Petróleo: Iraq, una pieza en el ajedrez ruso

El “neoimperialismo unilateral” del gobierno Bush –definición acuñada por el analista conservador William Pfaff- puede sufrir un Waterloo prematuro a manos no de Iraq, sino de Rusia y sus socios de la ex URSS. Por vía petrolera, no bélica.

7 octubre, 2002

En esta fase, Moscú está haciendo equilibrios geopolíticos
entre Washington, única superpotencia remanente, y Bagdad, que todavía
controla las mayores reservas cubicadas de crudos después de la península
arábiga y la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En verdad, los
18.000 millones de metros cúbicos iraquíes ocupan el tercer lugar
tras dos grupos de estados. Uno lo forman Saudiarabia, Kuwait, Bahráin,
Qatar, Omán y le Unión de Emiratos Árabes (UEM); el otro,
Rusia, Ucrania, Adzerbaiyán y la ex Asia central rusa (Kadzajstán,
Türkmenistán, Uzbekistán, Tadyikstán).

La diplomacia rusa tiene presente que Lukoil, la mayor petrolera de la CEI,
tiene derechos sobre 18% de las reservas iraquíes. Junto con las que
controla en Rusia y estados asociados, esta compañía puede pesar
en elfuturo de Estados Unidos como consumidor de crudos más que sus propios
conglomerados. A su vez, Moscú tiene 14% de Lukoil…

“Aun si Iraq fuera a la Guerra con EE.UU. y la perdiera, deberá
continuar como estado y no caer bajo la influencia de los intereses privados
multinacionales. No existe en el mundo grupo económico alguno capaz de
controlar todas las reservas petroleras iraquíes”. Eso declaró
al Financial Times Vágit Alyexpyerov, CEO del gigante ruso, tras
una reunión con el presidente Vladyímir Putin.

En buen romance, Rusia estaría dispuesta a vetar cualquier resolución
de las Naciones Unidas en favor de una invasión a Iraq… si EE.UU. no
acepta antes ciertos compromisos respecto del petróleo. Entre ellos,
el de bloquear todo intento empresario occidental para cortar las reservas o
los campos de explotación. Según un analista centroasiático,
Raad Alkadirí, “los saudíes pretenden aprovechar una hipotética
derrota de Saddam Husáin para apoderarse del petrolero iraquí,
por cuenta de sus socios estadounidenses, las compañías privadas”.
Obviamente, un veto ruso implicaría un veto chino. Además, Moscú
tiene otras razones para no apoyar la aniquilación de Saddam (cosa que
ni siquiera Irán desea). Ocurre que Iraq le debe US$ 7.000 a Rusia, pese
a lo cual ésta acaba de otorgarle ayuda económica por 40.000 millones
en cinco años. Casi, casi, la cifra que Moscú no piensa restituirle
jamás al Fondo Monetario.

En esta fase, Moscú está haciendo equilibrios geopolíticos
entre Washington, única superpotencia remanente, y Bagdad, que todavía
controla las mayores reservas cubicadas de crudos después de la península
arábiga y la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En verdad, los
18.000 millones de metros cúbicos iraquíes ocupan el tercer lugar
tras dos grupos de estados. Uno lo forman Saudiarabia, Kuwait, Bahráin,
Qatar, Omán y le Unión de Emiratos Árabes (UEM); el otro,
Rusia, Ucrania, Adzerbaiyán y la ex Asia central rusa (Kadzajstán,
Türkmenistán, Uzbekistán, Tadyikstán).

La diplomacia rusa tiene presente que Lukoil, la mayor petrolera de la CEI,
tiene derechos sobre 18% de las reservas iraquíes. Junto con las que
controla en Rusia y estados asociados, esta compañía puede pesar
en elfuturo de Estados Unidos como consumidor de crudos más que sus propios
conglomerados. A su vez, Moscú tiene 14% de Lukoil…

“Aun si Iraq fuera a la Guerra con EE.UU. y la perdiera, deberá
continuar como estado y no caer bajo la influencia de los intereses privados
multinacionales. No existe en el mundo grupo económico alguno capaz de
controlar todas las reservas petroleras iraquíes”. Eso declaró
al Financial Times Vágit Alyexpyerov, CEO del gigante ruso, tras
una reunión con el presidente Vladyímir Putin.

En buen romance, Rusia estaría dispuesta a vetar cualquier resolución
de las Naciones Unidas en favor de una invasión a Iraq… si EE.UU. no
acepta antes ciertos compromisos respecto del petróleo. Entre ellos,
el de bloquear todo intento empresario occidental para cortar las reservas o
los campos de explotación. Según un analista centroasiático,
Raad Alkadirí, “los saudíes pretenden aprovechar una hipotética
derrota de Saddam Husáin para apoderarse del petrolero iraquí,
por cuenta de sus socios estadounidenses, las compañías privadas”.
Obviamente, un veto ruso implicaría un veto chino. Además, Moscú
tiene otras razones para no apoyar la aniquilación de Saddam (cosa que
ni siquiera Irán desea). Ocurre que Iraq le debe US$ 7.000 a Rusia, pese
a lo cual ésta acaba de otorgarle ayuda económica por 40.000 millones
en cinco años. Casi, casi, la cifra que Moscú no piensa restituirle
jamás al Fondo Monetario.

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