UE: otro mal augurio para el libre comercio

Sin mayores reacciones en Latinoamérica, la Unión Europea propuso al francés Pascal Lamy como candidato para presidir la Organización Mundial de Comercio. Esto implica enterrar la Ronda Dohá en aras de cuantiosos subsidios agrícolas.

12 diciembre, 2004

Tan rara unanimidad entre los veinticinco socios de la UE denota, claramente, que Bruselas ha capitulado ante Polonia y otras economías “subdesarrolladas” (o sea, con pesados sectores rurales). De todos modos, Lamy fue siempre un campeón de los subsidios, cuya génesis reside en el plan de Edgar Faure (años 60) para asegurarse el voto agrario que –en realidad- nunca volvió a tener el peso electoral anterior a la guerra. Más tarde, Alemania, el Benelux y Dinamarca imitarían a Francia.

Lamy era justamente comisionado del tema en el “poder ejecutivo” anterior. El apoyo cerrado de la nueva Comisión Europea fue confirmado por su vocero oficial, Claude Véron-Reville, amigo del candidato. Naturalmente, el conservador pero proteccionista José Manoel Durão Barroso también celebró la propuesta.

Por supuesto, Lamy no es el único aspirante a presidir una OMC que parece destinada a seguir el camino del extinto Acuerdo General de Comercio y Tarifas. También figura el uruguayo Carlos Pérez del Castillo, presentado por Montevideo días antes del francés. A su juicio, cuenta ya con “unos cincuenta países a favor”.

Pero sus perspectivas son amenazadas desde Brasil, socio dominante del Mercosur, que considera postular a Luiz Felipe Seixas. Si el voto latinoamericano se divide y los africanos hacen lo habitual –negociar cargos de línea, en una burocracia muy bien pagada-, Lamy podrá imponerse. Por de pronto, ya surge una candidatura “muletta”: Jayen Cuttarí, de Mauricio.

Tan rara unanimidad entre los veinticinco socios de la UE denota, claramente, que Bruselas ha capitulado ante Polonia y otras economías “subdesarrolladas” (o sea, con pesados sectores rurales). De todos modos, Lamy fue siempre un campeón de los subsidios, cuya génesis reside en el plan de Edgar Faure (años 60) para asegurarse el voto agrario que –en realidad- nunca volvió a tener el peso electoral anterior a la guerra. Más tarde, Alemania, el Benelux y Dinamarca imitarían a Francia.

Lamy era justamente comisionado del tema en el “poder ejecutivo” anterior. El apoyo cerrado de la nueva Comisión Europea fue confirmado por su vocero oficial, Claude Véron-Reville, amigo del candidato. Naturalmente, el conservador pero proteccionista José Manoel Durão Barroso también celebró la propuesta.

Por supuesto, Lamy no es el único aspirante a presidir una OMC que parece destinada a seguir el camino del extinto Acuerdo General de Comercio y Tarifas. También figura el uruguayo Carlos Pérez del Castillo, presentado por Montevideo días antes del francés. A su juicio, cuenta ya con “unos cincuenta países a favor”.

Pero sus perspectivas son amenazadas desde Brasil, socio dominante del Mercosur, que considera postular a Luiz Felipe Seixas. Si el voto latinoamericano se divide y los africanos hacen lo habitual –negociar cargos de línea, en una burocracia muy bien pagada-, Lamy podrá imponerse. Por de pronto, ya surge una candidatura “muletta”: Jayen Cuttarí, de Mauricio.

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