Petróleo: estadísticas tan secretas como poco fiables

En materia de hidrocarburos, los estadígrafos se comportan como espías. Para recoger información, apelan a sigilosas redes de informantes alrededor del mundo, que escrutan embarque por embarque buscando datos sobre exportación e importación.

16 diciembre, 2004

Tanta dependencia de fuentes informales y poco dignas de crédito genera amplias disparidades entre estimaciones y realidades en materia de producción. Según señala un reciente informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, “club de países ricos”, con sede en París), arrecian los debates en cuanto a crecimiento de importaciones. Por ejemplo, se ignora qué grado de alza en la demanda china responde a la acumulación de existencias”.

La necesidad de información más precisa ha ido acentuándose a medida como los precios subían. Sus efectos en mercados y economías promueven crecientes reclamos de mejorar sistemas y prácticas estadísticas. Ocurre que, hoy, es menos fácil obtener datos seguros porque gran parte del aumento de demanda proviene de países ajenos a la OCDE.

De acuerdo con estimaciones privadas, ese grupo, con China e India al frente, representa 70% del aumento de demanda de hidrocarburos entre enero de 2001 y octubre último (casi cuatro años). “Muchos de esos países carecen de sistemas y recursos para proveer información apropiada y a tiempo”, señala la Energy Information Administration (EIA), dependencia del departmento federal homónimo, Estados Unidos.

El marcado crecimiento de importaciones en economías ajenas a la OCDE tomó de sorpresa a los mercados. Con la demanda elevándose en 2004 al mayor ritmo en 28 años, la capacidad de producción ociosa alcanza el menor nivel en 25 años. Esto endurece las condiciones de plaza.

No obstante, históricamente cada crisis ha obligados a los gobiernos a mejorar estadísticas. El embargo dictado por los árabes en 1973 –a raíz de la “guerra de Yom ha-Qippurim”, que Israel casi pierde- originó la Agencia International de Energía (AIE), hace justo treinta años. Su objeto era que las potencias pudiesen actuar de consuno en emergencias.

Pese a ello, la revolución iraní (1979) provocó otra crisis, durante la cual los precios se tripliaron y llegaron, en 1981, a cerca de US$ 110 el barril, en dólares corrientes actuales (37 a valores de entonces). A juicio de la AIE, eso se debíó a compras por pánico y derivó en un gran aumento de existencias mundiales. “El problema –recuerda la entidad- es que nadie advirtió el fenómeno porque, en esta época, no se verificaban inventarios”.

Eso llevó a los informes mensuales de la AIE, la fuente de datos más completa disponible. Incluye estimaciones sobre oferta, demanda y existencia. Pero sus críticos sostienen que subestima el crecimiento de demanda desde hace casi cuatro años. Por su parte, la agencia responde que sus datos provienen de los propios países, cuyos gobiernos debieran ser más responsables. Pero sucede que la AIE no tiene facultades ejecutivas en países ajenos a la OCDE.

También se censura a la Organización de Países Exportadores de Petróleo por no entregar cifras propias sobre producción. En su lugar, difunden datos de “fuentes secuntarias”, como compañías navieras y petroleras. Algunos miembros de la entidad están buscando formas de cambiar eso pero, en general, muchos son renuentes a entregar datos: ello equivaldría a confesar públicamente que suelen producir por encima de las cuotas.

En diferente plano, AIE, OPEP y Naciones Unidas traban en un proyecto separado, la “iniciativa conjunta sobre datos petroleros” (ICDP), para mejorar calidad y transparencia de estadísticas internacionales. Sin embargo, desde que funciona (2000), el esquema ha dado escaso resultado.

Al parece, eso puede remediarse. Para mayo próximo, la ICDP planea empezar a publicar información actualizada sobre existencias en la OCDE, la OPEP, China e India. En total, 80% del consumo global de crudos. No obstante, todavía se está lejos de obtener datos frescos y fehacientes sobre oferta y demanda. Tampoco hay síntomas alentadores en lo tocante a reservas de gas y petróleo.

Así, el reciente desastre del grupo Royal Dutch/Shell, que borró de un plumazo 23% de reservas declaradas este año, demostró que, en materia de proyecciones, las normas son por demás elásticas. Este hecho y las dudas sobre reservas saudíes ponen sobre el tapete la valiudez y la seriedad de datos entregados al mercado.

