
de su propia producción al otro lado de la frontera para lo cual la refuerzan
con una inversión de US$ 100 millones.

La refinación de petróleo es la segunda actividad más
fuerte de los brasileños en el país. De la mano de Petrobrás,
destinará US$ 2.370 millones en proyectos de exploración y ampliación
de refinerías. Mientras que los frigoríficos ascendieron al tercer
lugar.

Corporativismo clásico

El esquema de integración de los negocios que aplican las empresas brasileñas
que compran los paquetes accionarios fuera de su país es el corporativo
de manual.

Se trata del caso de Camargo Correa, una de las más importantes de Brasil,
nacida en 1939 como una pequeña empresa de terraplén y pavimentación,
fundada por Sebastião Camargo. En poco más de 60 años cuenta
con más de 30 mil empleados, para negocios que van desde la ingeniería,
construcción y cemento, hasta las áreas de calzados, textiles,
transporte, siderurgia y gestión ambiental, entre otros.

Así a su rama textil y de calzado le interesó anexar a Alpargatas,
aunque más por una razón estratégica que por tratarse de
una “pichincha”.

Nicolás Bridger, economista de Prefinex, hizo un ejercicio en el que
compatibiliza múltiplos de precios y ganancias de Alpargatas entre ambos
países y llega a la siguiente conclusión: si la emblemática
textil con sede en Barracas hubiera estado radicada en Brasil, sus acciones
hubiesen cotizado 14 % más alto que en Argentina. La diferencia no explicaría
por sí sola la trascendental decisión de compra.

Invirtiendo la ecuación: ¿la oferta de US$ 51,4 millones justificaba
que Newbridge, el fondo que la tomó en convocatoria, se bajara de la
recuperación alcanzada por Alpargatas y entregara, en alza, la posta
local a los brasileños?

Mientras pasan el croupier a las ganancias de estos cuatro años, los
hombres de negocios de Argentina deshojan la margarita entre reinvertir o esperar
la propuesta salvadora. Miran de reojo el crecimiento récord y la inflación
en ascenso para concluir que se llegó a un tope de mercado: el consumo
interno está casi a full, lo mismo la capacidad instalada de la industria,
y si las exportaciones mejoraron sustancialmente en estos años, hasta
llegar a los us$ 50.000 millones, lo hicieron por debajo del promedio internacional.

El grupo Techint reinvierte pero afuera. Se trasnacionalizó. Hace tiempo
que optó por especializar sus negocios siderúrgicos en el eje
norteamericano-europeo, para lo cual salió a adquirir plantas en Venezuela
y México. La operación en la Argentina se limita al 20 % de la
facturación total del holding, y en vez de agrandarse localmente comprando
Acíndar, dejó que la india ArcelorMittal lo hiciera.

La entrada de Votorantim Metais en Acerbrag consolida la extranjerización
de la siderurgia, justo en el terreno del gran coloso argentino, el grupo Techint.

Si el complejo de la familia Rocca no hubiera perforado el techo del mercado
argentino, habría quedado circunscripto a esa mínima expresión
del 20 % y podría haber sido también presa de un comprador extranjero,
como sucedió con Alpargatas, Acíndar o Quilmes.

¿Quo vadis?

Maximiliano Scarlan, de abeceb.com, proyecta la actual situación: “Pasó
de una economía de sustitución a otra que se expande hacia fuera,
lo cual se compensa con la creación de otro tipo de barreras. Pero sin
desarrollo no hay competitividad productiva. Corea y Japón atravesaron
esas etapas, usan el fomento para desarrollarse, dan el salto cualitativo y
pasan a otro plano. El salto brasileño está trayendo costos para
Argentina. Los industriales reclaman apoyo al Estado. La década del 90
dejó a las empresas en muy mala situación, mientras un proceso
de consolidación mundial sólo demandaba del campo o la minería.
Hay muchos dirigentes de la UIA que tienen campos: apuestan antes a la producción
de cereales que a reinvertir en las fábricas”.

No hay diferencia cambiaria que cuente en este ciclo. Tanto la balanza de las
inversiones entre ambos países cuanto la del comercio exterior se inclinan
en forma abrumadora hacia la ahora sexta economía del mundo (según
el Banco Mundial): desde 2000, la presencia inversora de Brasil ascendió
a US$ 10.000 millones pesificados, contra sólo US$ 300 millones “realizados”
del lado argentino.

El grupo brasileño JBS-Friboi abrió la brecha al quedarse en primera
instancia hace dos años con Swift Armour y ahora se convirtió en
el líder mundial en producción y exportación de carne bovina:
posee seis plantas en Argentina y maneja por encima de 1.300 toneladas de la cuota
Hilton.

Pero el pase rutilante del año fue el de Quickfood a Marfrig por US$
266 millones, ya que además del genérico paty se adueñó
de la cuota Hilton que tiene la empresa que perteneciera a los Bameule.
Mientras, el propio gobierno de Néstor Kirchner ha cerrado prácticamente
las exportaciones de carne por fijarle el precio interno de venta.

