Rescate hipotecario de Bush: demasiado tarde, demasiado poco

Así califican analistas, legisladores, agentes inmobiliarios y dirigentes sociales norteamericanos la propuesta formulada días atrás por el presidente. Se basa en reformar la administración federal de vivienda (AFV), pero no alcanza.

5 septiembre, 2007

La intención formal es ofrecer a deudores al borde de la insolvencia opciones para refinanciar en mejores términos. Pero el proyecto lanzado por George W.Bush parece más bien un intento de apuro, mientras llueven pronósticos sobre agravamiento de la crisis hipotecarias. No sólo en Estados Unidos sino, ahora también, en España, Alemania, Francia e Italia.

Pero el peso del problema tiende a aumentar y se habla ya de 1.400.000 nuevas hipotecas de baja calidad. Entretanto, el plan del gobierno tal vez ayude a refinanciar apenas 80.000 viviendas. En otras palabras, se obtendrán resultados muy marginales en relación con un fenómeno que seguirá expandiéndose este año y el próximo. En otras palabras, puede ser la tumba electoral de los republicanos.

Tampoco quienes han invertido en el negocio inmobiliario están tranquilos, pues dependen de un mercado que representaba –a mediados de 2007- US$ 7,2 billones. Vale decir, 60% del producto bruto interno estadounidense. Creciente cuotas mensuales sobre millones de viviendas y la caída de precios en el sector multiplican pérdidas.

Engañada por bancos y otros intermediarios, mucha gente ha tomado segundas o terceras hipotecas a tasa ajustable. Ahora, las cuotas crecen, pero se contraer el valor de los bienes raíces sobre los cuales se toman préstamos. Nada de eso mereció ser mencionados en el mensaje de Bush al público.

Tampoco dijo nada sobre un costado particularmente perverso del negocio: muchos préstamos usurarios, respaldaos en malas hipotecas, fueron convertidos en títulos y empaquetados por firmas de Wall Street tan irresponsables como Bear Stearns, que pueden acabar en el tendal.

La intención formal es ofrecer a deudores al borde de la insolvencia opciones para refinanciar en mejores términos. Pero el proyecto lanzado por George W.Bush parece más bien un intento de apuro, mientras llueven pronósticos sobre agravamiento de la crisis hipotecarias. No sólo en Estados Unidos sino, ahora también, en España, Alemania, Francia e Italia.

Pero el peso del problema tiende a aumentar y se habla ya de 1.400.000 nuevas hipotecas de baja calidad. Entretanto, el plan del gobierno tal vez ayude a refinanciar apenas 80.000 viviendas. En otras palabras, se obtendrán resultados muy marginales en relación con un fenómeno que seguirá expandiéndose este año y el próximo. En otras palabras, puede ser la tumba electoral de los republicanos.

Tampoco quienes han invertido en el negocio inmobiliario están tranquilos, pues dependen de un mercado que representaba –a mediados de 2007- US$ 7,2 billones. Vale decir, 60% del producto bruto interno estadounidense. Creciente cuotas mensuales sobre millones de viviendas y la caída de precios en el sector multiplican pérdidas.

Engañada por bancos y otros intermediarios, mucha gente ha tomado segundas o terceras hipotecas a tasa ajustable. Ahora, las cuotas crecen, pero se contraer el valor de los bienes raíces sobre los cuales se toman préstamos. Nada de eso mereció ser mencionados en el mensaje de Bush al público.

Tampoco dijo nada sobre un costado particularmente perverso del negocio: muchos préstamos usurarios, respaldaos en malas hipotecas, fueron convertidos en títulos y empaquetados por firmas de Wall Street tan irresponsables como Bear Stearns, que pueden acabar en el tendal.

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