A veinte años del inicio de la integración virtual

Mercado explicaba, en 1999, que Internet se estaba convirtiendo en el motor de la innovación.

19 noviembre, 2019

La velocidad había adquirido una importancia fundamental, que aún mantiene, alimentada por el motor de la innovación en los procesos. Con miras al futuro, el ahorro de tiempo seguiría definiendo el territorio de la competencia.

Para comprender la importancia de la velocidad en la industria de la computación basta con analizar un ejemplo simple: el inventario. A fines de la década de los ´80 y principios de los ´90, Dell contabilizaba su stock de piezas, en semanas. Para 1999 ya lo medía en días; y luego lo mediría en horas. Ante ese panorama en Mercado hace 20 años se creía que la entrega de componentes en tiempo real en la industria de los sistemas informáticos no era algo lejano.

¿Qué es lo que estaba impulsando este drástico cambio?

La respuesta estaba, esencialmente, en la Internet. El flujo más acelerado de los stocks era sólo uno de los muchos cambios generados por la web y las tecnologías relacionadas con ella. Estas aumentaron la velocidad y el valor de la información que se comparte.

El origen de este cambio está en que hemos abandonado muchas de las cosas que solían tener valor para los modelos económicos y empresariales del siglo XX. El valor del inventario fue reemplazado por el valor de la información oportuna. Cambiamos activos físicos por activos intelectuales y los sistemas comerciales cerrados perdieron terreno frente a las relaciones de cooperación.

 

El motor de la innovación

En definitiva, esto significaba pasar de una integración vertical a una integración virtual. En los años en los que recién comenzaba a estructurarse la industria informática, la integración vertical era un ingrediente necesario. La base de proveedores aún no era sólida, y las empresas no tenían otra opción eficiente más que diseñar y fabricar ellas mismas los componentes de los productos. En este entorno, las tecnologías propietarias, que tenían un precio superior, eran la principal fuente de la ventaja competitiva.

Pero cuando esta industria llegó a la madurez, surgieron cientos de empresas capaces de suministrar estos componentes a precios competitivos. Esa fue, sin duda, una buena noticia. Sin embargo, a los fabricantes les resultó cada vez más difícil diferenciarse con sus productos. Por lo tanto, la velocidad adquirió una importancia fundamental, alimentada por el motor de la innovación en los procesos. Con miras al futuro, esta velocidad seguirá definiendo el territorio de la competencia.

Con el advenimiento de la Internet, se recortaban los tiempos y las distancias a un nivel imposible de imaginar hasta ese momento. Pero, en el futuro, la relación tradicional entre las empresas ya no sería suficiente. Habían comenzado a rediseñar los procesos siguiendo un modelo que desdibujaba las fronteras entre fabricantes y proveedores, y entre el fabricante y el cliente.

Internet: un ingrediente básico

 

Para comprender cabalmente el impacto de la integración virtual se deben analizar los principios que la hicieron posible. En primer lugar, es necesario utilizar comunicaciones rápidas para construir relaciones directas entre el cliente, el fabricante y el proveedor. En segundo término, hay que definir con precisión qué es lo que una empresa sabe hacer mejor y poner en ello el máximo esfuerzo, asociándose con otros para la prestación de los servicios que insumen mucha mano de obra y capital.

En tercer lugar, hay que saber elegir a los mejores socios en cada campo de actividad e invitarlos a participar de nuestro negocio sometiéndolos a los mismos patrones de calidad y desempeño que imponemos en nuestras propias empresas. Finalmente, no hay que pensar en la Internet como un elemento adicional de nuestra actividad sino como componente esencial de nuestra estrategia empresarial. Sólo así es posible utilizarla para eliminar las fronteras tradicionales que separan a las empresas y lograr la integración virtual.

 

La mirada en el reloj

 

Pero integrarse virtualmente significaba también cambiar de manera radical la forma en la que se consideraban los activos de información. La idea de que una empresa debía guardar celosamente estos activos ya era historia. Estos debían ser vistos como los cimientos en los que se apoyarían las asociaciones abiertas basadas en la información.

Estas asociaciones acelerarían la circulación de los datos y mejorarían la eficiencia de la empresa. Además, crearían valor agregado para el cliente, a través de un proceso que también beneficiaría a todos los socios.

Hoy, 20 años después, el mundo de la web avanzó a pasos agigantados introduciendo grandes cambios. Sin embargo, una vez más, Mercado se anticipó con sus predicciones certeras a los cambios por venir.

 

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