jueves, 26 de diciembre de 2024

Aerolíneas comerciales ¿de nuevo, golpeadas por al-Qaeda?

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Era inevitable: alguna gente empezó a cancelar vuelos. Esta vez, claro, más en la Eurozona que en Estados Unidos, Asia oriental y sudoriental. Ya había ocurrido tras el ataque sobre Madrid, marzo de 2004.

Para desvelo de las aerolíneas, las rutas europeas se cuentan entre las más rentables del mundo. Esta vez, además, por el carácter nodal de los aeropuertos londinenses los atentados pueden causar efectos indirectos más complejos y duraderos que los producidos por Atocha, un terminal ferroviario.

Las pistas que integran el nudo del sudeste inglés, por cierto, suman mucho más tráfico que el centro de España. Funcionarios y analistas del negocio aerocomercial, pues, temen que los pasajeros –en particular los de la clase ejecutiva, tan cara como popular- vean lo ocurrido en Londres como anticipo de otros desastres y sigan posponiendo viajes. Por de pronto, los propios terroristas islámicos han amenazado a Dinamarca e Italia, otros dos aliados militares de EE.UU. en Irak.

“Compañías como American, Continental o Northwest, que operan mucho en Londres, sentirán el golpe”, opina Michael Boyd, de la firma homónima, comsultores en la materia. El experto estima que las reservas en vuelos de empresas británicas irán bajando de 3 a 5% inmediatamente después de los atentados. “Habrá pérdidas, pero no bancarrotas. Esta actividad no sufre los problemas que ya afectaban a la norteamerica antes del 11 de septiembre”.

Si bien las consecuencias del ataque londinense no permanecerán en el tiempo, pues el sector iba mejorando, las compañías tratarán de hacer lo posible para abreviar la fase crítica. Así, un grupo de aerolíneas que cubren destinos europeos han flexibilizado sus políticas de reservas, a fin de captar pasajeron transatlánticos o mediterráneos que, tras cancelar, lo piensen dos veces.

Por ello, varias transportadoras suspendieron ya cargos por cancelación y entregan comprobantes para futuros vuelos a quienes optaron por quedarse en casa. “Esta situación es lamentable para las compañías, pues las rutas europeas y transatlánticas son claves para el negocio. Para peor, es temporada alta en esos tráficos, especialmente en primera y clase ejecutiva”, subraya Philip Baggalay, analista principal del sector en Standard & Poor’s.

Por añadidura, los pasajeros de negocios parecen reaccionar a los atentados peor que los turistas. A juicio de Bruce McIndoe (iJet Intelligent Risk Ssystems), existen razones para esa actitud: “Muchos clientes nuestros, por ejemplo, le piden al personal jerárquico evitar Londres, al menos durante una semana. Carece de lógica, pero tienen miedo de que los hechos del jueves se repitan en la misma área”.

A la inversa, los viajeros por placer en general no han cambiado de planes. Ni siquiera los norteamericanos. Es más: muchos –especialmente mujeres- adoptan una actitud desafiante, de solidaridad con los ingleses. “Por lo visto, ejecutivos y empresarios no tienen esa fibra”, presume Robert Burke, consultor de Miami. “Mirándolo bien –reflexiona McIndoe-, Londres debe ser hoy la escala más segura. Compañías, ejecutivos y turistas debieran tener aprensiones respecto de Milán y Roma, dos nudos directa o indirectamente amenazados por al-Qa’eda”.

Para desvelo de las aerolíneas, las rutas europeas se cuentan entre las más rentables del mundo. Esta vez, además, por el carácter nodal de los aeropuertos londinenses los atentados pueden causar efectos indirectos más complejos y duraderos que los producidos por Atocha, un terminal ferroviario.

Las pistas que integran el nudo del sudeste inglés, por cierto, suman mucho más tráfico que el centro de España. Funcionarios y analistas del negocio aerocomercial, pues, temen que los pasajeros –en particular los de la clase ejecutiva, tan cara como popular- vean lo ocurrido en Londres como anticipo de otros desastres y sigan posponiendo viajes. Por de pronto, los propios terroristas islámicos han amenazado a Dinamarca e Italia, otros dos aliados militares de EE.UU. en Irak.

“Compañías como American, Continental o Northwest, que operan mucho en Londres, sentirán el golpe”, opina Michael Boyd, de la firma homónima, comsultores en la materia. El experto estima que las reservas en vuelos de empresas británicas irán bajando de 3 a 5% inmediatamente después de los atentados. “Habrá pérdidas, pero no bancarrotas. Esta actividad no sufre los problemas que ya afectaban a la norteamerica antes del 11 de septiembre”.

Si bien las consecuencias del ataque londinense no permanecerán en el tiempo, pues el sector iba mejorando, las compañías tratarán de hacer lo posible para abreviar la fase crítica. Así, un grupo de aerolíneas que cubren destinos europeos han flexibilizado sus políticas de reservas, a fin de captar pasajeron transatlánticos o mediterráneos que, tras cancelar, lo piensen dos veces.

Por ello, varias transportadoras suspendieron ya cargos por cancelación y entregan comprobantes para futuros vuelos a quienes optaron por quedarse en casa. “Esta situación es lamentable para las compañías, pues las rutas europeas y transatlánticas son claves para el negocio. Para peor, es temporada alta en esos tráficos, especialmente en primera y clase ejecutiva”, subraya Philip Baggalay, analista principal del sector en Standard & Poor’s.

Por añadidura, los pasajeros de negocios parecen reaccionar a los atentados peor que los turistas. A juicio de Bruce McIndoe (iJet Intelligent Risk Ssystems), existen razones para esa actitud: “Muchos clientes nuestros, por ejemplo, le piden al personal jerárquico evitar Londres, al menos durante una semana. Carece de lógica, pero tienen miedo de que los hechos del jueves se repitan en la misma área”.

A la inversa, los viajeros por placer en general no han cambiado de planes. Ni siquiera los norteamericanos. Es más: muchos –especialmente mujeres- adoptan una actitud desafiante, de solidaridad con los ingleses. “Por lo visto, ejecutivos y empresarios no tienen esa fibra”, presume Robert Burke, consultor de Miami. “Mirándolo bien –reflexiona McIndoe-, Londres debe ser hoy la escala más segura. Compañías, ejecutivos y turistas debieran tener aprensiones respecto de Milán y Roma, dos nudos directa o indirectamente amenazados por al-Qa’eda”.

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