Paradoja: los norteamericanos no ahorran, pero sí las compañías

Al revés de la gente, en Estados Unidos la típica empresa ha estado decenios acumulando efectivo. A punto tal que, creen algunos expertos, podrían pagar todas sus deudas. ¿Son buenas noticias? Depende.

4 marzo, 2008

A primera, debieran serlo para una economía castigada por alza de combustibles y otros productos primarios, escasez de crédito –esto es irónico-, dólar en declive y crisis inmobiliaria. Pero, como ha señalado Benjamin Bernanke (Reserva Federal) días atrás ante el congreso, es caso lo único positivo en cuadro depresivo. En un sentido, los estadounidenses hacen al contrario que los japoneses, cuya población ahorra demasiado, pero no es imitada por bancos y empresas.

Algunos analistas, bastante líricos, hasta sugieren que las compañías ahítas de contante y sonante debieran compartirlo con accionistas e inversores –no con los ejecutivos- mediante dividendos extraordinarios. Eso crearía estímulos económicos muy superiores a los del plan lanzado por George W.Bush y Henry Paulson, que sólo beneficia a las clases alta y media alta.

Por el contrario, el gasto del sector privado en bienes de capital viene bajando a medida como sube el ahorro. Bien visto, las empresas podrían promover la actividad tomando mano de obra y gastando mas. Pero, a juicio de varios especialistas, ello llevaría a malgastar y ser mas vulnerables en el futuro.

Durante el último decenio, se acentuó el volumen de caja respecto de los activos totales entre las cotizantes industriales que integran la cartera Standard & Poor’s 500. En 1998/2007, la relación media se dobló, mientras disminuían los niveles de deuda. De ese modo, el efectivos total superaba los US$ 600.000 millones a diciembre, contra 203.000 millones en 1998 (+196%).

Otro grupo de investigadores sospecha que el efectivo en manos del sector privado durante 25 años (1981/2005) en verdad reflejaba un hecho sencillo: el mundo iba siendo cada vez más riesgoso para invertir o hacer negocios. Por tanto, las compañías ahorraban más, salvo en servicios público, banca y otros sectores regulados. Estos técnicos sostienen que, a fin de 2005, la relación efectivo/activos totales había vuelto a niveles de los años años 60.

Muchos balances confirman esos hallazgos. Verbigracia, en 1988/2007, la relación caja/activos de Apple se elevó de 38% a más de 60%. En tanto, los ahorros de Microsoft son tales que –admite su propio director financiero- alcanzarían para cubrir los US$ 20.000 millones en efectivo que implica su oferta de 44-600 millones por Yahoo.

Esa desmesura proclividad al ahorro tiene dos aspectos negativos. Primero, agrava el presente estancamiento general. Segundo, sin la supervisión de eventuales prestamistas, las empresas podrían emplear mal tantos fondos.

Este fenómeno es por demás paradójico. En los últimos dos decenios ha habido una explosión de instrumentos –algunos, especulativos- para gestionar riesgos tales como depreciación de monedas, crisis en materia primas, etc. Pero, en general, las empresas han preferido el camino más tradicional, o sea el ahorro. Eso hace sospechar que hay subutilización de instrumentos o éstos, en realidad, no sirven de gran cosa.

A primera, debieran serlo para una economía castigada por alza de combustibles y otros productos primarios, escasez de crédito –esto es irónico-, dólar en declive y crisis inmobiliaria. Pero, como ha señalado Benjamin Bernanke (Reserva Federal) días atrás ante el congreso, es caso lo único positivo en cuadro depresivo. En un sentido, los estadounidenses hacen al contrario que los japoneses, cuya población ahorra demasiado, pero no es imitada por bancos y empresas.

Algunos analistas, bastante líricos, hasta sugieren que las compañías ahítas de contante y sonante debieran compartirlo con accionistas e inversores –no con los ejecutivos- mediante dividendos extraordinarios. Eso crearía estímulos económicos muy superiores a los del plan lanzado por George W.Bush y Henry Paulson, que sólo beneficia a las clases alta y media alta.

Por el contrario, el gasto del sector privado en bienes de capital viene bajando a medida como sube el ahorro. Bien visto, las empresas podrían promover la actividad tomando mano de obra y gastando mas. Pero, a juicio de varios especialistas, ello llevaría a malgastar y ser mas vulnerables en el futuro.

Durante el último decenio, se acentuó el volumen de caja respecto de los activos totales entre las cotizantes industriales que integran la cartera Standard & Poor’s 500. En 1998/2007, la relación media se dobló, mientras disminuían los niveles de deuda. De ese modo, el efectivos total superaba los US$ 600.000 millones a diciembre, contra 203.000 millones en 1998 (+196%).

Otro grupo de investigadores sospecha que el efectivo en manos del sector privado durante 25 años (1981/2005) en verdad reflejaba un hecho sencillo: el mundo iba siendo cada vez más riesgoso para invertir o hacer negocios. Por tanto, las compañías ahorraban más, salvo en servicios público, banca y otros sectores regulados. Estos técnicos sostienen que, a fin de 2005, la relación efectivo/activos totales había vuelto a niveles de los años años 60.

Muchos balances confirman esos hallazgos. Verbigracia, en 1988/2007, la relación caja/activos de Apple se elevó de 38% a más de 60%. En tanto, los ahorros de Microsoft son tales que –admite su propio director financiero- alcanzarían para cubrir los US$ 20.000 millones en efectivo que implica su oferta de 44-600 millones por Yahoo.

Esa desmesura proclividad al ahorro tiene dos aspectos negativos. Primero, agrava el presente estancamiento general. Segundo, sin la supervisión de eventuales prestamistas, las empresas podrían emplear mal tantos fondos.

Este fenómeno es por demás paradójico. En los últimos dos decenios ha habido una explosión de instrumentos –algunos, especulativos- para gestionar riesgos tales como depreciación de monedas, crisis en materia primas, etc. Pero, en general, las empresas han preferido el camino más tradicional, o sea el ahorro. Eso hace sospechar que hay subutilización de instrumentos o éstos, en realidad, no sirven de gran cosa.

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