Los jueces dijeron que basan su decisión en el hecho que Uber fija sus tarifas las tarifas, impone contratos y términos de servicio, califica a sus conductores, les pide que se logueen a su app y restringe sus comunicaciones con los pasajeros. Todos, elementos que comprometen su independencia y sugieren que son “trabajadores” de la compañía.
“Las empresas no pueden tener ambas cosas. Si quieren proteger su marca mediante un firme control de calidad, es más difícil decir que los individuos que brindan el servicio trabajan por su cuenta”, comenzó Alexandra Mizzi de la firma de abogados Howard Kennedy.
En el Reino Unido, los “trabajadores” no tienen los mismos derechos que los “empleados” pero están mejor que los cuenta-propistas porque tienen derecho al salario mínimo nacional y a vacaciones. Curiosamente, Uber sugiere una especie de término medio para los trabajadores de la economía de las changas, un sistema en el que tienen un seguro médico limitado y ganancias mínimas garantizadas. Pero las buenas intenciones de la compañía todavía no se han convertido en mejoras reales. En California, donde Uber y sus aliados lograron reducir el impacto de una propuesta que los obligaba a obedecer las leyes laborales, la situación parece haber empeorado para sus conductores.