Dos terremotos y medio en la peor semana bursátil desde 2003

No era casual: los mercados especulativos cayeron como cuando Estados Unidos invadió Irak, marzo de hace cuatro años ¿Corrección técnica o anticipo de un 2007 con horizonte recesivo y saturación de riesgos?

6 marzo, 2007

Ademán del derrumbe de bolsas chinas, los operadores occidentales afrontan temas menos “cortoplacistas”. Para el caso, el desinfle de la burbuja inmobiliaria, su nuevo efecto (la crisis del crédito hipotecario a gente de escasa solvencia o sea préstamos usurarios) y un Benjamin Beranke sin reflejos ágiles. Por eso, su antecesor, Alan Greenspan, salió a pronosticar recesión para el próximo semestre.

Por encima de tantos componentes negativos, se cierne la sombra de una megaspeculación global sin freno, en forma de instrumentos derivativos y contratos derivados. En esta oportunidad, asociados a la cubertura de esas mismas carteras hipotecarias “bajo prima”, eufemismo por sujetas a sobretasas de entre tres y cinco puntos en EE.UU.

En rigor, analistas e intermediarios temen que esté gestándose una “nova” de derivados, cuya masa oscila en torno de US$ 120 billones, diez veces el PBI estadounidnese. Al respecto, millones de norteamericanos, británicos, holandeses, etc., ignora todavía que sus aportes a fondos jubilatorios se desvían, via managers irresponsables, a fondos que especulan con derivados, esto es aire.
En particular, pases y compraventas de derivados crediticios alcanzan niveles tales que, ya mismo, las carteras de intermediarios como Merrill Lynch, Lehman Brothers, Goldman Sachs o Morgan Stanñey son consideradas casi chatarras por sus propios operadores.

Todo esto sucede mientras expertos, administradores de carteras y escépticos estilo Warren Buffett, Jeffrey Sachs o Paul Krugman siguen debatiendo los derrumbes de 2000/1, 1997/8, 1994/5 ó 1987. Los observadores menos nerviosos estiman que las bolsas chinas, queriéndolo o no, han dado al resto del espinel una pausa para reexaminar la desorbitada gama de riesgos bursátiles y financieros. En esencia, a la luz de una economía –la de EE.UU.- que emite signos no ya inflacionarios (obsesión de la Reserva Federal o el Banco Central Europeo), sino regresivos.

Hay otro síntoma bastante curioso. Por una parte, los “carry trades” (toma de fondos cortoplacistas en mercados de tasa barata, para recolocarlos donde se obtiene buena diferencia) también empiezan a inflarse más de lo prudente, Justo en este momento, el inefable Jean-Claude Trichet (desprocesado en 2004 para poder presidir el BCE) sugiere que los emisores especulen en carry trades, a fin de obtener ganancias.

En enero, surgían ya otras señales. Por ejemplo, la caía en demanda de bienes (EE.UU., 7,8%). A su vez, eso puso en evidencia la escasa disposición del sector privado a invertir en equipos, pese a tipos de interés relativamente bajos. Eso se notaban aun en área –como hidrocarburos- donde utilidades y dividendos de 2006 fueron escandalosos.

Entretanto, el gasto del público continúa casi eufórico, alimentado por una prodigiosa adicción al endeudamiento. En este plano, la Casa Blanca y sus súbditos actúan de consuno, mientras Henry Paulson (hacienda) pierden el sueño por un yüan o un yen baratos y Bernanke lo hace por una inflación desdeñable. Así, en el IV trimestre, el consumo fue clave para el avance de 2,2% en el producto bruto interno a ritmo anual. Similares perfiles ofrecen el PBI chino y -hasta cierto punto- el de la Eurozona.

