Wall Street desecha gurúes optimistas y espera menos expansión

El mal fin de 2005 en la bolsa neoyorquina, en contraste con los mercados de la “vieja” Europa occidental, hace temer por el nuevo año. Ya algunos sondeos prevén amplia desaceleración del crecimiento y fin de la burbuja inmobiliaria.

3 enero, 2006

La evolución bursátil de enero, mes en general atípico, quizá defina el resto de 2006, posibilidad que inquieta a accionistas e inversores (no son la misma cosa, claro). La última semana de 2005 puso en evidencia que Wall Street no cumplía con una pauta tradicional: el bimestre diciembre-enero debiera haber sido el más firme y eso no estaba ocurriendo.

Por el contrario, diciembre fue el peor mes del año pasado y, si no cambia el clima, enero sería preludio de un 2006 negativo. Pero, claro, los cultores del optimismo fácil no cejan: arguyendo que, históricamente, un mal diciembre solía generar un buen enero, apuestan a un repunte no inferior a 7/8% en el Dow Jones industrial. Pero el descalabro de General Motors y el riesgo de que se pinche la burbuja inmobiliaria juegan en contra.

Tal es la nerviosidad de la plaza que varios operadores grandes están pendientes de esta quincena corta. Si las nueve ruedas no deparan una reacción próxima a 2%, las perspectivas del año ceden a 4%. Pero se trata de meros juegos de números y todo pende de esas jornadas jornadas.

Mayo sustento parecen tener los resultados de dos encuestas entre analistas bursátiles. Casi todos los consultados prevén el debilitamiento -no necesariamente un estallido repentino- de la burbuja inmobiliaria. Eso dejaría a ls inversión privada, local y exterior, la carga de sostener un ritmo aceptable de avance en el producto bruto interno.

Las variaciones trimestrales del ritmo anual serán menos pronunciadas que en 2004-5. También los valores serán más bajos: 3/3,4% en promedio, contra 3,5/3,9% en 2005. Cabe a esta altura observar que las estimaciones de los analistas se mantuvieron por encima de las cifras oficiales, o sea las del departamento federal de Comercio. Recién ahora, los pronosticadores de Bloomberg’s, Reuters y el “Wall Street Journal” son más pesimistas (o realistas) que el gobierno.

No obstante, hay “optimistas” a cuyo criterio este año arrancará con ímpetu, aunque después vaya atenuándolo. En una contradicción de raíces políticas (Manhattan juega siempre en favor de los gobiernos republicanos), ese sondeo y dos más no creen que la moderada expansión norteamericana corra serio peligro. Un grupo de operadores, empero, teme desinfle inmobiliario, alza de tasas –supone que la Reserva Federal irá llevando el tipo básico a 5% anual este semestre-, inflaciòn y precios firmes de combustibles. Buscando la referencia más favorable (pero arbitraria), los gurúes descubren 4,1% de incremento promedio en el PBI durante los últimos treinta mese hasta diciembre.

Claro, el objetivo tácito es presentar la administración de George W.Bush como modelo de crecimiento. ¿Por qué? Porque la imagen presidencial viene deteriorándose a raíz de escándalos, errores y abusos de poder. De ahí que dos calificadoras de riesgo echen una cortina de humo apuntando los cañones a Latinoamérica, Argentina en particular. Así, Fitch acaba de descalificar al país con los mismos argumentos politizados –entre ellos críticas a Néstor Kirchner y su esposa- que algunos funcionarios de Standard & Poor’s esgrimen en privado.

La evolución bursátil de enero, mes en general atípico, quizá defina el resto de 2006, posibilidad que inquieta a accionistas e inversores (no son la misma cosa, claro). La última semana de 2005 puso en evidencia que Wall Street no cumplía con una pauta tradicional: el bimestre diciembre-enero debiera haber sido el más firme y eso no estaba ocurriendo.

Por el contrario, diciembre fue el peor mes del año pasado y, si no cambia el clima, enero sería preludio de un 2006 negativo. Pero, claro, los cultores del optimismo fácil no cejan: arguyendo que, históricamente, un mal diciembre solía generar un buen enero, apuestan a un repunte no inferior a 7/8% en el Dow Jones industrial. Pero el descalabro de General Motors y el riesgo de que se pinche la burbuja inmobiliaria juegan en contra.

Tal es la nerviosidad de la plaza que varios operadores grandes están pendientes de esta quincena corta. Si las nueve ruedas no deparan una reacción próxima a 2%, las perspectivas del año ceden a 4%. Pero se trata de meros juegos de números y todo pende de esas jornadas jornadas.

Mayo sustento parecen tener los resultados de dos encuestas entre analistas bursátiles. Casi todos los consultados prevén el debilitamiento -no necesariamente un estallido repentino- de la burbuja inmobiliaria. Eso dejaría a ls inversión privada, local y exterior, la carga de sostener un ritmo aceptable de avance en el producto bruto interno.

Las variaciones trimestrales del ritmo anual serán menos pronunciadas que en 2004-5. También los valores serán más bajos: 3/3,4% en promedio, contra 3,5/3,9% en 2005. Cabe a esta altura observar que las estimaciones de los analistas se mantuvieron por encima de las cifras oficiales, o sea las del departamento federal de Comercio. Recién ahora, los pronosticadores de Bloomberg’s, Reuters y el “Wall Street Journal” son más pesimistas (o realistas) que el gobierno.

No obstante, hay “optimistas” a cuyo criterio este año arrancará con ímpetu, aunque después vaya atenuándolo. En una contradicción de raíces políticas (Manhattan juega siempre en favor de los gobiernos republicanos), ese sondeo y dos más no creen que la moderada expansión norteamericana corra serio peligro. Un grupo de operadores, empero, teme desinfle inmobiliario, alza de tasas –supone que la Reserva Federal irá llevando el tipo básico a 5% anual este semestre-, inflaciòn y precios firmes de combustibles. Buscando la referencia más favorable (pero arbitraria), los gurúes descubren 4,1% de incremento promedio en el PBI durante los últimos treinta mese hasta diciembre.

Claro, el objetivo tácito es presentar la administración de George W.Bush como modelo de crecimiento. ¿Por qué? Porque la imagen presidencial viene deteriorándose a raíz de escándalos, errores y abusos de poder. De ahí que dos calificadoras de riesgo echen una cortina de humo apuntando los cañones a Latinoamérica, Argentina en particular. Así, Fitch acaba de descalificar al país con los mismos argumentos politizados –entre ellos críticas a Néstor Kirchner y su esposa- que algunos funcionarios de Standard & Poor’s esgrimen en privado.

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