Tanta dependencia de fuentes informales y poco dignas de crédito genera amplias disparidades entre estimaciones y realidades en materia de producción. Según señala un reciente informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, “club de países ricos”, con sede en París), arrecian los debates en cuanto a crecimiento de importaciones. Por ejemplo, se ignora qué grado de alza en la demanda china responde a la acumulación de existencias”.

La necesidad de información más precisa ha ido acentuándose a medida como los precios subían. Sus efectos en mercados y economías promueven crecientes reclamos de mejorar sistemas y prácticas estadísticas. Ocurre que, hoy, es menos fácil obtener datos seguros porque gran parte del aumento de demanda proviene de países ajenos a la OCDE.

De acuerdo con estimaciones privadas, ese grupo, con China e India al frente, representa 70% del aumento de demanda de hidrocarburos entre enero de 2001 y octubre último (casi cuatro años). “Muchos de esos países carecen de sistemas y recursos para proveer información apropiada y a tiempo”, señala la Energy Information Administration (EIA), dependencia del departmento federal homónimo, Estados Unidos.

El marcado crecimiento de importaciones en economías ajenas a la OCDE tomó de sorpresa a los mercados. Con la demanda elevándose en 2004 al mayor ritmo en 28 años, la capacidad de producción ociosa alcanza el menor nivel en 25 años. Esto endurece las condiciones de plaza.

No obstante, históricamente cada crisis ha obligados a los gobiernos a mejorar estadísticas. El embargo dictado por los árabes en 1973 –a raíz de la “guerra de Yom ha-Qippurim”, que Israel casi pierde- originó la Agencia International de Energía (AIE), hace justo treinta años. Su objeto era que las potencias pudiesen actuar de consuno en emergencias.

Pese a ello, la revolución iraní (1979) provocó otra crisis, durante la cual los precios se tripliaron y llegaron, en 1981, a cerca de US$ 110 el barril, en dólares corrientes actuales (37 a valores de entonces). A juicio de la AIE, eso se debíó a compras por pánico y derivó en un gran aumento de existencias mundiales. “El problema –recuerda la entidad- es que nadie advirtió el fenómeno porque, en esta época, no se verificaban inventarios”.

Eso llevó a los informes mensuales de la AIE, la fuente de datos más completa disponible. Incluye estimaciones sobre oferta, demanda y existencia. Pero sus críticos sostienen que subestima el crecimiento de demanda desde hace casi cuatro años. Por su parte, la agencia responde que sus datos provienen de los propios países, cuyos gobiernos debieran ser más responsables. Pero sucede que la AIE no tiene facultades ejecutivas en países ajenos a la OCDE.

También se censura a la Organización de Países Exportadores de Petróleo por no entregar cifras propias sobre producción. En su lugar, difunden datos de “fuentes secuntarias”, como compañías navieras y petroleras. Algunos miembros de la entidad están buscando formas de cambiar eso pero, en general, muchos son renuentes a entregar datos: ello equivaldría a confesar públicamente que suelen producir por encima de las cuotas.

En diferente plano, AIE, OPEP y Naciones Unidas traban en un proyecto separado, la “iniciativa conjunta sobre datos petroleros” (ICDP), para mejorar calidad y transparencia de estadísticas internacionales. Sin embargo, desde que funciona (2000), el esquema ha dado escaso resultado.

Al parece, eso puede remediarse. Para mayo próximo, la ICDP planea empezar a publicar información actualizada sobre existencias en la OCDE, la OPEP, China e India. En total, 80% del consumo global de crudos. No obstante, todavía se está lejos de obtener datos frescos y fehacientes sobre oferta y demanda. Tampoco hay síntomas alentadores en lo tocante a reservas de gas y petróleo.

Así, el reciente desastre del grupo Royal Dutch/Shell, que borró de un plumazo 23% de reservas declaradas este año, demostró que, en materia de proyecciones, las normas son por demás elásticas. Este hecho y las dudas sobre reservas saudíes ponen sobre el tapete la valiudez y la seriedad de datos entregados al mercado.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades