Enron, JP Morgan, Citigroup y una maniobra a varias puntas

Una comisión del Senado revisa una compleja transacción entre JP Morgan Chase y Enron (2001), que le permitió a la segunda obtener cientos de millones de deducciones impositivas. Normalmente, esos beneficios no se permiten.

13 diciembre, 2002

La "operación doble revés (slapshot)" -como la llama gente
del propio banco- fue armada por el equipo de instrumentos financieros e involucraba
entidades en Canadá (Nova Scotia, Québec) y Estados Unidos. Su objeto
fue que Enron redujera enormemente sus obligaciones tributarias en Canadá,
donde posee una planta papelera. Por otra parte, esta semana los senadores analizarán
otras transacciones dudosas, relacionadas con Enron, JP Morgan Chase y Citigroup
(también a su rama bursátil, Salomon Smith Barney, cuyo interventor
era interrogado ayer por los legisladores).

Al concluir la operación, 80% de desgravaciones o deducciones por US$
440 millones volvieron a Enron. El 20% restante fue a Citigroup, competidor
de JP Morgan pero accionista de la institución usada para la maniobra.
Al parecer, JP Morgan ignoraba este detalle. Pero sí sabía que
el "doble revés" le dio lugar a Enron para obtener una deducción
de interés convencional más una deducción de capital en
absoluto común.

No obstante, los testigos citados por la comisión senatorial sostuvieron
que no había indicios de ilegalidad en la transacción. En realidad,
cualquier operación que involucre ciertos instrumentos financieros complejos
tiende a resultados muy peculiares. De ahí la utilidad de algunos -los
derivativos- y sus contratos derivados en el lavado internacional de dinero.
En el caso actual, parece más bien una interpretación por demás
literal de ciertas normas.

A la sazón, los abogados de las partes aprobaron el "doble revés"
antes de ponerse en marcha. "Dos estudios jurídicos canadienses
dictaminaron que la transacción no transgrediría leyes locales",
explicaba un portavoz de JP Morgan Chase en Nueva York.

Por tanto, a principios de 2001 una filial de Enron compró una papelera
por US$ 375 millones. Los fondos salieron de una emisión de bonos a corto
plazo, por lo cual la empresa registró la operación como deuda
y luego compensó el asiento. En junio, sustituyó la deuda corta
por un financiamiento a mayor plazo y ahí tuvo lugar el "doble revés".
Según la normativa tributaria habitual, la filial (Compagnie Papiers
Stadacona, CPS) podía deducir los pagos de intereses en su declaración
impositiva. Pero "slapshot" le permitió deducir también
el capital.

La operación requirió la participación de Flagstaff (filial
de JP Morgan, a la cual éste le otorga un crédito de US$ 1.400
millones… por un solo día) y del mismo JPM al frente de un consorcio
de cuatro bancos. En ese punto, aparece Hansen (Nova Scotia), a la cual Flagstaff
transfiere aquel "préstamo", sólo que a cinco años.
Pero se trata de un crédito que exige pagar sólo intereses hasta
el día final de su validez, cuando debe saldarse el capital íntegro.

En síntesis, los intereses trimestrales que le debe Hansen a Flagstaff
son iguales a los intereses más el capital que Flagstaff le debe al consorcio
de cuatro bancos. En total, US$ 22 millones cada tres meses, o sea 440 millones
al cabo del plazo estipulado. Pero ¿por qué Hansen? Porque Hansen
era el nexo con CPS, a la cual le pasó los US$ 1.400 millones percibidos
de JPM vía Flagstaff. Luego, Hansen saca US$ 375 millones de ese monto
para devolverle a Enron el préstamo inicial empleado para comprar CPS.
Los mil millones remanentes también van a Enron, pero aún no queda
claro si como crédito o en forma de otro instrumento financiero.

No obstante, todavía han de eliminarse los efectos económicos
de las obligaciones involucradas en el "doble revés". Surge
ahí otra entidad, Newman, que compra acciones de Hansen a cinco años,
por un total de -oh- US$ 1.400 millones. Al mismo tiempo, Flagstaff acepta cubrir
las nuevas obligaciones de Newman… al cabo de cinco años. Todas las
maniobras se cancelan entre sí y en un solo día, pues Flagstaff
devuelve 1.000 millones de los prestados a 24 horas por JPM. Sólo siguen
en pie los intereses por US$ 440 que CPS le adeuda a Hansen. En resumen, los
375 millones del capital original se han convertido en intereses vía
una red de créditos mutuos y escasos desembolsos de dinero real.

Enron sacó doble tajada. Por un lado, US$ 375 millones en deuda salieron
del balance rumbo a CPS (lo cual entraña una compra apalancada). Por
otro, obtuvo ganancias por ser propietaria de la papelera. No sin antes poner
en juego otro sello, Sundance, propiedad conjunta de Enron (80%) y Citigroup
(20%), que aparece beneficiándose de los descuentos tributarios. No sorprende,
pues, que los senadores abriguen serias dudas sobre semejante transacción
a varias puntas.