Al fin de cuentas, pues, los ciclos cortos (llamados “de negocios” en el mundo anglosajón) no distan de haberse esfumado, como imaginaban los cultores de la hoy difunta ”nueva economía”. Uno era Psulson, por entonces CEO de Goldman Sachs. A la inversa, esos ciclos –visionariamente descriptos por John K.Galbraith en 1965 y Charles Kindleberger en 1994- siguen vigentes y terminan en descalabros: 1987/8, 1994/5, 1997/8, 2000/1 y ¿ahora 2007/8?… Existe un consuelo: como muestra hoy China, la galaxia megaespeculativa se distancia cada vez más de economías reales que, por fortuna para ellas, no están globalizadas,

Ademán del derrumbe de bolsas chinas, los operadores occidentales afrontan temas menos “cortoplacistas”. Para el caso, el desinfle de la burbuja inmobiliaria, su nuevo efecto (la crisis del crédito hipotecario a gente de escasa solvencia o sea préstamos usurarios) y un Benjamin Beranke sin reflejos ágiles. Por eso, su antecesor, Alan Greenspan, salió a pronosticar recesión para el próximo semestre.

Por encima de tantos componentes negativos, se cierne la sombra de una megaspeculación global sin freno, en forma de instrumentos derivativos y contratos derivados. En esta oportunidad, asociados a la cubertura de esas mismas carteras hipotecarias “bajo prima”, eufemismo por sujetas a sobretasas de entre tres y cinco puntos en EE.UU.

En rigor, analistas e intermediarios temen que esté gestándose una “nova” de derivados, cuya masa oscila en torno de US$ 120 billones, diez veces el PBI estadounidnese. Al respecto, millones de norteamericanos, británicos, holandeses, etc., ignora todavía que sus aportes a fondos jubilatorios se desvían, via managers irresponsables, a fondos que especulan con derivados, esto es aire.
En particular, pases y compraventas de derivados crediticios alcanzan niveles tales que, ya mismo, las carteras de intermediarios como Merrill Lynch, Lehman Brothers, Goldman Sachs o Morgan Stanñey son consideradas casi chatarras por sus propios operadores.

Todo esto sucede mientras expertos, administradores de carteras y escépticos estilo Warren Buffett, Jeffrey Sachs o Paul Krugman siguen debatiendo los derrumbes de 2000/1, 1997/8, 1994/5 ó 1987. Los observadores menos nerviosos estiman que las bolsas chinas, queriéndolo o no, han dado al resto del espinel una pausa para reexaminar la desorbitada gama de riesgos bursátiles y financieros. En esencia, a la luz de una economía –la de EE.UU.- que emite signos no ya inflacionarios (obsesión de la Reserva Federal o el Banco Central Europeo), sino regresivos.

Hay otro síntoma bastante curioso. Por una parte, los “carry trades” (toma de fondos cortoplacistas en mercados de tasa barata, para recolocarlos donde se obtiene buena diferencia) también empiezan a inflarse más de lo prudente, Justo en este momento, el inefable Jean-Claude Trichet (desprocesado en 2004 para poder presidir el BCE) sugiere que los emisores especulen en carry trades, a fin de obtener ganancias.

En enero, surgían ya otras señales. Por ejemplo, la caía en demanda de bienes (EE.UU., 7,8%). A su vez, eso puso en evidencia la escasa disposición del sector privado a invertir en equipos, pese a tipos de interés relativamente bajos. Eso se notaban aun en área –como hidrocarburos- donde utilidades y dividendos de 2006 fueron escandalosos.

Entretanto, el gasto del público continúa casi eufórico, alimentado por una prodigiosa adicción al endeudamiento. En este plano, la Casa Blanca y sus súbditos actúan de consuno, mientras Henry Paulson (hacienda) pierden el sueño por un yüan o un yen baratos y Bernanke lo hace por una inflación desdeñable. Así, en el IV trimestre, el consumo fue clave para el avance de 2,2% en el producto bruto interno a ritmo anual. Similares perfiles ofrecen el PBI chino y -hasta cierto punto- el de la Eurozona.

Al fin de cuentas, pues, los ciclos cortos (llamados “de negocios” en el mundo anglosajón) no distan de haberse esfumado, como imaginaban los cultores de la hoy difunta ”nueva economía”. Uno era Psulson, por entonces CEO de Goldman Sachs. A la inversa, esos ciclos –visionariamente descriptos por John K.Galbraith en 1965 y Charles Kindleberger en 1994- siguen vigentes y terminan en descalabros: 1987/8, 1994/5, 1997/8, 2000/1 y ¿ahora 2007/8?… Existe un consuelo: como muestra hoy China, la galaxia megaespeculativa se distancia cada vez más de economías reales que, por fortuna para ellas, no están globalizadas,

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