Deuda: Stock y su nueva campaña contra la oferta de canje

Nicola Stock comienza un viaje de 15 días por Europa occidental y Estados Unidos. Objeto: boicotear la presentación argentina ante la Comisión Federal de Valores. Medios afines al “comité global” detectan oportunas “presiones” del FMI.

12 julio, 2004

Curiosamente, estos días una funcionaria de la Heritage Foundation (ultraconservadora, pero no alineada con la Casa Blanca) y JP Morgan Chase ofrecen visiones negativas sobre la economía argentina. No obstante, mientras grupos de intereses locales quieren un dólar a $ 3,30 para fin de año, la influyente banca espera apenas tres pesos. Aunque, para Brasil, augure un dólar a R.3,30 (hoy vale 3,05) y, para Uruguay, uno a a Ur$ 34 (ahora, 31,50).

En distinto plano, gente del “comité global” no quiso emplear el término “boicotear” y se limitó a explicar que la gira del suizo “busca armonizar criterios entre acreedores privados para ofrecer un frente común”. Como Stock y sus voceros locales, insiste en la “mala fe” de Argentina. No obstante, ni este sector ni otros que dicen representar tenedores de bonos en cese de pagos se han dirigido todavía a la propia Securities & Exchange Commission (SEC).

Respecto del Fondo Monetario, nuevamente una fuente interna que prefiere mantenerse anónima anticipa un “duro cuestionamiento”. Pero no tanto en lo atinente a canje de deuda con los privados, sino en un tema clásico de algunos “lobbies”: contratos de servicios privatizados y reforma de la banca estatal. Léase, venta de los bancos Nación y Provincia de Buenos Aires.

Mientras John Dodsworth, representante permanente del Fondo en el Banco Central, se limita a sugerir “mejor diálogo con acreedores privados”, ciertos sitios en Internet pintan un panorama por demás negro de las negociaciones alrededor por la deuda. Ahí entra también la ola de banqueros desvelados por las disidencias internas en el Partido Justicialista. JPMCh, a la sazón, ve con malos ojos el clima político y la tolerancia a los excesos piqueteros (en esto, al menos, coincide con la opinión pública argentina).

Resulta llamativo que, mientras Uruguay debe ir a otro canje de deuda externa -el de 2003 era leonino y no disminuyó pasivos-, la prensa conservadora eluda el problema. Quizá para no afectar más de lo que están las posibilidades electorales de la derecha, tampoco se recuerda que la capacidad oriental de repago ha menguado: la economía es demasiado chica y no tiene, por ahora, posibilidades de expandirse. Otrora, el “off shore” de Montevideo mantenía una ficción de prosperidad. Pero ya no es así.

Curiosamente, estos días una funcionaria de la Heritage Foundation (ultraconservadora, pero no alineada con la Casa Blanca) y JP Morgan Chase ofrecen visiones negativas sobre la economía argentina. No obstante, mientras grupos de intereses locales quieren un dólar a $ 3,30 para fin de año, la influyente banca espera apenas tres pesos. Aunque, para Brasil, augure un dólar a R.3,30 (hoy vale 3,05) y, para Uruguay, uno a a Ur$ 34 (ahora, 31,50).

En distinto plano, gente del “comité global” no quiso emplear el término “boicotear” y se limitó a explicar que la gira del suizo “busca armonizar criterios entre acreedores privados para ofrecer un frente común”. Como Stock y sus voceros locales, insiste en la “mala fe” de Argentina. No obstante, ni este sector ni otros que dicen representar tenedores de bonos en cese de pagos se han dirigido todavía a la propia Securities & Exchange Commission (SEC).

Respecto del Fondo Monetario, nuevamente una fuente interna que prefiere mantenerse anónima anticipa un “duro cuestionamiento”. Pero no tanto en lo atinente a canje de deuda con los privados, sino en un tema clásico de algunos “lobbies”: contratos de servicios privatizados y reforma de la banca estatal. Léase, venta de los bancos Nación y Provincia de Buenos Aires.

Mientras John Dodsworth, representante permanente del Fondo en el Banco Central, se limita a sugerir “mejor diálogo con acreedores privados”, ciertos sitios en Internet pintan un panorama por demás negro de las negociaciones alrededor por la deuda. Ahí entra también la ola de banqueros desvelados por las disidencias internas en el Partido Justicialista. JPMCh, a la sazón, ve con malos ojos el clima político y la tolerancia a los excesos piqueteros (en esto, al menos, coincide con la opinión pública argentina).

Resulta llamativo que, mientras Uruguay debe ir a otro canje de deuda externa -el de 2003 era leonino y no disminuyó pasivos-, la prensa conservadora eluda el problema. Quizá para no afectar más de lo que están las posibilidades electorales de la derecha, tampoco se recuerda que la capacidad oriental de repago ha menguado: la economía es demasiado chica y no tiene, por ahora, posibilidades de expandirse. Otrora, el “off shore” de Montevideo mantenía una ficción de prosperidad. Pero ya no es así.

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