Greenspan, de pronto pesimista sobre China y la euforia bursátil

Mientras Henry Paulson no logra hacer que Beijing deje subir el yüan, Alan Greenspan teme una crisis en el gigante. Por televisión, el ex jefe de la Reserva Federal advirtió también sobre la burbuja especulativa imperante en varios mercados.

24 mayo, 2007

“El presente crecimiento de la economía real no se sostendrá en el tiempo. Además –sostuvo el hoy pesimista jubilado-, las violentas contracciones vividas en las bolsas chinas a fin de febrero e inicios de marzo pueden repetirse este mismo año”. Su tono sorprendió e irritó a analistas financieros y gurúes en Wall Street, Londres y, especialmente, la muy eufórica Fráncfort.

A criterio de Greenpan, compartido por Paul Krugman –hoy silenciado en los medios neoyorquinos- y Jeffrey Sachs, “habrá una fuerte corrección hacia abajo en un futuro no lejano. No será posible seguir combinando importaciones baratas de China y otros países en desarrollo, emigración de mano de obra entre Europa oriental y occidental, tasas relativamente bajas y baja inflación”.

Retomando una idea propia, muy extendida en los mercados financieros y bursátiles, el ex presidente de la RF cree que “en los últimos cuatro o cinco años, buena parte del mundo se ha expandido más rápido que en otros momentos de la historia. Esto no durará. Las economías mayores deberán ser muy flexibles, si han de absorber futuras sacudidas”.

En esa óptica, prevé amplias caídas de activos pero, fiel a una curiosa doctrina suya (el “optimismo fundamentalista”) propuesta en 2003, estima que “las economías grandes saldrán ilesas, porque los ajustes no repercutirán en el empleo ni los indicadores”. Las habituales contradicciones de Greenspan no impiden que sus inquietudes sobre China sean compartidas por otros. Igual ocurre que sus advertencias sobre la crisis de hipotecas usurarias en Estados Unidos o el desordenado auge de compras apalancadas en medio planeta.

“El presente crecimiento de la economía real no se sostendrá en el tiempo. Además –sostuvo el hoy pesimista jubilado-, las violentas contracciones vividas en las bolsas chinas a fin de febrero e inicios de marzo pueden repetirse este mismo año”. Su tono sorprendió e irritó a analistas financieros y gurúes en Wall Street, Londres y, especialmente, la muy eufórica Fráncfort.

A criterio de Greenpan, compartido por Paul Krugman –hoy silenciado en los medios neoyorquinos- y Jeffrey Sachs, “habrá una fuerte corrección hacia abajo en un futuro no lejano. No será posible seguir combinando importaciones baratas de China y otros países en desarrollo, emigración de mano de obra entre Europa oriental y occidental, tasas relativamente bajas y baja inflación”.

Retomando una idea propia, muy extendida en los mercados financieros y bursátiles, el ex presidente de la RF cree que “en los últimos cuatro o cinco años, buena parte del mundo se ha expandido más rápido que en otros momentos de la historia. Esto no durará. Las economías mayores deberán ser muy flexibles, si han de absorber futuras sacudidas”.

En esa óptica, prevé amplias caídas de activos pero, fiel a una curiosa doctrina suya (el “optimismo fundamentalista”) propuesta en 2003, estima que “las economías grandes saldrán ilesas, porque los ajustes no repercutirán en el empleo ni los indicadores”. Las habituales contradicciones de Greenspan no impiden que sus inquietudes sobre China sean compartidas por otros. Igual ocurre que sus advertencias sobre la crisis de hipotecas usurarias en Estados Unidos o el desordenado auge de compras apalancadas en medio planeta.

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