Cunde una creciente escasez de alimentos en casi todo el mundo

Los precios suben. Hay un detonante clave: la demanda en Asia oriental, meridional y occidental. Productores y exportadores no dan abasto. Se viene una crisis alimentaria en varias regiones, inclusive en Argentina, aunque por otros motivos.

1 abril, 2008

Alrededor del planeta, la gente protesta, el sector agrícola se pone belicoso y varios gobiernos responden con medidas fiscalistas (gravámenes a la exportación, entre ellas) o controles internos poco eficaces. En este momento, hay una situación terminal en Argentina, aparte de tensiones en México, Costa Rica –el campo resiste leoninos tratado de “libre comnercio” impuestos por Estados Unidos-, Venezuela (cada día más dependiente de impoprtaciones), Ecuador –donde los indios presionan-, Bolivia, Colombia y Chile.

Aunque en esta momento tambaleen los precios internacionales de materias primas agrícolas (la baja de la soya deja en el aire las retenciones de Néstor y Cristina Kirchner), la oferta de rubros alimentarios puede ser un factor crítico en los próximos diez o quince años.

En el caso del trigo, apretado entre problemas climáticos y un auge de demanda proveniente de China, India, Vietnam, Indonesia y otras economías en desarrollo. ¿Por qué? Porque esas antiguas culturas del arroz o el mijo son hoy màs ricas y pueden pagar importaciones de trigo o maíz. No en vano, las cotizaciones de cereales y oleaginosos han estado elevándose desde 2003 hasta el retroceso actual.

Sequías, inundaciones, un dólar depreciado y el desplazamiento de inversiones hacia producción o especulación y malas políticas locales trazan un cuadro inquietante. No obstante, el motor principal es la demanda de países antes pobres y ahora capaces de comer mejor, un fenómeno de corte estructural que tiende a profundizarse.

Según proyecciones de Naciones Unidas, la población mundial llegará a 9.000 millones hacia 2050. Casi toda la diferencia entre esa cifra y la de 2007 (6.500 millones) corresponderá a países en desarrollo. En el grupo Brasil, Rusia, India y China (Bric), únicamente el primero será exportador neto de alimentos.

Ángel Gurría, que encabeza la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (OCDE, resabio maltusiano con sede en París), supone que “los precios de alimentos perjudican a la economía global. Ésta ya afronta turbulencias en los mercados”. A la entidad, vera sucesora del Club de Roma, la preocupa más la especulación financiera que la economía física.

Este mexicano sabe, empero, que –sólo en 2007- millares de compatriotas llenaban las calles de las ciudades por el alza de las tortillas, dieta básica de un país todavía pobre, pese a tener el segundo PBI latinoamericano. LA matyeria prima de ese alimento es el maíz, base alimentaria de las viejas culturas indias en casi todo el continente. Argentina, uno de los graneros mundiales, sufre desde 1943 gobiernos que no atinan a desarrollar políticas sensatas en la materia.

De acuerdo con la ONU, los precios internacionales de alimentos aumentaron hasta 37% en doce meses hasta febrero. Pero la tendencia subyacente databa de 2003 y, desde entonces, los valores acumularo 66%. Por supuesto, no pueden comparar con los hidrocarburos que, en similar lapso, saltaron hasta 100%. Pero fuentes como la OCDE tratan de no malquistarse con las grandes petroleras ni con las compañías mineras (oro, cobre, plata y otros metales también avanzaron más que los alimentos).

Alrededor del planeta, la gente protesta, el sector agrícola se pone belicoso y varios gobiernos responden con medidas fiscalistas (gravámenes a la exportación, entre ellas) o controles internos poco eficaces. En este momento, hay una situación terminal en Argentina, aparte de tensiones en México, Costa Rica –el campo resiste leoninos tratado de “libre comnercio” impuestos por Estados Unidos-, Venezuela (cada día más dependiente de impoprtaciones), Ecuador –donde los indios presionan-, Bolivia, Colombia y Chile.

Aunque en esta momento tambaleen los precios internacionales de materias primas agrícolas (la baja de la soya deja en el aire las retenciones de Néstor y Cristina Kirchner), la oferta de rubros alimentarios puede ser un factor crítico en los próximos diez o quince años.

En el caso del trigo, apretado entre problemas climáticos y un auge de demanda proveniente de China, India, Vietnam, Indonesia y otras economías en desarrollo. ¿Por qué? Porque esas antiguas culturas del arroz o el mijo son hoy màs ricas y pueden pagar importaciones de trigo o maíz. No en vano, las cotizaciones de cereales y oleaginosos han estado elevándose desde 2003 hasta el retroceso actual.

Sequías, inundaciones, un dólar depreciado y el desplazamiento de inversiones hacia producción o especulación y malas políticas locales trazan un cuadro inquietante. No obstante, el motor principal es la demanda de países antes pobres y ahora capaces de comer mejor, un fenómeno de corte estructural que tiende a profundizarse.

Según proyecciones de Naciones Unidas, la población mundial llegará a 9.000 millones hacia 2050. Casi toda la diferencia entre esa cifra y la de 2007 (6.500 millones) corresponderá a países en desarrollo. En el grupo Brasil, Rusia, India y China (Bric), únicamente el primero será exportador neto de alimentos.

Ángel Gurría, que encabeza la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (OCDE, resabio maltusiano con sede en París), supone que “los precios de alimentos perjudican a la economía global. Ésta ya afronta turbulencias en los mercados”. A la entidad, vera sucesora del Club de Roma, la preocupa más la especulación financiera que la economía física.

Este mexicano sabe, empero, que –sólo en 2007- millares de compatriotas llenaban las calles de las ciudades por el alza de las tortillas, dieta básica de un país todavía pobre, pese a tener el segundo PBI latinoamericano. LA matyeria prima de ese alimento es el maíz, base alimentaria de las viejas culturas indias en casi todo el continente. Argentina, uno de los graneros mundiales, sufre desde 1943 gobiernos que no atinan a desarrollar políticas sensatas en la materia.

De acuerdo con la ONU, los precios internacionales de alimentos aumentaron hasta 37% en doce meses hasta febrero. Pero la tendencia subyacente databa de 2003 y, desde entonces, los valores acumularo 66%. Por supuesto, no pueden comparar con los hidrocarburos que, en similar lapso, saltaron hasta 100%. Pero fuentes como la OCDE tratan de no malquistarse con las grandes petroleras ni con las compañías mineras (oro, cobre, plata y otros metales también avanzaron más que los alimentos).

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