El ex presidente y director ejecutivo de la también ex WorlCom (hoy nuevamente Mobile Communications International, en venta), de 63 años, también ha sido declarado responsable de asociación ilícita y falsificación de documentos presentados a autoridades reguladoras. Vale decie, la Securities & Exchange Commisssion, SEC).
Ex “pato vicca” de bailes, entrenador de básquet y lechero, hizo luego una espectaculkar carrera empresaria. Tras absorber MCI, que rebautizó WorldCom, su figura de ganador apareció en las más prestigiosas publicaciones de economía y negocios, para las cuales había inventado una biografía digna de Hollywood.
Un jurado en Manhattan no necesitó mucho tiempo para llegar a veredicto unánime por las principales causas, al cabo de un proceso público y oral que llevó mes y medio. Cabe recordar que, al iniciarse, algún que otro medio (“Forbes”, por ejemplo) y varios gurúes bursátiles especulaban con que las acusaciones más fuertes quedarían licuadas y Ebbers emergería pagando multas.
Cada vez que era llamado al banquillo, Ebbers insistía en negar casi todas las acusaciones, presentándose como ignorante de fraudes e irregularidades. En general, le endilgó todos los delitos a Scott Sullivan, amigo de siempre, mano derecha y director financiero de WorldCom. Pero, justamente, fue el encargado de ofrecer los documentos y pruebas fehacientes que más comprometían a Ebbers.
“Seguiremos luchando” dijo Reid Weingarten, abogado personal del todavía millonario, al anunciar una apelación, con la idea de bloquear o postergar la sentencia. Para él, eso entraña honorarios que aumentan cada hora. “Este caso está sembrado de dudas razonables que ponen en entredicho el veredicto”, sostuvo el letrado.
Ebbers es el sexto ex directivo de la compañía acusado formalmente de fraude desde que estalló el escándalo, en 2002. Al trascender los delitos, pro entonces, la empresa pidió la bancarrota amparándose en el título XI de la ley federal de quiebras y concursos. Es llevó a una convocatoria de acreedores que culminó en una quita de 83% sobre la deuda en cese de pagos y la reducción de los activos a US$ 104.000 a 6.500 millones.
Los otros cinco se confesaron culpables en diverso grado. Pero el testimonio de Sullivan fue el único capaz de vincular directamente a Ebbers con el fraude y la asociación ilícita.
El ex presidente y director ejecutivo de la también ex WorlCom (hoy nuevamente Mobile Communications International, en venta), de 63 años, también ha sido declarado responsable de asociación ilícita y falsificación de documentos presentados a autoridades reguladoras. Vale decie, la Securities & Exchange Commisssion, SEC).
Ex “pato vicca” de bailes, entrenador de básquet y lechero, hizo luego una espectaculkar carrera empresaria. Tras absorber MCI, que rebautizó WorldCom, su figura de ganador apareció en las más prestigiosas publicaciones de economía y negocios, para las cuales había inventado una biografía digna de Hollywood.
Un jurado en Manhattan no necesitó mucho tiempo para llegar a veredicto unánime por las principales causas, al cabo de un proceso público y oral que llevó mes y medio. Cabe recordar que, al iniciarse, algún que otro medio (“Forbes”, por ejemplo) y varios gurúes bursátiles especulaban con que las acusaciones más fuertes quedarían licuadas y Ebbers emergería pagando multas.
Cada vez que era llamado al banquillo, Ebbers insistía en negar casi todas las acusaciones, presentándose como ignorante de fraudes e irregularidades. En general, le endilgó todos los delitos a Scott Sullivan, amigo de siempre, mano derecha y director financiero de WorldCom. Pero, justamente, fue el encargado de ofrecer los documentos y pruebas fehacientes que más comprometían a Ebbers.
“Seguiremos luchando” dijo Reid Weingarten, abogado personal del todavía millonario, al anunciar una apelación, con la idea de bloquear o postergar la sentencia. Para él, eso entraña honorarios que aumentan cada hora. “Este caso está sembrado de dudas razonables que ponen en entredicho el veredicto”, sostuvo el letrado.
Ebbers es el sexto ex directivo de la compañía acusado formalmente de fraude desde que estalló el escándalo, en 2002. Al trascender los delitos, pro entonces, la empresa pidió la bancarrota amparándose en el título XI de la ley federal de quiebras y concursos. Es llevó a una convocatoria de acreedores que culminó en una quita de 83% sobre la deuda en cese de pagos y la reducción de los activos a US$ 104.000 a 6.500 millones.
Los otros cinco se confesaron culpables en diverso grado. Pero el testimonio de Sullivan fue el único capaz de vincular directamente a Ebbers con el fraude y la asociación ilícita.