Se desploman las principales bolsas. Kirchner critica a españoles

Mientras el público da por seguro que, tras las elecciones, aumentarán las tarifas, el presidente critica las presiones hispánicas en ese mismo sentido. Afuera, los mercados tambaleaban por una crisis de liquidez en Estados Unidos.

27 julio, 2007

Con menor volatilidad local, la divisa cotizaba el jueves a US$ 3,15 mayorista y 3,18 minorista. En tanto, Néstor Kirchner defiende el manipuleo de índices, pero caen en Argentina los bonos indexados. Sin duda, el problema local no es el dólar, sino los títulos ligados al costo de vida: como nadie cree en los números oficiales, siguen perdiendo terreno.

El pobre desempeño de los mercados relevantes añadió una cuota de incertidumbre. En buena medida, porque refleja la crisis hipotecaria, las trabas que afectan a compras apalancadas y la creciente iliquidez financiera en EE.UU. (tema que varios medios soslayan). El desbarranque bursátil fue duro. Las caídas marcaron 2,26% (Dow Jones), 2,8% (Standard&Poor’s 500), 1,84% (Nasdaq compuesto), 3,15% (Londres), 2,4% (Fráncfort) y 3,8% (San Pablo).

A media rueda, Wall Street restringían ventas accionarias en bloque, para frenar el desplome, por lo cual los cierres recortaron parte del retroceso. Entretanto, los gurúes se llamaban a silencio: envueltos en un optimismo sin fundamento, habían sido incapaces de prever las caídas de martes y jueves.

En Argentina, Kirchner atribuía la crisis del Indec no a sus indicadores poco fiables –fabricados por una intervención adicta al gobierno-, sino al presunto “lobby” de algunos fondos de inversión. Algunos suspicaces asociaban esa actitud a un hecho: Néstor K. entrega el poder el 10 de diciembre y tal vez no le preocupe mucho dejarle una herencia complicada a su eventual sucesora. Por su parte, Cristina K. presiona para despedir la cúpula del Indec y adelantar algunos aumentos parciales de tarifas (así confió a íntimos durante su viaje madrileño).

Más atinada es la crítica presidencial a los españoles que aprovecharon una innecesaria visita de la precandidata para presionar por mayores utilidades en servicios privatizados. Por cierto, algunos de ellos –como sus colegas franceses- no se han distinguido por sus inversiones, aunque hayan tenido una seguidilla de buenos balances asociados a la experiencia menemista.

Con menor volatilidad local, la divisa cotizaba el jueves a US$ 3,15 mayorista y 3,18 minorista. En tanto, Néstor Kirchner defiende el manipuleo de índices, pero caen en Argentina los bonos indexados. Sin duda, el problema local no es el dólar, sino los títulos ligados al costo de vida: como nadie cree en los números oficiales, siguen perdiendo terreno.

El pobre desempeño de los mercados relevantes añadió una cuota de incertidumbre. En buena medida, porque refleja la crisis hipotecaria, las trabas que afectan a compras apalancadas y la creciente iliquidez financiera en EE.UU. (tema que varios medios soslayan). El desbarranque bursátil fue duro. Las caídas marcaron 2,26% (Dow Jones), 2,8% (Standard&Poor’s 500), 1,84% (Nasdaq compuesto), 3,15% (Londres), 2,4% (Fráncfort) y 3,8% (San Pablo).

A media rueda, Wall Street restringían ventas accionarias en bloque, para frenar el desplome, por lo cual los cierres recortaron parte del retroceso. Entretanto, los gurúes se llamaban a silencio: envueltos en un optimismo sin fundamento, habían sido incapaces de prever las caídas de martes y jueves.

En Argentina, Kirchner atribuía la crisis del Indec no a sus indicadores poco fiables –fabricados por una intervención adicta al gobierno-, sino al presunto “lobby” de algunos fondos de inversión. Algunos suspicaces asociaban esa actitud a un hecho: Néstor K. entrega el poder el 10 de diciembre y tal vez no le preocupe mucho dejarle una herencia complicada a su eventual sucesora. Por su parte, Cristina K. presiona para despedir la cúpula del Indec y adelantar algunos aumentos parciales de tarifas (así confió a íntimos durante su viaje madrileño).

Más atinada es la crítica presidencial a los españoles que aprovecharon una innecesaria visita de la precandidata para presionar por mayores utilidades en servicios privatizados. Por cierto, algunos de ellos –como sus colegas franceses- no se han distinguido por sus inversiones, aunque hayan tenido una seguidilla de buenos balances asociados a la experiencia menemista.

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