Es un caso bien concreto de lo que significa tener un nuevo modelo de negocios (como en su momento lo hizo IBM con Lenovo y el negocio de las PC), pero con algunas particularidades. La china Haier pagó U$ 5.400 millones por las líneas de producción que GE mantenía desde 1905, cuando aparecieron sus famosas tostadoras que cambiaron la forma de hacer el desayuno en todo el mundo.
No fue lo único que vendió General Electric. Se desprendió totalmente de la unidad de servicios financieros, y también de una red televisiva. Ahora se concentra en la fabricación de escáners de uso médico, equipos para la generación de electricidad, y turbinas para aviones y trenes.
Seguramente la nueva GE no consiga la notoriedad de marca que tenía hasta ahora. Pero sus nuevas plantas parecen ser el comienzo de la “cuarta revolución industrial”. En el centro global de investigaciones de la firma en Nueva York, se vislumbra a través de dispositivos de realidad virtual 3D el escaneo total de la fábrica de turbinas ubicada a diez kilómetros de distancia. Permite a los ingenieros de GE trabajar en diseño y operación de las plantas como si estuvieran físicamente en ella. Los sistemas instalados permiten recolectar y analizar información del proceso industrial, hasta hoy al menos, en 75 de las 590 fábricas de la planta, lo cual puede implicar, según se estima, una reducción de costos de 15%.
Es lo que Jeff Immelt, presidente desde el 2001, llama una compañía “industrial digital”. El corazón es impulsar el avance en sensores, comunicaciones y data analytics para mejorar la propia performance y de los clientes.
En línea con todo lo que actualmente fabrica, el paso siguiente es “Internet de las Cosas”. Artefactos inteligentes interconectados que pueden transmitir y recibir información e instrucciones. Esas son las nuevas habilidades que está desarrollando la empresa.
Es decir, el cambio no es sólo en los productos que se fabrican, sino también muy especialmente en la forma que opera la empresa. Si la jugada sale bien, ganará competitividad sobre otros rivales poderosos como Siemens, Mitsubishi o Rolls-Royce. A partir de ahora competirá con las mejores empresas de tecnología en todo el mundo.
Si triunfa, puede que la marca sea menos famosa que antes, pero sin duda más relevante y en la vanguardia.