La "operación doble revés (slapshot)" -como la llama gente
del propio banco- fue armada por el equipo de instrumentos financieros e involucraba
entidades en Canadá (Nova Scotia, Québec) y Estados Unidos. Su objeto
fue que Enron redujera enormemente sus obligaciones tributarias en Canadá,
donde posee una planta papelera. Por otra parte, esta semana los senadores analizarán
otras transacciones dudosas, relacionadas con Enron, JP Morgan Chase y Citigroup
(también a su rama bursátil, Salomon Smith Barney, cuyo interventor
era interrogado ayer por los legisladores).

Al concluir la operación, 80% de desgravaciones o deducciones por US$
440 millones volvieron a Enron. El 20% restante fue a Citigroup, competidor
de JP Morgan pero accionista de la institución usada para la maniobra.
Al parecer, JP Morgan ignoraba este detalle. Pero sí sabía que
el "doble revés" le dio lugar a Enron para obtener una deducción
de interés convencional más una deducción de capital en
absoluto común.

No obstante, los testigos citados por la comisión senatorial sostuvieron
que no había indicios de ilegalidad en la transacción. En realidad,
cualquier operación que involucre ciertos instrumentos financieros complejos
tiende a resultados muy peculiares. De ahí la utilidad de algunos -los
derivativos- y sus contratos derivados en el lavado internacional de dinero.
En el caso actual, parece más bien una interpretación por demás
literal de ciertas normas.

A la sazón, los abogados de las partes aprobaron el "doble revés"
antes de ponerse en marcha. "Dos estudios jurídicos canadienses
dictaminaron que la transacción no transgrediría leyes locales",
explicaba un portavoz de JP Morgan Chase en Nueva York.

Por tanto, a principios de 2001 una filial de Enron compró una papelera
por US$ 375 millones. Los fondos salieron de una emisión de bonos a corto
plazo, por lo cual la empresa registró la operación como deuda
y luego compensó el asiento. En junio, sustituyó la deuda corta
por un financiamiento a mayor plazo y ahí tuvo lugar el "doble revés".
Según la normativa tributaria habitual, la filial (Compagnie Papiers
Stadacona, CPS) podía deducir los pagos de intereses en su declaración
impositiva. Pero "slapshot" le permitió deducir también
el capital.

La operación requirió la participación de Flagstaff (filial
de JP Morgan, a la cual éste le otorga un crédito de US$ 1.400
millones… por un solo día) y del mismo JPM al frente de un consorcio
de cuatro bancos. En ese punto, aparece Hansen (Nova Scotia), a la cual Flagstaff
transfiere aquel "préstamo", sólo que a cinco años.
Pero se trata de un crédito que exige pagar sólo intereses hasta
el día final de su validez, cuando debe saldarse el capital íntegro.

En síntesis, los intereses trimestrales que le debe Hansen a Flagstaff
son iguales a los intereses más el capital que Flagstaff le debe al consorcio
de cuatro bancos. En total, US$ 22 millones cada tres meses, o sea 440 millones
al cabo del plazo estipulado. Pero ¿por qué Hansen? Porque Hansen
era el nexo con CPS, a la cual le pasó los US$ 1.400 millones percibidos
de JPM vía Flagstaff. Luego, Hansen saca US$ 375 millones de ese monto
para devolverle a Enron el préstamo inicial empleado para comprar CPS.
Los mil millones remanentes también van a Enron, pero aún no queda
claro si como crédito o en forma de otro instrumento financiero.

No obstante, todavía han de eliminarse los efectos económicos
de las obligaciones involucradas en el "doble revés". Surge
ahí otra entidad, Newman, que compra acciones de Hansen a cinco años,
por un total de -oh- US$ 1.400 millones. Al mismo tiempo, Flagstaff acepta cubrir
las nuevas obligaciones de Newman… al cabo de cinco años. Todas las
maniobras se cancelan entre sí y en un solo día, pues Flagstaff
devuelve 1.000 millones de los prestados a 24 horas por JPM. Sólo siguen
en pie los intereses por US$ 440 que CPS le adeuda a Hansen. En resumen, los
375 millones del capital original se han convertido en intereses vía
una red de créditos mutuos y escasos desembolsos de dinero real.

Enron sacó doble tajada. Por un lado, US$ 375 millones en deuda salieron
del balance rumbo a CPS (lo cual entraña una compra apalancada). Por
otro, obtuvo ganancias por ser propietaria de la papelera. No sin antes poner
en juego otro sello, Sundance, propiedad conjunta de Enron (80%) y Citigroup
(20%), que aparece beneficiándose de los descuentos tributarios. No sorprende,
pues, que los senadores abriguen serias dudas sobre semejante transacción
a varias puntas.

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