Oro a picos de US$ 573,50, por incertidumbres políticas (2-II)

En otra jornada nerviosa, el oro alcanzó US$57350 en Nueva York. Mientyras tanto, los futuros proyectaban en 585 a un mes. En general,todo se vincula a crisis geopolíticas y síntomas inflacionarios en EE.UU.

1 febrero, 2006

El cambio de guardia en la Reserva Federal (que llevó la tasa básica de 4,25 a 4,5% anual), las inminentes alteraciones en la composición de reservas del banco central chino, la debilidad del dólar (el euro está a US$ 1,21), el problema iraní, la crisis palestina y compras de especuladores privados han inflado el metal. Este jueves estaba 11,3% sobre fin de 2005, algo que no ocurría desde fines de los años 70.

Cabe recordar que diciembre había tenido su propio máximo, US$ 526,25, también en Manhattan. Para entonces, el metal áureo había subido 17% en todo 2005. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a orillar US$ 69 el barril.

Por cierto, Beijing confirmó que analiza nuevas formas de administrar reservas, medida que probablemente imiten varios países, aunque ninguno de ellos central. En cuanto al contexto general, debe recordarse que este avance del oro empezó al terminar 2000, cuando estaba en apenas 280, y acumula 104,7% en algo más de cinco años.

Irónicamente, Union des Banques Suisses le ve riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al moderado crecimiento de la economía norteamericana (esto ya sucede).

Como muchos expertos han señalado, este auge dorado no es –por ahora- como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2006 no pasará de US$ 500 y recién volverá a 550 en 2007. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 650/700.

Pero ahora, de pronto, George W.Bush da señales de moderación. Por un lado, felicita por teléfono al boliviano Evo Morales. Por otro, admite que Estados Unidos se ha quedado muy aislado en la escena mundial y no descarta algún tipo de negociación con Hamás.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que la inflación irá trepando en Estados Unidos, cuya moneda volverá a deteriorarse ante divisas rivales, en un contexto de menor crecimiento del PBI. Ergo, piensan en el metal de nuevo como refugio “duro”.

Por supuesto, el oro sigue a distancia del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la segundo crisis petrolera lo hizo subir 75% en 1979, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde mediados de 2004 hasta octubre de 2005 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

Ahora, surgen otros factores. Por ejemplo, Beirut cotizaba el oro a más de US$ 580, por demanda originada en Siria, Irak, Palestina, Israel y Jordania. Según expertos locales, eso respondía a creciente inquietud sobre la vida de Ariel Sharón y las elecciones palestinas, cuyos resultados –confesó Condoleezza Rice- tomaron de sorpresa a Washington. También las nuevas tensiones entre Irán y Occidente obran en favor de colocaciones duras, el oro entre ellas. En este caso, la demanda se origina en Saudiarabia y Kuweit, donde un jeque de 77 años en silla de ruedas ha reemplazado a su primo, muerto a los 78.

El cambio de guardia en la Reserva Federal (que llevó la tasa básica de 4,25 a 4,5% anual), las inminentes alteraciones en la composición de reservas del banco central chino, la debilidad del dólar (el euro está a US$ 1,21), el problema iraní, la crisis palestina y compras de especuladores privados han inflado el metal. Este jueves estaba 11,3% sobre fin de 2005, algo que no ocurría desde fines de los años 70.

Cabe recordar que diciembre había tenido su propio máximo, US$ 526,25, también en Manhattan. Para entonces, el metal áureo había subido 17% en todo 2005. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a orillar US$ 69 el barril.

Por cierto, Beijing confirmó que analiza nuevas formas de administrar reservas, medida que probablemente imiten varios países, aunque ninguno de ellos central. En cuanto al contexto general, debe recordarse que este avance del oro empezó al terminar 2000, cuando estaba en apenas 280, y acumula 104,7% en algo más de cinco años.

Irónicamente, Union des Banques Suisses le ve riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al moderado crecimiento de la economía norteamericana (esto ya sucede).

Como muchos expertos han señalado, este auge dorado no es –por ahora- como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2006 no pasará de US$ 500 y recién volverá a 550 en 2007. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 650/700.

Pero ahora, de pronto, George W.Bush da señales de moderación. Por un lado, felicita por teléfono al boliviano Evo Morales. Por otro, admite que Estados Unidos se ha quedado muy aislado en la escena mundial y no descarta algún tipo de negociación con Hamás.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que la inflación irá trepando en Estados Unidos, cuya moneda volverá a deteriorarse ante divisas rivales, en un contexto de menor crecimiento del PBI. Ergo, piensan en el metal de nuevo como refugio “duro”.

Por supuesto, el oro sigue a distancia del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la segundo crisis petrolera lo hizo subir 75% en 1979, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde mediados de 2004 hasta octubre de 2005 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

Ahora, surgen otros factores. Por ejemplo, Beirut cotizaba el oro a más de US$ 580, por demanda originada en Siria, Irak, Palestina, Israel y Jordania. Según expertos locales, eso respondía a creciente inquietud sobre la vida de Ariel Sharón y las elecciones palestinas, cuyos resultados –confesó Condoleezza Rice- tomaron de sorpresa a Washington. También las nuevas tensiones entre Irán y Occidente obran en favor de colocaciones duras, el oro entre ellas. En este caso, la demanda se origina en Saudiarabia y Kuweit, donde un jeque de 77 años en silla de ruedas ha reemplazado a su primo, muerto a los 78.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades