Luego de infructuosos intentos por reestructurar su deuda, la naviera surcoreana Hanjin Shipping, la más grande operadora de contenedores del mundo, declaró la quiebra. A pesar de la globalización, el mundo no parece ya estar necesitando de inmensos barcos capaces de transportar millares de contenedores de acero cargados de mercadería.
La conmoción que provocó la noticia en todo el mundo no se sentía desde el colapso en 1986 de United States Lines. La quiebra, declarada la semana pasada, creó una situación insólita para los 85 buques que fueron abandonados en alta mar, ya que los puertos de Estados Unidos, Europa y Asia no les dejan atracar por miedo a que no puedan pagar las tasas portuarias o que sus mercancías sean confiscadas por los acreedores.
El mundo parece no necesitar más de los inmensos bancos de contenedores. Hacía mucho tiempo que las navieras no atravesaban una crisis de semejante magnitud. El súper ciclo que vivieron en los últimos años se acabó por dos razones: una es que el crecimiento en el comercio global es escaso. La rápida globalización de los últimos 20 años generó la demanda de enormes barcos para transportar mercaderías de un extremo al otro del mundo. En ese periodo el tamaño de los buques aumentó 90% y la capacidad total de la flota en 2015 era cuatro veces mayor que la del 2000. Los astilleros aceleraron la construcción de buques gigantescos desde 2007, aparentemente en total desconexión con los niveles de la demanda, según un estudio de la OCDE.