<p>Al mismo tiempo, los precios de usados han cedido casi 6% en el primer trimestre, mientras unidades embargadas, camiones y utilitarios deportivos (dos categorías que tragan nafta) desbordan los sitios de remates. Físicos y virtuales. Todo eso, en un contexto económico débil, presionan enormemente una industria que afronta lo que puede ser su peor año desde los 90.</p>
<p>Alrededor de quince millones de unidades se venderán en 2008, 7,4% menos que los 16.200.000 de 2007. Esto significa el volumen más bajo desde 1995, según la consultoría de marketing JD Power & Ass. Entretanto, los efectos en la economía norteamericana real serán hondos.</p>
<p>El auto es la compra familiar o individual más importante después de la vivienda y, por ende, el sector sigue siendo uno de los motores económicos básicos. Con menos fondos asequibles para promover crecimiento, las actividades que integran el negocio afrontan un bajón pronunciado. Ese universo abarca las propias fabricantes, autopartistas, vendedores concesionarios, camioneros, pintura, plásticos, siderometalurgia y hasta semiconductores.</p>
<p>En el sector mismo, los problemas originados en la escasez de crédito han comenzado a proliferar. Prestamistas automotores como Chase, Capital One o GMAC encuentran más arduo y costoso obtener capital para recolocarlo en créditos. También ceden las utilidades, pues los prestamistas deben absorber pérdidas por morosos e incobrables y abstenerse de dar crédito o limitarlo.</p>
<p>Fabricantes y concesionarios probablemente sufrirán meses de flacas ganancias, pues deberán ofrecer más incentivos para colocar vehículos. La venta de marcas de lujo y semilujo, por lo común muy rentable, cederá este año 13% respecto del anterior. El público, ante cuotas hipotecarias en aumento y nafta a US$ 4 el galón (1,05 el litro) postergará o descartará la compra de modelos masivos.</p>
<p>No obstante, la industria quizá no sea tan castigada cono el sector inmobiliario. Entre otros, porque los prestamistas suelen financiar presuponiendo que el colateral, los coches, empiezan a depreciarse al salir de la concesionaria. Al contrario, los prestamistas hipotecarios creían ingenuamente, durante la burbuja de 2001/6. que los valores inmobiliarios subirían por siempre.</p>
<p>Sin embargo, no faltan paralelos. Por ejemplo, el crédito y los avales fáciles contribuyeron a estirar la burbuja automotriz de 2005 a mediados de 2007. Hoy, los deudores aumentan sus atrasos a mayor velocidad que en bajas anteriores. En enero-marzo, los prestamistas sufrieron quebrantos en 3,4% de los créditos, o sea casi 30% más que en 2002.</p>
<p>Este cuadro obliga a los deudores a pagar más adelantos en efectivo y cuotas más altas. Además, deben exhibir mayor solvencia. AmeriCredito, una financiera especializada en deudores problemáticos, prestará unos US$ 3.000 millones este año, 64,7% menos que los 9.200 millones de 2007. Ello significa 340.000 vehículos menos. Pero también se repliegan prestamistas dedicados a un público más solvente; entre ellos, Capital One, Citigroup, Wells Fargo y HSBC.</p>
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Automotrices: la crisis crediticia las castiga este año y el próximo
Detroit está siendo afectada por dos lados: iliquidez y malas hipotecas. Por tanto, prestamistas y bancos se abroquelan e impiden que cientos de miles accedan al financiamiento de automotores. Hipotecar viviendas ya no sirve como recurso.