Intervención de emisores y alza de tasas sostienen al dólar (14-III)

El dólar abre la semana repuntando a FS 1,16 y ¥ 115,20; el euro cede a US$ 1,335. Motivos: discreta intervención de algunos bancos centrales y T-10 en 4,53% anual. Con el crudo quieto, Wall Street operaba y se movía poco.

14 marzo, 2005

Más allá de compras de dólares realizadas, directa o indirectamente, por los emisores de Japón, Surcorea, Taiwán y otros países, el traforndo de los mercados no se modifica. En efecto, sigue condicionado al rojo del comercio exterior norteamericano, que repuntó a US$ 58.300 millones en enero, 4,7% sobre los 55.700 millones de diciembre y 3,3% bajo la máxima absoluta de noviembre (60.300 millones). El mercado esperaba US$ 56.500 millones. Pero el factor clave residió en que un récord de exportaciones (US$ 100.800 millones) fuera neutralizad por uno aún más pronunciado en importaciones (US$ 159.100 millones).

Mientras, en Nueva York, el crudo tejado occidental seguían en torno de US$ 54,25/55. La extrema vulnerabilidad de los bonos federales se reflejaba en una tasa a largo plazo (T-10) que cerraba en 4,53% anual. La mezcla de señales contradictorias hizo que los principales paneles en Wall Street operasen pocos y no se modificaran casi nada.

La divisa referencial comenzó a debilitarse el jueves, por temores de algunos bancos centrales diversifiquen reservas. También pesaba el riesgo de que el emisor europeo elevara tasas básicas. “Vivimos otra fase de volatilidad cambiaria, tasas firmes y dólar vulnerable”, señalaban analistas de Morgan Stanley, Nueva York. Esta vez, el golpe vino de Tokio: el primer ministro Junichiro Koizumi admitió ante el parlamento que, en términos generales, diversificar la composición de reservas internacionales es buena idea.

De inmediato, el ministerio de Hacienda –que maneja las mayores tenencias en divisas del mundo, US$ 840.600 millones-, salió a aclarar que por ahora no había planes de reducir activos en dólares (obvio efecto de cualquier diversificación). Pero ocurrió lo mismo que cuando, en febrero, Surcorea manifestó similares intenciones y, luego, intentó diluirlas: leyendo entre líneas, los mercados interpretaron –como hoy- que existen planes diversificatorios.

No sólo eso sino que, a juicio de analistas en Hongkong y Singapur, la actitud japonesa puede extenderse a por lo menos cuatro bancos centrales del área. La razón es simple: nadie cree que Estados Unidos haga algo en serio para ir recortando los enormes déficit en presupuesto, comercio y pagos externos (máxime tras dos disertaciones “salvajemente optimistas” sobre el tema, a cargo de Alan Greenspan y Benjamin Bernanke, ambos de la RF) . Es más, académicos europeos y asiáticos sospechan que el objeto real del actual gobierno en licuar pasivos vía paulatino derrumbe del dólar. Exactamente lo que hizo Gran Bretaña con la esterlina tras la II guerra mundial.

Más allá de compras de dólares realizadas, directa o indirectamente, por los emisores de Japón, Surcorea, Taiwán y otros países, el traforndo de los mercados no se modifica. En efecto, sigue condicionado al rojo del comercio exterior norteamericano, que repuntó a US$ 58.300 millones en enero, 4,7% sobre los 55.700 millones de diciembre y 3,3% bajo la máxima absoluta de noviembre (60.300 millones). El mercado esperaba US$ 56.500 millones. Pero el factor clave residió en que un récord de exportaciones (US$ 100.800 millones) fuera neutralizad por uno aún más pronunciado en importaciones (US$ 159.100 millones).

Mientras, en Nueva York, el crudo tejado occidental seguían en torno de US$ 54,25/55. La extrema vulnerabilidad de los bonos federales se reflejaba en una tasa a largo plazo (T-10) que cerraba en 4,53% anual. La mezcla de señales contradictorias hizo que los principales paneles en Wall Street operasen pocos y no se modificaran casi nada.

La divisa referencial comenzó a debilitarse el jueves, por temores de algunos bancos centrales diversifiquen reservas. También pesaba el riesgo de que el emisor europeo elevara tasas básicas. “Vivimos otra fase de volatilidad cambiaria, tasas firmes y dólar vulnerable”, señalaban analistas de Morgan Stanley, Nueva York. Esta vez, el golpe vino de Tokio: el primer ministro Junichiro Koizumi admitió ante el parlamento que, en términos generales, diversificar la composición de reservas internacionales es buena idea.

De inmediato, el ministerio de Hacienda –que maneja las mayores tenencias en divisas del mundo, US$ 840.600 millones-, salió a aclarar que por ahora no había planes de reducir activos en dólares (obvio efecto de cualquier diversificación). Pero ocurrió lo mismo que cuando, en febrero, Surcorea manifestó similares intenciones y, luego, intentó diluirlas: leyendo entre líneas, los mercados interpretaron –como hoy- que existen planes diversificatorios.

No sólo eso sino que, a juicio de analistas en Hongkong y Singapur, la actitud japonesa puede extenderse a por lo menos cuatro bancos centrales del área. La razón es simple: nadie cree que Estados Unidos haga algo en serio para ir recortando los enormes déficit en presupuesto, comercio y pagos externos (máxime tras dos disertaciones “salvajemente optimistas” sobre el tema, a cargo de Alan Greenspan y Benjamin Bernanke, ambos de la RF) . Es más, académicos europeos y asiáticos sospechan que el objeto real del actual gobierno en licuar pasivos vía paulatino derrumbe del dólar. Exactamente lo que hizo Gran Bretaña con la esterlina tras la II guerra mundial.

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