Aferrado a su estilo agresivo, Lawrence Ellison ha resulto bloquear en lo posible todo intento expansivo de SAP, la mayor proveedora mundial de software empresario, con casi 55% del núcleo de mercado (las cuatro concurrentes principales), contra 23% de Oracle+PSoft. La presa es tentadora, pues se trata de un sector que mueve ventas anuales por US$ 34.000 millones.
La rivalidad se acentuó luego de que Ellison pagase la enormidad de US$ 10.300 millones por PeopleSoft-JD Edwards, entonces la segunda compañía. La compra dobló la participación de Oracle en el mercado, si bien complica sus finanzas, dado el monto abonado y el escaso efectivo remanente en el feudo de Ellison. Éste se apresuró a declarar “una guerra tecnológica sin cuartel contra SAP”, gesto que Silicon Valley ha calificado de “bravuconada”.
Mientras Henning Kagermann, presidente ejecutivo de la firma germana, mantenía su estilo de bajo perfil, Leo Apotheker –director de ventas- declaró que se aceptaba con gusto el desafío. Entretanto, Kagermann intensifica una campaña de marketing en pos de clientes de PeopleSot y también de Oracle, descontentos con el estilo de Ellison y el descuido de líneas otrora pertenecientes a PS y JD Edwards.
Las tácticas agresivas de Oracle reflejan una obsesión de Ellison: ser primera en lanzar al mercado la próxima generación de software institucional, carrera donde SAP mantiene cierta ventaja, porque empezó antes y no se entretuvo en batallas como la de Oracle contra PeopleSoft. A la sazón, su futura oferta se basará en los puntos fuertes del actual NetWeaver.
Por supuesto, Ellison sostiene que es apenas un software anticuado con nueva etiqueta. A su vez, los técnicos alemanes se mofan el “proyecto fusión” de Ellison y lo llaman “proyecto confusión”. Mientras tanto, SAP compite también con IBM y Microsoft, sin dejar de mantener alianzas con ambas para desarrollar y vender software.
Creada en 1972 por cinco ex programadores de IBM, SAP ha llegado muy lejos. Su ingeniería le permitió crecer sostenidamente en los 80 y 90, hasta convertirse en uno de los escasos éxitos europeos de vanguardia tecnológica. Con cerca de 32.000 personas, sus ingresos anuales orillan € 7.500 millones y las utilidades netas ascendieron a 1.300 millones en 2004.
Tras algunos años compartiendo la presidencia con Hasso Plattner –cuyo carácter lo acerca a Ellison-, Kagermann dirige solo la firma desde 2003. Su cometido es claro: crecer cuando ya la mayoría de grandes empresas usa software SAP. El CEO ha sido captando clientes a tal ritmo que, hacia fines de 2004, había reducido de 29 a 23% la cuota conjunta Oracle-PeopleSoft.
El actual choque entre ambas competidoras se refiere a Retek, especialista estadounidense en software para el sector minorista. Tanto Kagermann como Ellison habían abierto tratativas en 2004, seducidos por su clientela, pero Oracle se replegó para centrarse en PeopleSoft. El 28 de febrero, SAP y Retek anunciaron una venta por US$ 496 millones. A mediados de marzo, Oracle hizo una propuesta hostil por US$ 524 millones. El viernes, los alemanes subieron a la suya a US$ 617 millones.
Aferrado a su estilo agresivo, Lawrence Ellison ha resulto bloquear en lo posible todo intento expansivo de SAP, la mayor proveedora mundial de software empresario, con casi 55% del núcleo de mercado (las cuatro concurrentes principales), contra 23% de Oracle+PSoft. La presa es tentadora, pues se trata de un sector que mueve ventas anuales por US$ 34.000 millones.
La rivalidad se acentuó luego de que Ellison pagase la enormidad de US$ 10.300 millones por PeopleSoft-JD Edwards, entonces la segunda compañía. La compra dobló la participación de Oracle en el mercado, si bien complica sus finanzas, dado el monto abonado y el escaso efectivo remanente en el feudo de Ellison. Éste se apresuró a declarar “una guerra tecnológica sin cuartel contra SAP”, gesto que Silicon Valley ha calificado de “bravuconada”.
Mientras Henning Kagermann, presidente ejecutivo de la firma germana, mantenía su estilo de bajo perfil, Leo Apotheker –director de ventas- declaró que se aceptaba con gusto el desafío. Entretanto, Kagermann intensifica una campaña de marketing en pos de clientes de PeopleSot y también de Oracle, descontentos con el estilo de Ellison y el descuido de líneas otrora pertenecientes a PS y JD Edwards.
Las tácticas agresivas de Oracle reflejan una obsesión de Ellison: ser primera en lanzar al mercado la próxima generación de software institucional, carrera donde SAP mantiene cierta ventaja, porque empezó antes y no se entretuvo en batallas como la de Oracle contra PeopleSoft. A la sazón, su futura oferta se basará en los puntos fuertes del actual NetWeaver.
Por supuesto, Ellison sostiene que es apenas un software anticuado con nueva etiqueta. A su vez, los técnicos alemanes se mofan el “proyecto fusión” de Ellison y lo llaman “proyecto confusión”. Mientras tanto, SAP compite también con IBM y Microsoft, sin dejar de mantener alianzas con ambas para desarrollar y vender software.
Creada en 1972 por cinco ex programadores de IBM, SAP ha llegado muy lejos. Su ingeniería le permitió crecer sostenidamente en los 80 y 90, hasta convertirse en uno de los escasos éxitos europeos de vanguardia tecnológica. Con cerca de 32.000 personas, sus ingresos anuales orillan € 7.500 millones y las utilidades netas ascendieron a 1.300 millones en 2004.
Tras algunos años compartiendo la presidencia con Hasso Plattner –cuyo carácter lo acerca a Ellison-, Kagermann dirige solo la firma desde 2003. Su cometido es claro: crecer cuando ya la mayoría de grandes empresas usa software SAP. El CEO ha sido captando clientes a tal ritmo que, hacia fines de 2004, había reducido de 29 a 23% la cuota conjunta Oracle-PeopleSoft.
El actual choque entre ambas competidoras se refiere a Retek, especialista estadounidense en software para el sector minorista. Tanto Kagermann como Ellison habían abierto tratativas en 2004, seducidos por su clientela, pero Oracle se replegó para centrarse en PeopleSoft. El 28 de febrero, SAP y Retek anunciaron una venta por US$ 496 millones. A mediados de marzo, Oracle hizo una propuesta hostil por US$ 524 millones. El viernes, los alemanes subieron a la suya a US$ 617 millones.