Por Felipe Almeida (*)
Según el INDEC, la cantidad de empleados en blanco del sector privado que aporta el campo es del 5% del total y se estima que la cifra podría ser superior considerando industrias asociadas (aceites, moliendas, y procesamiento de carne), alcanzando así el 11%.
En el 2016, nuevos desafíos de corto plazo se presentan para el sector. El incremento en el precio de los agroquímicos y fertilizantes, con su consecuente impacto en la producción, principalmente considerando que estos insumos llegan a representar más de 45% del costo total del producto, es uno de ellos. Además, el precio internacional de los productos agrícolas está cayendo. Desarrollar técnicas de producción cada vez más competitivas que sean sustentables con el medio ambiente se ha convertido en el nuevo objetivo y es una exigencia del mercado.
Frente a este escenario, el lema es tratar de hacer “más con menos”, intentando “combinar, integrar y adaptar soluciones tecnológicas de última generación”. En el pasado, cuando la disponibilidad de crédito en el sector disminuía, el productor utilizaba la misma área de labranza, pero reducía la tecnología aplicada. Hoy, ya no es posible producir de forma rentable sin usar tecnología de última generación. Por eso, la gran discusión del mercado es la agricultura de precisión.
El sector está pidiendo innovación en distintos campos, como soluciones en genética, control biológico de plagas, robótica, Machine to Machine (M2M, por sus siglas en inglés), software de automatización, drones, monitoreo climático y control de las condiciones o características del suelo y subsuelo, que demandan el desarrollo de verdaderas redes neuronales. En este contexto, el profesional que trabaja en el agronegocio necesita desarrollar nuevas habilidades y competencias, como la capacidad para lidiar con un volumen cada vez más alto de información y la habilidad de tomar decisiones basadas en estos datos.
La nueva frontera agrícola está en la capacidad de análisis para lidiar con cuestiones ambientales, económicas y sociales, y solamente la integración tecnológica permitirá desarrollar un ecosistema con una visión transversal de personas, procesos y sistemas totalmente conectados.
En este nuevo ambiente, es fundamental encontrar un socio tecnológico de confianza, capaz de lidiar con lo multidisciplinario, visión de punta a punta y capacidad de desarrollar soluciones tecnológicas integradas y a medida. Así, se podrán lograr nuevos niveles de rentabilidad en el sector del agronegocio.
(*) Analista de consultoria, Logicalis Argentina