La batalla de las cervecerías se extiende ahora a Canadá

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Se decide este fin de semana la suerte de otra fusión cervecera. Los accionistas de la canadiense Molson contemplan una propuesta de Adolph Coors. Si prospera, surgirá el quinto grupo mundial de la actividad.

Fuera de Alemania y alrededores, Adolph Coors –con casi 220 años de edad- es una de las firmas más antiguas del mundo. Al ser ésta el origen de la iniciativa, ahora es preciso que la asamblea general de Molson resuelva si aceptarla o no. En general, los expertos de Montreal y Toronto creen que la transacción quedó ya “atada” con los US$ 530 millones en efectivo que AC ofreció el jueves a los accionistas de Molson.

Quienes se oponen a la fusión, en cambio, sostienen que aún tienen posibilidades de juntar la mayoría absoluta (dos tercios del voto vía papeles A). Sin embargo, no pueden tachar de insuficiente la propuesta, dado que valúa la empresa en cerca de US$ 4.000 millones.

Más allá del desenlace, la dura pelea dejará amargura y resentimiento en la familia epónima y fundadora. Ian Molson renunció como vicepresidente hace algunos meses, tras una gresca con Eric, un primo lejano. Ahora, el dimitente encabeza el grupo opuesto a la fusión.

Uno de los argumentos de Ian es que, tal como se plantea, la fusión es simplemente una absorción por parte de Coors. Ello pese a que los accionistas de Molson retengan 55% del futuro paquete conjunto. Además, hay un factor si se quiere político: AC es norteamericana (Colorado). Por otra parte, la creciente tendencia mundial a formar conglomerados juega en favor, máxime por la escasa personalidad de las cervezas canadienses (rasgo que comparten los whiskies), si bien Coors –que vende bien por su precio bajo- tampoco tiene mucho renombre fuera de su mercado regional dentro de EE.UU.

Fuera de Alemania y alrededores, Adolph Coors –con casi 220 años de edad- es una de las firmas más antiguas del mundo. Al ser ésta el origen de la iniciativa, ahora es preciso que la asamblea general de Molson resuelva si aceptarla o no. En general, los expertos de Montreal y Toronto creen que la transacción quedó ya “atada” con los US$ 530 millones en efectivo que AC ofreció el jueves a los accionistas de Molson.

Quienes se oponen a la fusión, en cambio, sostienen que aún tienen posibilidades de juntar la mayoría absoluta (dos tercios del voto vía papeles A). Sin embargo, no pueden tachar de insuficiente la propuesta, dado que valúa la empresa en cerca de US$ 4.000 millones.

Más allá del desenlace, la dura pelea dejará amargura y resentimiento en la familia epónima y fundadora. Ian Molson renunció como vicepresidente hace algunos meses, tras una gresca con Eric, un primo lejano. Ahora, el dimitente encabeza el grupo opuesto a la fusión.

Uno de los argumentos de Ian es que, tal como se plantea, la fusión es simplemente una absorción por parte de Coors. Ello pese a que los accionistas de Molson retengan 55% del futuro paquete conjunto. Además, hay un factor si se quiere político: AC es norteamericana (Colorado). Por otra parte, la creciente tendencia mundial a formar conglomerados juega en favor, máxime por la escasa personalidad de las cervezas canadienses (rasgo que comparten los whiskies), si bien Coors –que vende bien por su precio bajo- tampoco tiene mucho renombre fuera de su mercado regional dentro de EE.UU.

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