Citigroup: ahora, todos hablan de achicarlo o dividirlo

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A poco de asumir Vikram Pandit como director ejecutivo, empezaron los cambios en el todavía mayor conglomerado financiero de Estados Unidos. Lo fueron a Robert Druskin como director operativo y se barajan miles de despidos.

El replanteo de estructuras y gastos fue encomendado al director financiero, Gary Crittenden, allegado a Robert Rubin, el poder real tras Pandit. Pero la incógnita clave es si se desmantelará la desmesurada organización creada en 1998 por Sanford Weill, hoy un jubilado.

Hace casi diez años, en efecto, Weill forzó la absorción de Citibank por parte de Travelers’ Group, su compañía, que resultó en Citigroup. Por cierto, liquidar algunos negocios y activos –especialmente en el exterior- caería bien entre accionistas e inversores. Pero podría salir caro.

Para empezar, semejante operación implicaría instancias reguladoras dentro y fuera de EE.UU., afrontar una baja en calificaciones crediticias y asumir cargas tributarias. Todo ello sucedería en tanto el capital del grupo se ve mermado por enormes pérdidas generadas en la doble crisis hipotecaria y de liquidez.

Resulta, a propósito, irónico que Druskin se fuera a la calle varios meses después de despedir 17.000 personas, 5% de la fuerza laboral. Algunos sospechan que ése será también el destino de Pandit una vez podadas las estructuras. Otro creen que, por el contrario, el hindú debiera suspender o rebajar dividendos (algo así está a punto de ocurrir), reponer capital, calafatear la nave y, quizás en algunos años, dividir el conglomerado.

Las escasas declaraciones de Pandit dejan en claro que no se siente atado al “modelo de supermercado financiero” impuesto en 1998. Uno de los esquemas circulantes prevé fusionar la gestión patrimonial y la firma de valores Smith Barney (redituables) con la banca minorista en EE.UU., que marcha mal. Paralelamente, se crearía una unidad internacional de banca minorista y de inversión.

Wall Street estima que, separadas, esas divisiones valdrían de 15 a 30% más que el conglomerado actual. Cabe recordar que, en 2007, las títulos de Citigroup perdieron la friolera de 47%. Por ende, la idea de escindir unidades seduce a muchos accionistas e inversores. El capital societario sigue algo por encima de las exigencias mínimas ligadas a los encajes, pero han caído 7,5% bajo las exigencias internas de la entidad. Si el cuarto trimestre de 2007, en efecto, depara US$ 11.000 millones en pérdidas adicionales ligadas a malas hipotecas, los niveles de capital cederían y tornarían la división en casi inevitable.

El replanteo de estructuras y gastos fue encomendado al director financiero, Gary Crittenden, allegado a Robert Rubin, el poder real tras Pandit. Pero la incógnita clave es si se desmantelará la desmesurada organización creada en 1998 por Sanford Weill, hoy un jubilado.

Hace casi diez años, en efecto, Weill forzó la absorción de Citibank por parte de Travelers’ Group, su compañía, que resultó en Citigroup. Por cierto, liquidar algunos negocios y activos –especialmente en el exterior- caería bien entre accionistas e inversores. Pero podría salir caro.

Para empezar, semejante operación implicaría instancias reguladoras dentro y fuera de EE.UU., afrontar una baja en calificaciones crediticias y asumir cargas tributarias. Todo ello sucedería en tanto el capital del grupo se ve mermado por enormes pérdidas generadas en la doble crisis hipotecaria y de liquidez.

Resulta, a propósito, irónico que Druskin se fuera a la calle varios meses después de despedir 17.000 personas, 5% de la fuerza laboral. Algunos sospechan que ése será también el destino de Pandit una vez podadas las estructuras. Otro creen que, por el contrario, el hindú debiera suspender o rebajar dividendos (algo así está a punto de ocurrir), reponer capital, calafatear la nave y, quizás en algunos años, dividir el conglomerado.

Las escasas declaraciones de Pandit dejan en claro que no se siente atado al “modelo de supermercado financiero” impuesto en 1998. Uno de los esquemas circulantes prevé fusionar la gestión patrimonial y la firma de valores Smith Barney (redituables) con la banca minorista en EE.UU., que marcha mal. Paralelamente, se crearía una unidad internacional de banca minorista y de inversión.

Wall Street estima que, separadas, esas divisiones valdrían de 15 a 30% más que el conglomerado actual. Cabe recordar que, en 2007, las títulos de Citigroup perdieron la friolera de 47%. Por ende, la idea de escindir unidades seduce a muchos accionistas e inversores. El capital societario sigue algo por encima de las exigencias mínimas ligadas a los encajes, pero han caído 7,5% bajo las exigencias internas de la entidad. Si el cuarto trimestre de 2007, en efecto, depara US$ 11.000 millones en pérdidas adicionales ligadas a malas hipotecas, los niveles de capital cederían y tornarían la división en casi inevitable.

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