El virus le toma examen al capitalismo responsable

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Este es el momento justo para que las empresas muestren si de verdad les importa la comunidad más que sus accionistas.

Una de las consecuencias más duraderas de la crisis financiera de 2008 fue la de mostrar a los bancos como villanos por su participación en la colapso del sistema bancario.Esta vez la pandemia sanitaria es de una magnitud muy superior  y las grandes empresas no tienen la culpa. Pero lo que importa es la respuesta del capitalismo. Las empresas se van a clasificar en dos grupos: las que trataron bien al personal y las que intentaron sacar ventaja.

 

Antes que el coronavirus paralizara las economías, los líderes de empresas habían prometido apoyar un tipo de capitalismo nuevo, más sensible. La Business Roundtable, un organismo que representa a directores ejecutivos de algunas de las más grandes compañías norteamericanas, dijo el año pasado que abandonaría el credo de “accionistas primero” que dominó el capitalismo de las últimas cinco décadas. En lugar de eso, las empresas se comprometían a tener en cuenta también a otros stakeholders. Nadie podía haber previsto la emergencia sanitaria y financiera como la que se vive hoy, pero si los líderes de empresa no dan un paso adelante en estas circunstancias, entonces cabe preguntarse si lo harán alguna vez.

 

Todavía es pronto y muchas empresas ya dieron ese paso, ofreciendo por ejemplo a los empleados afectados pagos por enfermedad. Algunos CEO aceptaron recortarse el sueldo. Pero también aparecieron algunos villanos. En Gran Bretaña, a Tim Martin, fundador de la cadena de pubs JD Wetherspoon, y a Mike Ashley, dueño de Sports Direct, les han llovido críticas por tratar de mantener abiertos sus respectivos negocios. Ashley publicó una disculpa admitiendo que su postura había sido “imprudente”. Pero fue un mea culpa insuficiente parar restaurar la reputación de la compañía porque Ashley parecía culpar a los medios tanto como a sí mismo.

Luego de una violenta reacción del público, la compañía farmacéutica norteamericana Gilead también fue obligada a dar una vuelta en U y a prescindir de los beneficios del status de “droga huérfana”* por un posible tratamiento para el coronavirus.

* En Estados Unidos, la designación de droga huérfana significa que el auspiciante califica para recibir ciertos beneficios, pero no significa que la droga sea segura,, efectiva o legal)

Es demasiado pronto para decir si estas “gaffes” serán recordadas. Lo que sí marcan es las dificultades que afrontan las empresas. La velocidad y escala de la emergencia tomó a todos por sorpresa. Los CEO deben avanzar por la delgada línea entre la protección de sus empleados y el mantenimiento de la solvencia del negocio. Hay muchas decisiones importantes que están entre esos dos extremos. La dura verdad es que muchas empresas no van a sobrevivir.

Una de las consecuencias de la pandemia debe ser al rediseño de la relación entre la empresa y la sociedad. Las enormes sumas de dinero que están comprometiendo algunos gobiernos para sostener a las empresas inevitablemente llevará a un mayor rol para el estado. Esto no debería convertirse en la norma una vez que el virus se retire. Pero en este momento – como dice un nuevo informe del think-tank británico Social Market Foundation, hay que exigir reciprocidad  a las empresas. Una reciprocidad que, con el tiempo, debería conducir a un “nuevo contrato social” entre las empresas, el gobierno y la sociedad. El informe dice que este nuevo acuerdo debería codificar los estándares a los que la empresa debería adherir para justificar el apoyo que recibe del público para que siga operando, no solo ahora sino en el futuro.

La empresa no debería pensar que esta es otra carga sino una oportunidad de reconquistar la confianza del público. El esfuerzo global de recuperación requiere que todas las partes de la sociedad trabajen juntas. La empresa debe hacer la parte que le corresponde.

 

 

 

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