Samuel Palmisano, presidente ejecutivo de IBM, visita estos días las instalaciones de vanguardia tecnológica en Bangalur. Acabá de revelar allí que la empresas elevará a casi US$ 6.000 millones las inversiones de capital en el trienio 2006-8. Vale decir, el triple de lo colocado en 2003-5.
Sin duda, India se ha convertido en nódulo operativo de Big Blue, fuera de la América anglosajona. Por de pronto, los ingresos de aquel origen aumentaron 55% en 2005, tras haberlo hecho en 45% un año antes. Es irónico para una compañía que abandonó ese país a fines de los años 70, en protesta por “regulaciones oficiales demasiado estrictas”.
La empresa regresó en 1992 y, ahora, emplea 43.000 personas, una dotación sólo superado por la central en Estados Unidos. Por supuesto, la dura competencia mundial hace que IBM y otras grandes inunden India en pos de talentos jóvenes, dispuesto a trabajar por mucho menos que sus colegas en el primer mundo. Gigantes como Cisco Systems, Intel, Microsoft y –se rumorea- Google tiene todos planes para investigación y desarrollo, toma y adiestramiento de personal local.
Si bien no al ritmo chino, la economía india crece con vigor, en particular el sector tecnológico. Pero este fenómeno está generando problemas de imagen en Estados Unidos, donde IBM y otras han estado eliminando puestos laborales a troche y moche. India, China, Méjico y otros países preocupan a sindicalistas y legisladores norteamericanos: ya son años de tercerización y exportación de demanda laboral.
Las empresas como IBM transfieren a India o China funciones administrativas y técnicas con la idea de reducir costos en EE.UU. La tendencia involucra ya I&D y otras áreas claves. Precisamente, mientras la creación de empleo en EE.UU. y la Eurozona languidece, en tanto los salarios comienzan a retrasarse respecto de la inflación, en un clima propicio al estancamiento.
No obstante, si las compañías norteamericanas optan por gastar su caja en el exterior, tarde o temprano eso afectará los negocios en el país. Lo malo es que gobierno y analistas cuentan con esos capitales para mantener la economía funcionando, pues los consumidores se retraen debido al alza de combustibles y tasas largas o la contracción de la burbuja inmobiliaria.
Samuel Palmisano, presidente ejecutivo de IBM, visita estos días las instalaciones de vanguardia tecnológica en Bangalur. Acabá de revelar allí que la empresas elevará a casi US$ 6.000 millones las inversiones de capital en el trienio 2006-8. Vale decir, el triple de lo colocado en 2003-5.
Sin duda, India se ha convertido en nódulo operativo de Big Blue, fuera de la América anglosajona. Por de pronto, los ingresos de aquel origen aumentaron 55% en 2005, tras haberlo hecho en 45% un año antes. Es irónico para una compañía que abandonó ese país a fines de los años 70, en protesta por “regulaciones oficiales demasiado estrictas”.
La empresa regresó en 1992 y, ahora, emplea 43.000 personas, una dotación sólo superado por la central en Estados Unidos. Por supuesto, la dura competencia mundial hace que IBM y otras grandes inunden India en pos de talentos jóvenes, dispuesto a trabajar por mucho menos que sus colegas en el primer mundo. Gigantes como Cisco Systems, Intel, Microsoft y –se rumorea- Google tiene todos planes para investigación y desarrollo, toma y adiestramiento de personal local.
Si bien no al ritmo chino, la economía india crece con vigor, en particular el sector tecnológico. Pero este fenómeno está generando problemas de imagen en Estados Unidos, donde IBM y otras han estado eliminando puestos laborales a troche y moche. India, China, Méjico y otros países preocupan a sindicalistas y legisladores norteamericanos: ya son años de tercerización y exportación de demanda laboral.
Las empresas como IBM transfieren a India o China funciones administrativas y técnicas con la idea de reducir costos en EE.UU. La tendencia involucra ya I&D y otras áreas claves. Precisamente, mientras la creación de empleo en EE.UU. y la Eurozona languidece, en tanto los salarios comienzan a retrasarse respecto de la inflación, en un clima propicio al estancamiento.
No obstante, si las compañías norteamericanas optan por gastar su caja en el exterior, tarde o temprano eso afectará los negocios en el país. Lo malo es que gobierno y analistas cuentan con esos capitales para mantener la economía funcionando, pues los consumidores se retraen debido al alza de combustibles y tasas largas o la contracción de la burbuja inmobiliaria.