<p>Naturalmente, emplear maíz o palma como insumos infla sus precios como alimentos, pero a un punto crítico. Hoy, no obstante, varios gobiernos promueven los biocombustibles de II generación (B2G). Extraídos de cañas o pastos, sustituyen a cereales y oleaginosas. Algunos científicos tienen dudas.</p>
<p>Los botánicos, por ejemplo, advierten sobre consecuencias indeseables y severas. Sucede que muchas de esas especies son yuyos invasivos o depredadores, por sus posibilidades de desbordar explotaciones hacia otros cultivos o tierras vírgenes, creando desastres ecológicos. Eso temen el programa global sobre especies invasoras (PGEI), la Unión pro Conservación Natural (UCN) y otros grupos que suscriben un informe presentado en Francfort hace unos días y, ahora, en Roma (Organización para Agro y Alimentos, FAO).</p>
<p>Controlar la dispersión de esas plantas "podría ser difícil y generar pérdidas económicas o financieras", sostiene la UCN y se pronuncia en duros términos: "no debe permitirse que las plantas usadas con insumos de B2G depreden país tras país". Al respecto, esas entidades sospechan que, antes de cultivar esas especies, no se hicieron evaluaciones ecológicas ni ambientales.</p>
<p>"Estas plantaciones son financiadas por empresas o inversores, a menudo de Estados Unidos o la Unión Europea. Ansiosos por producir biocombustibles en un par de años -señala el PGEI-, no quieren evaluaciones negativas o condicionales". Por el contrario, el sector B2G afirma que esos riesgos se exageran y apuntan que varios de los cultivos propuestos no son necesariamente depredadores.</p>
<p>"Hay muy pocos yuyos malignos", sostiene Willem DeGreef, nuevo secretario de EuropaBio, un "lobby" del negocio. "Quienes plantan insumos para biocombustibles tratan de seleccionar bien las especies, pues no les sirve un crecimiento incontrolable".</p>
<p>Mientras tanto, la UE y EE.UU. han establecido metas para aumentar la producción de biocombustibles, como método para ir reduciendo emisiones de dióxido o monóxido de carbono originadas en hidrocarburos u otras fuentes fósiles. En el caso de Bruselas, el objetivo para 2020 (10% del transporte consumiendo bios es obligatorio y empalma con un proyecto para aprovechar la caña gigante, una planta no alimenticia de alto rinde. En apariencia, esta caña no atenta contra el ambiente y es ideal para biomasa.</p>
<p>Por de pronto, en Florida un ensayo emplea cañas gigantes y su futuro B2G ya está vendido antes de terminarse la planta productora. Pero existe oposición al emprendimiento por su proximidad a los esteros (Everglades), donde podría ser peligroso. La especie, común en decoración e instrumentos de viento, ha desecado pantanos y bloqueado desagües en otras partes del mundo. Además, los cañaverales son muy inflamables.</p>
<p>El científico Stas Burgiel afirma que el costo de controlar especies invasoras es enorme, pero generalmente no lo pagan quienes crearon el problema. Pero, tanto él como otros colegas, admiten que algunos insumos para B2G pueden funcionar, si se los cultiva en condiciones y lugares adecuados. Pese a ello, el PGEI ha lanzado una cifra aterradora: los daños originados en especies depredadoras le cuestan al mundo ya unos US$ 1,4 billones anuales. Vale decir, 5% del producto bruto global.</p>
<p>En cuanto a Schafer, ni él ni la FAO tienen aún opinión sobre la gama B2G. Pero hay entre ambos un enfrentamiento potencial, cifrado en el etanol de maíz y otras variedades de insumos agrícolas para biocombustibles. Entretanto, con vistas a la reunión de Roma, Brasil (etanol a partir de maíz y otros), los países que producen aceite de palma (sudeste asiático, África subsahariana) y la Unión Europea (aceite de colza) manifiestan posturas a mitad de camino.</p>
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Estados Unidos se pronuncia en favor de los biocombustibles
Edward Schafer, secretario de agricultura, afronta una cumbre sobre el tema (Roma). A su juicio, opuesto al lobby petrolero, el uso de granos u oleaginosas sólo aporta 2 a 3% al alza de alimentos. Los biocombustibles de II generación, nada.