Era una singular personalidad, combativa y poderosa, cuyos últimos años (acaba de morir, a los 94) estuvieron signados por un feroz enfrentamiento con su hija y sucesora.
Liliana Bettencourt era la accionista principal de la próspera empresa francesa de cosmética y belleza.
La primera reacción de los mercados fue un alza de 4% en las acciones de la firma. Una clara señal de que este acontecimiento puede transformar esencialmente esta conocida empresa, e incluso, por razones a considerar ahora, modificar los estrechos vínculos que tuvo siempre con la principal productora de alimentos a escala global, con sede en Suiza, Nestlé.
Los miembros de la familia Bettencourt son los principales accionistas con 33% del capital (la hija y el nieto de Liliana se sientan en el directorio). Pero el segundo accionista, con 23% es Nestlé. La empresa suiza acordó con ellos en su momento que, mientras viviera la fundadora, ninguna de las dos partes buscaría mayor porcentaje accionario en la otra.
Eso tiene una explicación: hace décadas, cuando L´Oreal atravesó un mal momento y estaba acosada por competidores, pidió el auxilio de Nestlé. A pesar de lo diferente de ambos negocios, la alimenticia lo hizo y eso garantizó décadas de formalidad.
Pero ahora cesa la cláusula. Y Nestlé puede aspirar a buscar más acciones en la empresa francesa. Algo que nunca se pudo prever al tiempo de la operación original, es que ahora L´Oreal también está en condiciones de comprar acciones de la alimenticia, que hace poco rechazó un intento de takeover.
En seis meses –el plazo legal acordado – Nestlé puede avanzar, en una compra parcial, o incluso total. O al menos L´Oreal puede intentar recomprar el 23% en manos de la empresa suiza.
Los actores del sector financiero creen que lo más probable es que Nestlé le venda su participación a L´Oreal.