(EFE).- La Companhia Energética de Minas Gerais (Cemig) será privatizada por el gobierno de ese estado brasileño, a pesar de que su gobernador siempre defendió la permanencia de la empresa en el sector público.
El gobernador de Minas Gerais y ex presidente brasileño, Itamar Franco, enemigo acérrimo de las privatizaciones, fue elegido para ese cargo en 1998 con la promesa de no vender la compañía, pero una huelga de los trabajadores en demanda de mejores salarios le hizo cambiar de opinión, según sus colaboradores.
“El gobernador está decepcionado (con la huelga) y me ordenó que estudie las opciones de venta para transferir el control accionarial de la empresa”, señaló el presidente de la Cemig, Djalma Morais.
El funcionario agregó que la venta de la Cemig acabará con los frecuentes problemas laborales en la compañía y advirtió al Sindicato de Electricistas (Sindieletro) que tendrán que tratar sus reclamos “con los nuevos patrones”.
El anuncio de venta fue criticado por los sindicalistas, quienes recordaron que cuando Franco fue candidato a gobernador firmó con el sindicato una carta en la que se comprometió a no privatizar la estatal, con lo que consiguió los votos de los trabajadores.
La decisión de privatizar la Cemig también causó sorpresa entre los sindicalistas, ya que desde que asumió el gobierno mineiro, hace casi dos años, Franco está enfrascado en una guerra judicial con los socios privados de la empresa.
Los socios privados de la Cemig son las empresas estadounidenses Southern Electric y AES y el banco brasileño Opportunity, que en 1997 adquirieron 32,96% de su capital votante.
En el contrato de compraventa se incluyó una cláusula que les permitía vetar las decisiones de la empresa, pese a ser minoritarios, condición que Franco consiguió anular en la justicia.
El fallo, que fue contestado por los afectados, estuvo a punto de causar un incidente diplomático entre Brasil y Estados Unidos y llevó a empresas de ese país a frenar por algún tiempo sus inversiones en el sector energético brasileño.
(EFE).- La Companhia Energética de Minas Gerais (Cemig) será privatizada por el gobierno de ese estado brasileño, a pesar de que su gobernador siempre defendió la permanencia de la empresa en el sector público.
El gobernador de Minas Gerais y ex presidente brasileño, Itamar Franco, enemigo acérrimo de las privatizaciones, fue elegido para ese cargo en 1998 con la promesa de no vender la compañía, pero una huelga de los trabajadores en demanda de mejores salarios le hizo cambiar de opinión, según sus colaboradores.
“El gobernador está decepcionado (con la huelga) y me ordenó que estudie las opciones de venta para transferir el control accionarial de la empresa”, señaló el presidente de la Cemig, Djalma Morais.
El funcionario agregó que la venta de la Cemig acabará con los frecuentes problemas laborales en la compañía y advirtió al Sindicato de Electricistas (Sindieletro) que tendrán que tratar sus reclamos “con los nuevos patrones”.
El anuncio de venta fue criticado por los sindicalistas, quienes recordaron que cuando Franco fue candidato a gobernador firmó con el sindicato una carta en la que se comprometió a no privatizar la estatal, con lo que consiguió los votos de los trabajadores.
La decisión de privatizar la Cemig también causó sorpresa entre los sindicalistas, ya que desde que asumió el gobierno mineiro, hace casi dos años, Franco está enfrascado en una guerra judicial con los socios privados de la empresa.
Los socios privados de la Cemig son las empresas estadounidenses Southern Electric y AES y el banco brasileño Opportunity, que en 1997 adquirieron 32,96% de su capital votante.
En el contrato de compraventa se incluyó una cláusula que les permitía vetar las decisiones de la empresa, pese a ser minoritarios, condición que Franco consiguió anular en la justicia.
El fallo, que fue contestado por los afectados, estuvo a punto de causar un incidente diplomático entre Brasil y Estados Unidos y llevó a empresas de ese país a frenar por algún tiempo sus inversiones en el sector energético brasileño.