Hasta ahora, Apple era la empresa con mayor valor en el mercado bursátil global. Segunda, a distancia, estaba Amazon. La novedad es que ésta ha tenido un repunte importante en sus acciones y queda cerca de la “de la manzana”.
Amazon vale hoy US$ 698.000 millones, unos US$ 190.000 millones menos que Apple. La diferencia todavía es importante, pero lo que hay que destacar es la velocidad con que viene creciendo esta segunda firma (hace pocos meses la distancia era de US$ 326.000 millones).
El valor de Amazon creció 71% a lo largo de 2017. Eso se explica no sólo por el crecimiento constante en e-commerce, sino también por otras actividades, especialmente tecnológicas como los servicios en la nube. Todo esto no implica que Apple se haya estancado. En verdad, creció 37% durante 2017, pero el temor de los inversores es que haya llegado a un punto donde será más difícil crecer.
Este proceso incide también en la percepción cambiante que hay ahora de la media docena de empresas tecnológicas que se han convertido en monopolios que plantean amenazas desde la perspectiva de grandes empresarios, de gobiernos, y de ciudadanos preocupados por el inmenso poder que acumulan estas firmas.
Hoy reciben acusaciones de ser demasiado grandes, en contra de competir, y peligrosas para la vida democrática. En este pelotón se incluye a Google, Facebook, Tweeter y unas pocas más.
La acusación puede ser desmesurada o injusta. Sin embargo, las grandes plataformas inquietan en especial en torno a competencia leal. Tienen una ventaja: no son responsables por lo que el usuario hace cuando navega dentro de ellas. Aparentan ser de uso gratis, pero en verdad quien las usa, les paga con la cantidad de datos que le entrega.
El problema pendiente es cómo restringir ese poder, pero al par estimular el proceso innovador.