Así como la visión estratégica brasileña dictaba
como prioridad el posicionamiento energético hace siete años,
ahora se orienta hacia alimentos, como la carne y los del complejo sojero.

En cuatro años, el sector manufacturero anunció inversiones dentro
de Argentina por US$ 3.533,7 millones, según abeceb.com contra 2.350
millones del primario, que comprende extracción de petróleo y
gas junto con minería. El orden de preferencias lo encabeza la fabricación
de cemento, a través de Loma Negra, que de Amalia Fortabat fue a parar
al grupo Camargo Correa. Así, los brasileños pasaron a ser importadores
de su propia producción al otro lado de la frontera para lo cual la refuerzan
con una inversión de US$ 100 millones.

La refinación de petróleo es la segunda actividad más
fuerte de los brasileños en el país. De la mano de Petrobrás,
destinará US$ 2.370 millones en proyectos de exploración y ampliación
de refinerías. Mientras que los frigoríficos ascendieron al tercer
lugar.

Corporativismo clásico

El esquema de integración de los negocios que aplican las empresas brasileñas
que compran los paquetes accionarios fuera de su país es el corporativo
de manual.

Se trata del caso de Camargo Correa, una de las más importantes de Brasil,
nacida en 1939 como una pequeña empresa de terraplén y pavimentación,
fundada por Sebastião Camargo. En poco más de 60 años cuenta
con más de 30 mil empleados, para negocios que van desde la ingeniería,
construcción y cemento, hasta las áreas de calzados, textiles,
transporte, siderurgia y gestión ambiental, entre otros.

Así a su rama textil y de calzado le interesó anexar a Alpargatas,
aunque más por una razón estratégica que por tratarse de
una “pichincha”.

Nicolás Bridger, economista de Prefinex, hizo un ejercicio en el que
compatibiliza múltiplos de precios y ganancias de Alpargatas entre ambos
países y llega a la siguiente conclusión: si la emblemática
textil con sede en Barracas hubiera estado radicada en Brasil, sus acciones
hubiesen cotizado 14 % más alto que en Argentina. La diferencia no explicaría
por sí sola la trascendental decisión de compra.

Invirtiendo la ecuación: ¿la oferta de US$ 51,4 millones justificaba
que Newbridge, el fondo que la tomó en convocatoria, se bajara de la
recuperación alcanzada por Alpargatas y entregara, en alza, la posta
local a los brasileños?

Mientras pasan el croupier a las ganancias de estos cuatro años, los
hombres de negocios de Argentina deshojan la margarita entre reinvertir o esperar
la propuesta salvadora. Miran de reojo el crecimiento récord y la inflación
en ascenso para concluir que se llegó a un tope de mercado: el consumo
interno está casi a full, lo mismo la capacidad instalada de la industria,
y si las exportaciones mejoraron sustancialmente en estos años, hasta
llegar a los us$ 50.000 millones, lo hicieron por debajo del promedio internacional.

El grupo Techint reinvierte pero afuera. Se trasnacionalizó. Hace tiempo
que optó por especializar sus negocios siderúrgicos en el eje
norteamericano-europeo, para lo cual salió a adquirir plantas en Venezuela
y México. La operación en la Argentina se limita al 20 % de la
facturación total del holding, y en vez de agrandarse localmente comprando
Acíndar, dejó que la india ArcelorMittal lo hiciera.

La entrada de Votorantim Metais en Acerbrag consolida la extranjerización
de la siderurgia, justo en el terreno del gran coloso argentino, el grupo Techint.

Si el complejo de la familia Rocca no hubiera perforado el techo del mercado
argentino, habría quedado circunscripto a esa mínima expresión
del 20 % y podría haber sido también presa de un comprador extranjero,
como sucedió con Alpargatas, Acíndar o Quilmes.

¿Quo vadis?

Maximiliano Scarlan, de abeceb.com, proyecta la actual situación: “Pasó
de una economía de sustitución a otra que se expande hacia fuera,
lo cual se compensa con la creación de otro tipo de barreras. Pero sin
desarrollo no hay competitividad productiva. Corea y Japón atravesaron
esas etapas, usan el fomento para desarrollarse, dan el salto cualitativo y
pasan a otro plano. El salto brasileño está trayendo costos para
Argentina. Los industriales reclaman apoyo al Estado. La década del 90
dejó a las empresas en muy mala situación, mientras un proceso
de consolidación mundial sólo demandaba del campo o la minería.
Hay muchos dirigentes de la UIA que tienen campos: apuestan antes a la producción
de cereales que a reinvertir en las fábricas”.

No hay diferencia cambiaria que cuente en este ciclo. Tanto la balanza de las
inversiones entre ambos países cuanto la del comercio exterior se inclinan
en forma abrumadora hacia la ahora sexta economía del mundo (según
el Banco Mundial): desde 2000, la presencia inversora de Brasil ascendió
a US$ 10.000 millones pesificados, contra sólo US$ 300 millones “realizados”
del lado argentino.

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