Benjamin Hamilton, 33 años y cofundador de la compañía, explica que la idea original la tuvieron en 2005, cuando junto a Aaron Sohacki eran compañeros en Georgia Tech. En aquel momento pensaron que podía ser más rápido y más conveniente volar que manejar, especialmente dada la cantidad de pequeños aeropuertos subutilizados que hay en Estados Unidos.
La realidad es que los vuelos comerciales se han vuelto incómodos: pasar por seguridad, pagos por equipaje y demoras o cancelaciones: manejar distancias largas tampoco es mucho mejor. La compañía ofrece hoy vuelos que cuestan un promedio de US$ 1.200 y tiene mucho por hacer antes de convencer a la gente de que el vuelo aéreo privado tiene futuro. Pero están avanzando.
Desde 2012, los ingresos aumentaron casi 980%, lo que les permitió meterse en el puesto número 980 de las 500 de Inc. ImagineAir también se expandió geográficamente, toca más de 1.000 aeropuertos regionales en la costa este de Estados Unidos. Ya está mirando ahora nuevas rutas al oeste del Mississippi.
Hamilton y Sohacki se conocieron en el Yellow Jacket Flying Club de la universidad Goergia Tech, donde ambos se desempeñaban como instructores de vuelo. Allí se hicieron amigos y copilotos. Después de graduarse en 2005 decidieron que iban a hacer negocios juntos. Hamilton había aprendido a volar antes que a manejar un auto y ambos soñaban con una compañía que popularizara los vuelos privados en aviones chicos como los Cirrus que ellos manejaban, Pero aparte de los multimillonarios o los famosos que preferían vuelos privados pero en aviones grandes el vuelo privado por llamada no se veía como opción.
“Viajar en un vuelo chárter cuesta alrededor de US$ 7.500. Por eso la idea de la compañía es ofrecer vuelo seguros en aviones chicos a un precio mucho más manejable.
La idea es tentadora pero hasta ahora no se ha difundido mucho. “Pretender hacer algo nuevo con la aviación no es fácil. Vivimos en un mundo muy tradicional y nuestra idea no es algo que el negocio vea como viable.
Sohacki dejó la compañía en 2011. Hamilton dice que fue muy difícil escalar un negocio con costos fijos tan altos. Cada avión le cuesta a ImagineAir US$ 700.000. Cuanto más crezca más podrá optimizar las rutas de vuelo. Eso, a su vez, ayudará a bajar los precios y atraer más clientes.