Crudos: ¿Existen cotas para alza o baja de precios?

No hace mucho, el cartel de los jeques mencionaba US$ 35-38 el barril WTO como piso razonable. Años antes, aceptaba US$ 25. Hoy, algunos operadores a término piensan en US$ 40-42. ¿Cuál es el punto de equlibrio?

7 enero, 2005

Diversas medidas adoptadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) apuntaban a la gama US$ 35-38. Pero, el martes 4, Arabia Saudita invocó un “arreglo interno” para reducir producción y eso empujó los crudos livianos de US$ 42,20 a 44 (+4,3%) en pocas horas.

En realidad, hace algunas semanas, la Opep había hecho un pacto, porque el petróleo amenazaba con quedar bajo los US$ 40 el barril WTO o 38 el Brent nórdico. Por tanto, al parecer el “piso de intervención” está en US$ 40, no más. “Para neutralizar la depreciación del dólar, el mínimo aceptable está más cerca de US$ 42 que de otros niveles”, observaba un periódico de Jedda controlado por el régimen saudí.

Pero resulta que otros miembros de la Opep creen que, para hacer frente a ese dólar barato y solventar costos (exploración, explotación, transporte, lujos árabes), basta mantener el WTO entre US$ 35 y 38. Desde otro ángulo, bastante elástico, el equilibrio entre oferta y demanda –afirman empresas como Shell Transport & Trading, ex Royal Dutch-Shell-, oscila en torno de US$ 35-40. Curiosas convergencias, por cierto.

Para empezar, la Opep y la Agencia Internacional de Energía (lobby de las compañías) insisten en que la demanda global continúa sostenida, más allá del veleidoso invierno estadounidense. Para seguir, circulan proyecciones de aumento que van de 1,4 millón a 2 millones de barriles por día (b/d). China es la clave. Pero hay un tercer aspecto: la ofensiva “resovietizante” lanzada por Moscú en materia de hidrocarburos pone en riesgo la estabilidad de ese país como exportador neto de gas y crudos.

Entretanto, la AIE pronostica un aumento de 1,2 millón de b/d en la oferta extra Opep. Otras fuentes esperan apenas la mitad, justamente por culpa de Rusia. Dentro del cartel islámico, Arabia Saudita elevará su capacidad en un millón de b/d pero –al mismo tiempo- reducirá la producción. En síntesis, las perspectivas son poco claras y no muy brillantes.

Existe, eso sí, virtual unanimidad en que durante este año no se registrarán niveles por encima de US$ 50 el barril, que es como prometer un euro a “apenas” US$ 1,32. También la hay en cuanto a que no se verán en años precios inferiores a US$ 30-32. Salvo imprevistos, algo por desgracia nada raro en Levante. Sin incursionar en futurologías, el mercado a término de Nueva York espera valores en general superiores a US$ 40 este bimestre.

Diversas medidas adoptadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) apuntaban a la gama US$ 35-38. Pero, el martes 4, Arabia Saudita invocó un “arreglo interno” para reducir producción y eso empujó los crudos livianos de US$ 42,20 a 44 (+4,3%) en pocas horas.

En realidad, hace algunas semanas, la Opep había hecho un pacto, porque el petróleo amenazaba con quedar bajo los US$ 40 el barril WTO o 38 el Brent nórdico. Por tanto, al parecer el “piso de intervención” está en US$ 40, no más. “Para neutralizar la depreciación del dólar, el mínimo aceptable está más cerca de US$ 42 que de otros niveles”, observaba un periódico de Jedda controlado por el régimen saudí.

Pero resulta que otros miembros de la Opep creen que, para hacer frente a ese dólar barato y solventar costos (exploración, explotación, transporte, lujos árabes), basta mantener el WTO entre US$ 35 y 38. Desde otro ángulo, bastante elástico, el equilibrio entre oferta y demanda –afirman empresas como Shell Transport & Trading, ex Royal Dutch-Shell-, oscila en torno de US$ 35-40. Curiosas convergencias, por cierto.

Para empezar, la Opep y la Agencia Internacional de Energía (lobby de las compañías) insisten en que la demanda global continúa sostenida, más allá del veleidoso invierno estadounidense. Para seguir, circulan proyecciones de aumento que van de 1,4 millón a 2 millones de barriles por día (b/d). China es la clave. Pero hay un tercer aspecto: la ofensiva “resovietizante” lanzada por Moscú en materia de hidrocarburos pone en riesgo la estabilidad de ese país como exportador neto de gas y crudos.

Entretanto, la AIE pronostica un aumento de 1,2 millón de b/d en la oferta extra Opep. Otras fuentes esperan apenas la mitad, justamente por culpa de Rusia. Dentro del cartel islámico, Arabia Saudita elevará su capacidad en un millón de b/d pero –al mismo tiempo- reducirá la producción. En síntesis, las perspectivas son poco claras y no muy brillantes.

Existe, eso sí, virtual unanimidad en que durante este año no se registrarán niveles por encima de US$ 50 el barril, que es como prometer un euro a “apenas” US$ 1,32. También la hay en cuanto a que no se verán en años precios inferiores a US$ 30-32. Salvo imprevistos, algo por desgracia nada raro en Levante. Sin incursionar en futurologías, el mercado a término de Nueva York espera valores en general superiores a US$ 40 este bimestre.

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