Los hermanos querían hacer fortuna vendiendo hamburguesas. A su padre lo habían echado de la fábrica de zapatos donde había trabajado durante 42 años y esa humillación les afianzó la decisión de ser dueños de su propio destino para evitar que les pasara lo mismo. A Maurice, el mayor, lo llamaban Mac; Dick era siete años más joven. Los dos soñaban con hacerse famosos y ricos en el negocio del cine y ser millonarios al llegar a los 50 años.
Se emplearon en Columbia Movie Studios con US$ 25 a la semana que apenas les alcanzaban para pagar la renta. A ver que les resultaba imposible avanzar hacia las actividades rentables del negocio pensaron en incursionar en el otro aspecto, menos glamoroso del negocio: exhibir películas. En 1930 compraron un cine a 20 millas de Los Ãngeles. Para que los asistentes no llevaran comida a la sala instalaron un kiosco con bar en el hall de entrada.
Pero llegaron los años de la Depresión y los hermanos veían acumularse las cuentas a pagar.
En el pueblo de al lado montaron un kiosco e hicieron un trato con una empresa de allí que vendía naranjas al por mayor. Comenzaron a vender jugo de naranja y panchos. El lugar era muy visitado por personalidades del cine y vendía bien.
Pero querían más. Buscaron y buscaron hasta que al final consiguieron un préstamo de US$ 5.000 e instalaron en San Bernardino un local que ahora sí, llamaron McDonald´s Barbeque junto a la ruta. Allí ofrecían comida servida directamente a los autos que pasaban con una flota de atractivas jóvenes vestidas con uniformes de acomodadoras de cine que tenían de sus actividades anteriores.
Los años que duró la guerra fueron duros, pero cuando se firmó el armisticio comenzó una era de alegría y consumo. Para 1950 había 40 millones de autos en las rutas y los norteamericanos vivían una era donde todo se veía posible. Comer fuera de casa se volvió no solo aceptable sino una señal de buen pasar. Comer algo que era traído a la ventanilla del adorado auto nuevo era una sensación de bienestar desconocida hasta la fecha.
Los hermanos analizaron su menú para detectar lo que más se venía y eliminaron 25 platos de la lista y dejaron nueve. Inventaron una línea de ensamblaje para la preparación y entrega de sus productos, en la que los trabajadores asaban las carnes (40 patties en 110 segundos), freían las papas (900 raciones por hora) y despachaban una comida completa en 20 segundos.
Para responder a la demanda de jugos y batidos Dick y Mac compraron ocho licuadoras de última generación que podían hacer, cada una, cinco licuados a la vez. Los que sobraban se guardaban en la heladera, listos para servir.
Pero al público no le gustó que el menú se redujera. Elgunos entraban con el auto y se retiraban indignados si una moza no aparecía al segundo.
El milagro ocurrió pocos meses después, cuando empezaron a ir obreros de la construcción, luego niños y luego todo el mundo. Y esa presencia atraía cada vez más gente. La gente comenzó por fin a aceptar tener menos opciones en el menú a cambio de buen precio y rapidez.