La IA ya es parte de la cadena de producción

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Diversas industrias están empleando inteligencia asistida, aumentada o autónoma para mejorar sus procesos y operaciones. Actualmente, la mitad de las organizaciones de todo el mundo invierte en algún tipo de Inteligencia Artificial, y las dos terceras partes planifican hacerlo en tres años.

La Inteligencia Artificial (AI) está mejorando los procesos industriales, creando nuevas formas de trabajo y haciendo más inteligente a una nueva generación de máquinas. Bajo esta gran etiqueta hay varias tecnologías que emulan capacidades del intelecto humano, como la automatización de procesos robóticos, el aprendizaje automático, el procesamiento del lenguaje natural y las redes neuronales.

Inteligencia Artificial es un término general que se utiliza para definir tecnologías que son conscientes de su entorno y pueden aprender de él, para luego tomar acciones autónomas.

El aspecto que más diferencia AI de otros softwares de uso general es que habilita a las máquinas a responder por sí mismas a señales del mundo exterior, algo que los programadores y diseñadores no pueden controlar ni anticipar. Así, AI interactúa con una variedad de tecnologías emergentes: permite a las computadoras percibir, analizar y adaptarse a sus entornos; es “el cerebro” que llevará a los robots al siguiente nivel.

Según Enzo Taibi, socio a cargo de consultoría IT de PwC Argentina, “generalmente, AI es entendida como un habilitador para que otras tecnologías y máquinas ganen autonomía, lo que genera ciertos temores, como la violación de la privacidad de las personas o la eliminación de puestos de trabajo. Lo cierto es que para las organizaciones es principalmente una herramienta que facilita la innovación y mejora la productividad. La AI va a modificar fundamentalmente los procesos de trabajo, emparejando personas y máquinas de maneras novedosas y eficientes, y creando lugares de trabajo más productivos”.

 

Cómo usan AI las empresas

 

Actualmente, las organizaciones de todo el mundo están aplicando el potencial de AI para fortalecer su cadena productiva, a partir de tres aspectos bien definidos: inteligencia asistida, inteligencia aumentada e inteligencia autónoma.

La inteligencia asistida, ampliamente disponible en la actualidad, es efectiva para tareas claramente definidas, reglamentadas y rutinarias. Suele emplearse en líneas de ensamblaje automatizadas y otros usos de robots físicos; en la automatización de procesos robóticos, donde un software simula las actividades online de un ser humano; y en funciones de back-office, tales como facturación, finanzas o cumplimiento regulatorio. La inteligencia asistida está siendo muy usada en los softwares orientados a recibir y procesar órdenes de clientes, para brindar el asesoramiento que anteriormente solo podían ofrecer seres humanos.

La inteligencia aumentada es un poderoso emergente que permite a personas y organizaciones hacer cosas que, de otra forma, no podrían hacer. Por ejemplo, Netflix utiliza algoritmos de aprendizaje para sugerir contenidos que sus usuarios probablemente no habrían encontrado por sí mismos, en base a sus patrones de comportamiento y los del público en general. Esto lleva a reducir los costos y generar mayores ganancias por serie o película, genera una audiencia más entusiasta, y respalda más inversiones en la personalización (y AI).

La inteligencia autónoma, actualmente en desarrollo, permite a las máquinas actuar de manera independiente. Las aplicaciones más esperadas son los automóviles autodirigidos y los programas de traducción completa de idiomas. Hasta ahora, el servicio más autónomo es el de la plataforma de mensajería y medios sociales WeChat, de Tencent, que tiene cerca de 800 millones de usuarios activos diarios, la mayoría de ellos en China. El programa, diseñado principalmente para su uso en teléfonos inteligentes, ofrece un reconocimiento de voz relativamente sofisticado, traducción de chino a inglés, reconocimiento facial y amigos virtuales.

Según explica Diego Taich, director en consultoría IT de PwC Argentina: “A pesar de que algunas de estas tecnologías todavía requieren un mejor desarrollo, cualquier empresa dispuesta a avanzar en una estrategia digital debería estar pensando seriamente en AI. Basta considerar que emergentes disruptivos -como Internet de las Cosas (IoT)- generarán grandes cantidades de información, mucho más de lo que las personas podemos interpretar y que la aplicación de AI podrá ser de gran utilidad para comprender patrones, tomar decisiones de soporte, upgrade y mantenimiento de las “cosas” así también como predecir comportamientos futuros. En este sentido, el mayor desafío para que las empresas implementen AI no será tecnológico, sino que pasará por crear y sostener confianza durante las etapas de adopción y transición, para que las personas confíen en los nuevos sistemas”.

 

El “mercado inteligente” suma inversiones

 

Solo en Estados Unidos, el mercado de AI atrajo en 2016 más de US$ 3 mil millones en financiamiento para proyectos, de acuerdo con el reporte MoneyTreeTM de PwC/CB que monitorea la evolución de firmas de capital de riesgo y el ecosistema de startups de alto crecimiento.

El “mercado inteligente” está creciendo, a medida que las compañías de todo el mundo están entendiendo la necesidad de adoptar las tecnologías emergentes para sostener competitividad y crecimiento. Según la edición 2017 de la Encuesta Global sobre Digital IQ realizada por PwC, el 54% de las compañías ya está invirtiendo en IA, mientras que el 63% planea hacerlo en tres años.

Las compañías de Norteamérica y Europa occidental son pioneras en la adopción de tecnologías de AI, al igual que las compañías de seguros, entretenimiento y medios, y los financiadores del sistema sanitario. En tres años se estima que también adoptarán AI las compañías de información y comunicaciones, administradores de bienes, mercados de capitales, compañías de hotelería y ocio, y de servicios profesionales.

 

 

 

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