Morgan Stanley: ahora, le toca el turno al personal

Como ya es habitual en las crisis de management, primero despiden a dos o tres jerarcas –por ejemplo, Philip Purcell- y, después, a miles de empleados. Morgan Stanley no podía ser la excepción.

2 agosto, 2005

A nadie sorprendió que, este fin se semana, se elevase de mil a unos 1.100 la cantidad de corredores, operadores y consultores eliminados en la banca de inversión. En otras palabras, casi 11% de elenco estable. Pero no acaba ahí la “racionalización”.

La firma de valores difundió un tercer comunicado interno. El texto anticipa que también se disminuirá el número de pasantes y becarios, de 2.300 este año a mil en 2006. En este rubro, el ahorro no será relevante, porque es mano de obra muy barata, a veces gratuita.

Además, existe un riesgo “político”. Estas bancas reclutan pasantes en las principales –y más caras- escuela de negocios. A su vez, estas organizaciones cobran desmedidos aranceles, precisamente, porque estudiar y graduarse en ellas presupone salida laboral inmediata. Pero, si las firmas de valores siguen eliminando empleos o creando inestabilidad laboral, les será difícil a las escuelas de negocios cotizar tan alto sus servicios.

Por ahora, John Mack –reemplazante de Purcell como presidente ejecutivo- no parece preocouado por esos efectos colaterales. Tampoco por otro factor: nadie sabe muy bien si el tercer agente bursátil del mundo competirá mejor achicando tanto su dotación profesional. Pero Wall Street festeja los despidos, fiel al mito de que los errores de management se arreglan por esa vía.

A nadie sorprendió que, este fin se semana, se elevase de mil a unos 1.100 la cantidad de corredores, operadores y consultores eliminados en la banca de inversión. En otras palabras, casi 11% de elenco estable. Pero no acaba ahí la “racionalización”.

La firma de valores difundió un tercer comunicado interno. El texto anticipa que también se disminuirá el número de pasantes y becarios, de 2.300 este año a mil en 2006. En este rubro, el ahorro no será relevante, porque es mano de obra muy barata, a veces gratuita.

Además, existe un riesgo “político”. Estas bancas reclutan pasantes en las principales –y más caras- escuela de negocios. A su vez, estas organizaciones cobran desmedidos aranceles, precisamente, porque estudiar y graduarse en ellas presupone salida laboral inmediata. Pero, si las firmas de valores siguen eliminando empleos o creando inestabilidad laboral, les será difícil a las escuelas de negocios cotizar tan alto sus servicios.

Por ahora, John Mack –reemplazante de Purcell como presidente ejecutivo- no parece preocouado por esos efectos colaterales. Tampoco por otro factor: nadie sabe muy bien si el tercer agente bursátil del mundo competirá mejor achicando tanto su dotación profesional. Pero Wall Street festeja los despidos, fiel al mito de que los errores de management se arreglan por esa vía.

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