<p>“Importa mucho más conocer al paciente que a su enfermedad”, afirmaba Hipócrates (-460/-377) . No se equivocaba. Veinticuatro siglos y medio después, se sabe que la secuencia de ácido desoxirribonucleico (ADN) es clave para tratar a los individuos. Es un error, pues, limitar el conocimiento al mal y depender de fármacos generales, que sirven en muchos casos, pero no en todos.<br />
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No por nada las multinacionales del negocio están virando al campo de específicos y tratamientos personalizados. Pfizer, Novartis, Sanofi-Aventis, GlaxoSmithKline, Roche, AstraZeneca, Johnson&Johnson, Merck Serono, Eli Lilly, Wyeth o Amgen-Dompé dedican crecientes recursos a la biotecnología. Unas desarrollan segmentos propios, otras compran firmas establecidas.<br />
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Los equipos (kits) terapéuticos o de diagnóstico “leen” los genes del paciente. Su objeto es detectar y prevenir las mutaciones virales que generan tumores o males raros, pasibles de corregirse o eliminarse con terapias ad hoc.<br />
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Este mismo año, basta ya una gota de sangre para obtener una “fotografía” integral de genomas individuales por poco más de mil dólares o 720 euros y abaratar las historias clínicas. Sin duda, el siglo XX aportó lo suyo, en forma de decrecientes tasas de mortandad y una sobrevida que fue pasando de 50 a 80 años al nacimiento. Por supuesto en los países desarrollados, donde los primeros farmoquímicos inteligentes (los antiangiogenéticos) fueron descubiertos por Judah Foklman.<br />
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La batería médica evolucionó desde sulfamidas hasta antibióticos, antihipertensivos, diuréticos, betabloqueantes, antiretrovirales y oncológicos. En cuanto a tumores, en los últimos veinte años se probó que no siempre es necesario destruirlos y basta con mantenerlos bajo control.<br />
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Estos procesos derivaron de mera necesidad, ante la nula o escasa eficacia de fármacos masivos. Según estudios de Frank Lichtenberg (universidad de Columbia) o Bengt Jönsson (fundación Karolinska, Estocolmo), el porcentual medio de pacientes que responden a medicaciones convencionales en EE.UU. y la Unión Europea es 38/40% para antidepresivos y antiasmáticos, 43% para antidiabéticos, 50% para antiartrósicos/antiartrícos, 70% para anti-Alzheimer y 75% para anticancerígenos de diversos tipos. No es casual, empero, que las terapias más novedosas sean las menos efectivas, pues también esos males son de detección o tratamiento más recientes.<br />
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Avanzan en todo el mundo los medicamentos personalizados
Cada vez más, las grandes farmoquímicas apuestan a medicinas inteligentes, ante la ineficacia de las convencionales. Naturalmente, Estados Unidos, Suecia y Gran Bretaña lideran la tendencia. Pronto, un mapa genético individual costará sólo US$ 1.000.