Los últimos comentarios del procurador, William Lockyer son un severo golpe para Hewlett-Packard. Por consiguiente, los papees bajaban el miércoles 2,3%, a US$ 36,09. Esto interrumpe el rebote inociado el día 8, que llegó a acumular 4,2%.
Mientras tanto, quizá la presidente del directorio, Patricia Dunn, deba ceder el cargo a Mark Hurd, actual director ejecutivo, mucho antes del 18 de enero (fecha fijada el martes). La fiscalía presentará cargos penales a autoridades de la firma e investigadores privados, por maniobras ilícitas.
Al parecer, gente ajena a la compañía, contratada por Dunn para averiguar quiénes pasaban datos a los medios, obtuvo números y grabaciones telefónicas de miembros del directorio, apelando a identidades falsas. La presidente de junta empleó esos datos sin saber que se habían empleado métodos ilegales (así sostuvo durante la borrascosa reunión de directorio, el martes).
Lockyer buscaba determinar quiénes transgredieron leyes sobre robo de identidades e información en el ciberespacio. “Hay evidencias de que se cometieron delitos. Ahora queremos saber –señalaba el fiscal- quiénes son responsables o hasta dónde ciertas autoridades de Hewlett-Packard estaban al tanto del asunto”.
El directorio de H-P, segunda fabricante de computadoras en el mundo, no se repone de la conmoción. En rigor, investigaciones iniciadas por Dunn han llevado a que personas ajenas a la firma –pero no a la presidente de junta- tuviesen acceso a datos de los jerarcas. Por su lado, AT&T (la mayor telefónica norteamericana) colabora con la fiscalía para rastrear accesos no autorizados o bajo falsa identidad y ha demandado a veinticinco personas por abrir cuentas falsas.
El escándalo acabó con Dunn al frente de H-P. Ésta había declarado que renunciaría sólo si se lo pidiese la junta, reveló el “Wall Street journal” en la Red. Eso sucedió el martes. No obstante, hasta el lunes la funcionaria negaba intenciones de dimitir y decía ignorar los métodos empleados por esos investigadores externos. Pero AT&T se los había explicado una semana antes.
Las filtraciones se iniciaron en enero de 2005 y preceden a la caída de Carleton Fiorina como directora ejecutiva. Al parecer, ella no sabía nada del asunto. George Keyworth, un director que había admitido el uso de esos datos, se negaba a renunciar y puede ser procesado. A la inversa, su colega Thomas Perkins dimitió e instó a Dunn a acompañarlo. “Ahora, el directorio exije las renuncias de todos”, señaló “Los Ángeles times”.
Dunn estaba en el directorio desde 1998 y pasó a presidirlo cuando se fue Fiorina, que tenía el cargo más la conducción ejecutiva. Ésta fue confiada a Mark Hurd, quien –tal vez mucho antes de enero- reunirá nuevamente ambas jerarquías. En cuanto al cronograma del escándalo, arranca el 6 de septiembre, cuando H-P (sigla correcta, pues HP significa “horse power”), cuando se revela que un grupo de impostores substrajo registro telefónico durante una investigación sobre filtraciones del directorio a medios. La fuente principal era Keyworth, que debió desistir de renovar mandato.
En ese momento, ya era imposible tapar los hechos y hasta los medios más favorables a la compañía o a Wall Street se ocupaban del escándalo. Además, también el FBI había abierto una investigación propia, dada la posibilidad de delitos federales.
El día 8, el fiscal general de California afirma que se cometieron delitos penales. Poco después, Hurd remite un e-mail al personal, donde asegura que los hechos no perjudicarán el rendimiento ni la imagen de la empresa (un acto de ingenuidad o de desesperación). La junta se reunió el 10 para analizar la situación de Dunn y, el martes 12, resolvió reemplazarla por Hurd desde el 18 de enero.
Los últimos comentarios del procurador, William Lockyer son un severo golpe para Hewlett-Packard. Por consiguiente, los papees bajaban el miércoles 2,3%, a US$ 36,09. Esto interrumpe el rebote inociado el día 8, que llegó a acumular 4,2%.
Mientras tanto, quizá la presidente del directorio, Patricia Dunn, deba ceder el cargo a Mark Hurd, actual director ejecutivo, mucho antes del 18 de enero (fecha fijada el martes). La fiscalía presentará cargos penales a autoridades de la firma e investigadores privados, por maniobras ilícitas.
Al parecer, gente ajena a la compañía, contratada por Dunn para averiguar quiénes pasaban datos a los medios, obtuvo números y grabaciones telefónicas de miembros del directorio, apelando a identidades falsas. La presidente de junta empleó esos datos sin saber que se habían empleado métodos ilegales (así sostuvo durante la borrascosa reunión de directorio, el martes).
Lockyer buscaba determinar quiénes transgredieron leyes sobre robo de identidades e información en el ciberespacio. “Hay evidencias de que se cometieron delitos. Ahora queremos saber –señalaba el fiscal- quiénes son responsables o hasta dónde ciertas autoridades de Hewlett-Packard estaban al tanto del asunto”.
El directorio de H-P, segunda fabricante de computadoras en el mundo, no se repone de la conmoción. En rigor, investigaciones iniciadas por Dunn han llevado a que personas ajenas a la firma –pero no a la presidente de junta- tuviesen acceso a datos de los jerarcas. Por su lado, AT&T (la mayor telefónica norteamericana) colabora con la fiscalía para rastrear accesos no autorizados o bajo falsa identidad y ha demandado a veinticinco personas por abrir cuentas falsas.
El escándalo acabó con Dunn al frente de H-P. Ésta había declarado que renunciaría sólo si se lo pidiese la junta, reveló el “Wall Street journal” en la Red. Eso sucedió el martes. No obstante, hasta el lunes la funcionaria negaba intenciones de dimitir y decía ignorar los métodos empleados por esos investigadores externos. Pero AT&T se los había explicado una semana antes.
Las filtraciones se iniciaron en enero de 2005 y preceden a la caída de Carleton Fiorina como directora ejecutiva. Al parecer, ella no sabía nada del asunto. George Keyworth, un director que había admitido el uso de esos datos, se negaba a renunciar y puede ser procesado. A la inversa, su colega Thomas Perkins dimitió e instó a Dunn a acompañarlo. “Ahora, el directorio exije las renuncias de todos”, señaló “Los Ángeles times”.
Dunn estaba en el directorio desde 1998 y pasó a presidirlo cuando se fue Fiorina, que tenía el cargo más la conducción ejecutiva. Ésta fue confiada a Mark Hurd, quien –tal vez mucho antes de enero- reunirá nuevamente ambas jerarquías. En cuanto al cronograma del escándalo, arranca el 6 de septiembre, cuando H-P (sigla correcta, pues HP significa “horse power”), cuando se revela que un grupo de impostores substrajo registro telefónico durante una investigación sobre filtraciones del directorio a medios. La fuente principal era Keyworth, que debió desistir de renovar mandato.
En ese momento, ya era imposible tapar los hechos y hasta los medios más favorables a la compañía o a Wall Street se ocupaban del escándalo. Además, también el FBI había abierto una investigación propia, dada la posibilidad de delitos federales.
El día 8, el fiscal general de California afirma que se cometieron delitos penales. Poco después, Hurd remite un e-mail al personal, donde asegura que los hechos no perjudicarán el rendimiento ni la imagen de la empresa (un acto de ingenuidad o de desesperación). La junta se reunió el 10 para analizar la situación de Dunn y, el martes 12, resolvió reemplazarla por Hurd desde el 18 de enero.