Al promediar el mes de julio China anunció que impondría sanciones a Lockheed Martin (el gran fabricante de armas en Estados Unidos) en represalia por la decisión de Washington de aprobar la venta de partes misilísticas a Taiwán.
En efecto, el Departamento de Estado de Estados Unidos aprobó una venta de más de US$ 600 millones de repeustos misilísticos para que Taiwán reacondicion sus misiles Patriot. Los misiles son para defender de ataques las instalaciones militares taiwanesas.
Al conocer la noticia, el ministro chino de relaciones exteriores, Zhao Lijian dijo que “China se opone firmemente a que Estados Unidos venda armas a Taiwán”.
Ahora llega la represalia, que tiene enormes consecuencias. China representa el 80% de la oferta global de tierras raras, un grupo de 17 elementos metálicos que forman parte de la mayoría de los productos de alta tecnología. También es el gran proveedor de los poderosos imanes e tierras raras, que son el principal elemento en todas las turbinas para los bombarderos F35 que construye Lockheed.
La decisión de restringir la provisión de tierras raras a Lockheed, el más grande fabricante de armas de Estados Unidos, intensificaría la intención del gobierno estadounidense de desacoplar su tecnología de China y extremar los esfuerzos para crear una cadena e suministro no-china en una industria global que mueve US$ 5.000 millones al año.
Se están dando los primeros pasos en Estados Unidos, Australia y la Unión Europea para asegurar la provisión de tierras raras. Australia tiene la sexta parte de los depósitos de tierras raras del mundo. Lynas Corp es el único gran productor de tierras raras que no es chino.
